Las dos caras de la seguridad en el perímetro de la cárcel de Riobamba

Exhibidores con poca producción de pan: ese es el panorama en la panadería de Paola Álvarez, propietaria de uno de los más de cuarenta negocios afectados por el cierre de la avenida Leopoldo Freire, en Riobamba.

Esta arteria, vía principal que une a Riobamba con el cantón Chambo, se convirtió con el tiempo en un polo de desarrollo económico. Varios negocios ocuparon la avenida principal, y a su alrededor se conformaron nuevos barrios y ciudadelas. Sin embargo, en esta arteria también se encuentra ubicado el Centro de Rehabilitación Social y el centro de detención provisional.

La vía fue cerrada por seguridad desde enero pasado, cuando Colón Pico protagonizó un motín en la cárcel y luego se dio a la fuga junto a más de 30 presos. Desde ese día, las vallas colocadas en la intersección con la avenida 9 de Octubre no se retiraron. Luego de la declaración de estado de guerra interna, el control total pasó a manos de las Fuerzas Armadas y a la Policía. Esto ha conllevado en una movilidad nula durante aproximadamente cinco cuadras alrededor del centro.

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Efectos del bloqueo de la vía 

Sobre la calzada cerrada se han colocado carpas para el personal policial como para los miembros del Ejército. Allí, el control es riguroso para quienes visitan a los privados de libertad, y varias tanquetas también han sido colocadas en todo el perímetro. Aunque esto ha mejorado la seguridad del centro penitenciario, los negocios y habitantes cercanos han visto cómo sus ingresos disminuyen hasta casi desaparecer.

Paola cuenta que abrió la panadería en noviembre de 2023. “Era buena la venta. La gente se detenía, compraba y seguía. Ahora la gente no va a dar semejante vuelta, ya no viene. Cada día producimos menos”, lamenta angustiada.

Incluso, tuvieron que dejar su vivienda, agrega Paola, y acomodar a toda la familia en la panadería con la esperanza de que una vez pasada la emergencia el movimiento comercial retornara. Sin embargo, han pasado siete meses y no hay una solución, así que ya busca otro sector para trasladar el negocio, pero eso no es posible para quien ya invirtió en la propiedad.

Su vecino, Víctor Achachi, es dueño de una ferretería. A sus 64 años es la única forma que conoce para mantener su hogar. Todos los días abre la ferretería muy temprano, pero no hay ventas. Con pena, ha visto cómo los diferentes vecinos han cerrado sus negocios y han dejado el vecindario. “Desde el 9 de enero estamos sufriendo. Tengo deudas. Siempre he salido adelante con mi trabajo, pero ahora estamos casi en la quiebra”, asegura.

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Según Achachi, las familias afectadas han luchado por la reapertura, se organizaron en plantones, marchas y enviado oficios a diferentes autoridades, pero cada día cierran algún negocio. “La gasolinera está afectada. Se fueron la llantera, la lavadora de carros, el enderezador, la señora que vendía frutas. Los demás también estamos muy afectados. Nos va a tocar cerrar si no nos ayudan las autoridades”, sentencia. Hace un tiempo recibieron esperanza por parte del anterior gobernador. Relata que incluso se hizo una inspección. “Vino el presidente a Riobamba, fuimos, hablamos, vinieron, revisaron. Nos dijeron que un carril se podría habilitar, pero nada. Cambiaron al gobernador y el nuevo ni siquiera nos recibe”, asegura.

Han acudido también al Gobierno Autónomo Descentralizado (GAD) de Riobamba que los atienda para darles a conocer la crisis que atraviesan, pero todavía no tienen una respuesta.

¿Qué dice el personal de control? 

Por su parte, un representante de la Brigada Blindada Galápagos dijo que ellos tienen órdenes que cumplir y que ninguna otra autoridad que no sea el presidente puede cambiar las disposiciones. “Como es de conocimiento público, mediante el decreto ejecutivo 218 del 7 de abril, mantenemos el control en el exterior del centro de privación de libertad junto con la Policía. Pedimos la comprensión de la ciudadanía, ya que aunque existe un perímetro delimitado, las restricciones tanto para personas como para vehículos son imperativas para mantener la zona segura”, expresó el teniente coronel Mauricio Almeida.

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El barrio, afectado colateral del cierre 

Con el cierre de la vía no solo los negocios se ven afectados; los residentes también enfrentan dificultades. La vía alterna para ingresar al barrio es de tierra y está en mal estado. El aumento del tráfico empeora la situación, y las pocas cuadras con adoquines sufren el paso de vehículos de todo tipo.

“Es complicado. No vienen taxis ni encomiendas. Para movilizarnos, debemos salir hasta la circunvalación. Además, no hay iluminación, y la polvareda es insoportable. El Municipio debería mejorar esta calle y pavimentar.”, se quejó Marcelo Cáceres.

La otra forma de conectar con Chambo y otros barrios está ubicada a más de 10 cuadras, por el ingreso del barrio El Florecer. Según los habitantes, aunque el movimiento comercial ha aumentado ahí, el intenso tráfico pone en peligro a los transeúntes. “Es un caos. El cantón Chambo es agrícola y los camiones pasan a velocidades que a veces se dificulta cruzar la avenida”, comentó María Lema, residente del sector.

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