Guayaquil: La inseguridad pone en alerta a los vecinos de Los Tulipanes
Ellos tienen miedo de salir a la calle por los asaltos y robos que hay en la zona. La desunión de sus habitantes afecta a esta ciudadela abandonada
Marcia Mancero, de 55 años, tiene miedo a salir de su casa. Ella vive en Los Tulipanes, sur de la ciudad, donde en diciembre pasado a su nieto le robaron el teléfono celular al pie de su vivienda, al hijo de su vecina le desmantelaron el carro y en plena avenida Domingo Comín asaltaron una panadería por segunda ocasión.
Sentada en el portal de su casa, donde vende frutas desde hace cinco años, suelta un desesperanzado: “La delincuencia nos está llevando en peso”.
Los solares vacíos como bodegas de la insalubridad
Leer másAsegura que Los Tulipanes, que colinda con La Floresta, está invadida de hampones que se desplazan en motos a cualquier hora para cometer sus fechorías y luego huyen por las calles estrechas del sector, donde nadie dice haber visto nada.
“Aquí la gente tiene miedo a denunciar los robos y tampoco se une para buscar acciones que permitan contrarrestar este problema”, manifiesta Sixto Moncayo, quien habita desde hace 20 años en la zona y durante ese tiempo ha visto cómo la delincuencia poco a poco ha ganado terreno.
En Los Tulipanes viven 1.500 familias. Algunas de ellas han instalado pequeños negocios, como bazares, barberías, comedores, panaderías, tiendas, etc., a un lado o en los exteriores de sus viviendas.
“Así nos ahorramos el pago del alquiler de un local y tenemos una ganancia neta para mantenernos. Lo malo es que llegan los delincuentes y en menos de un minuto se llevan el fruto de nuestro esfuerzo y trabajo”, asevera Coralia Guzmán, dueña de una tienda de abarrotes, que al igual que otros negocios no cuenta con guardias que la vigilen.
En este barrio hace falta de todo. Hemos pedido ayuda a las autoridades, pero estas nos han olvidado. Solo hemos escuchado promesas de mejoras que hasta ahora no llegan.
Quienes habitan en este sector dicen que están tomando precauciones para evitar ser víctimas de asaltos y robos. “Cuando salgo a la calle dejo el celular en casa, no visto ropa de marca, no uso joyas ni cartera”, dice Rosa Terán, quien habita desde hace 12 años en la ciudadela.
Los delincuentes llegan a la ciudadela a esconderse luego de haber cometido sus fechorías por otros lugares. Necesitamos un retén y que la policía realice más controles.
Y aunque le disgusta no poder moverse y vivir como cualquier personal normal, asegura que estas estrategias le han dado buenos resultados. “Hasta ahora no me han robado”, alardea detrás de la puerta de fierro de su casa, que tiene una pequeña ventana donde solo se le ven los ojos, pero que es suficiente para que ella observe a las personas que están afuera.
Pero la gente en este vecindario menciona que esto no aplaca la inseguridad. “Uno ya no está a salvo en ningún sitio. La delincuencia cada vez gana más territorio y da miedo salir a la calle, incluso no hay seguridad ni en tu propia casa”, menciona Manolo Guzmán.
Este hombre de 60 años llegó a la zona hace 15, huyendo de un barrio del norte donde el hampa también está imparable. Sin embargo, el lunes pasado su casa fue asaltada y los ladrones se le llevaron un televisor y un tanque de gas. “Esto es la muestra de que Guayaquil es insegura, de que no hay ningún lugar donde se pueda vivir con tranquilidad”, enfatiza.
Los robos de ropa en domicilios y de accesorios a vehículos parqueados, son otros de los problemas que afectan a los moradores. “Llamamos a la policía y ellos vienen a realizar requisas a personas sospechosas. Pero estas acciones no han logrado frenar el hampa”, lamenta otro residente que prefiere omitir su nombre.
A diferencia de otras ciudadelas donde sus residentes han colocado rejas en las peatonales para blindarse de la delincuencia, en Los Tulipanes no ha sucedido aquello.
El parque que perdió el brillo y donde solo resisten los árboles
Leer másEl motivo lo explica Sara Muñoz, otra residente. “Aquí no hay unión. Con otros vecinos hemos ido a varias casas para saber si están dispuestos a colaborar para la instalación de cámaras de videovigilancia, pero la respuesta ha sido negativa. Así no se puede trabajar por el bienestar de un barrio que está desunido, abandonado y expuesto a múltiples problemas”, recalca.
La palabra ‘abandono’ también es mencionada por la residente Yadira Constante, quien denuncia que las calles tienen poca iluminación. “Las luminarias de los postes tienen baja intensidad y eso hace que las vías y callejones tengan poca luz, situación que es aprovechada por los hampones para delinquir”, enfatiza, al destacar que muchos vecinos han colocado focos en la parte externa de sus viviendas para evitar la penumbra.