La inseguridad traba el anhelado despegue comercial de la Delta
Universitarios y comerciantes son víctimas del delito. Hasta en un 50 % se han reducido las ventas. Hay temor a extorsiones
Tienen miedo a hablar y evitan dar sus nombres. En la avenida Delta, donde se levanta la Universidad de Guayaquil además de decenas de negocios que, tras cuatro largos años desde la pandemia han empezado recién a reactivarse, sobra el temor a ser asaltados y ya nadie confía en nadie.
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Leer másLos robos que en las últimas tres semanas se han registrado sobre las veredas, en los negocios o en las peatonales que se conectan con esta arteria; sumado al escaso o prácticamente nulo control policial, que es la queja colectiva en el sitio, han obligado a docentes y alumnos a caminar apresuradamente abrazando siempre a sus carteras, maletines o bolsos.
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“Ya no hay forma de caminar de manera normal, relajada. Tienes que hacerlo a pasos agigantados o corriendo... En un reportaje que meses atrás EXPRESO publicó sobre la inseguridad en La Puntilla (Samborondón), los residentes aseguraron que solo se sentían protegidos al interior de la urbanización. Alegaron que una vez que cruzaban las garitas eran vulnerables a cualquier tipo de delito, y pues lo mismo sentimos aquí. Una vez que cruzamos las garitas de la universidad, apenas en la acera de al frente ya nos roban. Es peor si te toca caminar hasta la plaza Rodolfo Baquerizo... Ahí el delincuente se camufla entre los informales y nadie hace nada... En Guayaquil, los delincuentes tienen luz verde para robar”, señaló la estudiante de la Universidad de Guayaquil, Valeria Guerrero.
Natalia, de 19 años, por ejemplo, fue testigo de un robo con arma de fuego en uno de los locales donde sacan copias, a orillas de la avenida Delta, en la ciudadela Bolivariana. Sucedió la primera semana de mayo, cerca de las 09:00.
“No había ni desayunado, salía de clases a comprar algo para retornar al aula cuando vi cómo un hombre se bajó de una moto que conducía otro tipo y en instantes apuntó a tres personas que se encontraban en el negocio, incluida una niña. El tipo apuntó a la mamá para quitarle la cartera. La madre solo atinó a poner a su niña detrás de ella contra la pared. Yo, del terror, corrí, atravesé la avenida sin ver si un bus incluso podría atropellarme y llamé al ECU-911. Casos como estos son cada vez más seguidos”, señaló la joven, quien vive en el barrio del Salado y antes, por la cercanía, se movilizaba caminando.
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Vanessa González
universitaria
Ahora confesó que no es capaz de recorrer ni las cinco cuadras de la avenida Delta en las que se ubican alrededor de 60 negocios, entre las calles Tarqui y Libertador, donde además hay una plaza cuya vida comercial ha empezado a despegar.
En la Uniplaza, donde funcionan diez locales, casi todos de comidas, sus administradores y personal, como en el resto, se niegan a hablar.
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“Solo queremos trabajar y no perder lo que hemos ganado después de tres años en silencio. La pandemia mató esta zona. Este 2024 comenzamos bien, pero ya hemos empezado a sentir los efectos de la delincuencia, aunque no tanto como nuestros vecinos, los de la imprenta, que tienen pérdidas del 30 % o hasta el 50 %. Hoy, a causa del delito, la gente se va temprano. Ya a las 18:00 todas las puertas, y no solo en esta plaza, se cierran. Es una pena porque con la ciclovía y las áreas verdes que se sembraron al pie de la universidad, esta zona debería estar viva todo el día, pero no pasa. Yo tengo miedo a que esa reactivación que hoy sentimos quede en pausa. No lo soportaría”, sentenció una de las comerciantes, quien teme que las extorsiones aterricen en el lugar.
Nathalia Alvarado
universitaria
“Hay quienes alegan que sí y por eso se han ido ya de la Delta. Pero si me llegara a pasar, a raíz de la primera amenaza me iré. No pondré en riesgo mi vida nunca. Y es que si las autoridades no nos protegen, sola no podré y no quiero morirme aún”, agregó Narcisa Mera, la propietaria de otro local, ajeno a la plaza; quien confirmó vender un 30% menos que hace tres meses.
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En el sitio, a fin de evitar ser un blanco fácil del delito, la mayoría de negocios permanece amurallado. “Antes había mayor cercanía y es ilógico y hasta cierto punto doloroso ver que aun teniendo árboles, ciclovías, camineras (todo parte del proyecto urbanístico Delta), no se pueda ni disfrutar del entorno. En el último mes fui testigo de 4 robos cometidos por gente que viene encapuchada. El modo de operar es el mismo: vienen en moto, te roban al pie de los negocios y se pierden a lo largo de la ciudadela Bolivariana. Yo por eso ni salgo. Hasta la convivencia se ha visto afectada”, alegó Amanda Saavedra, residente de la Bolivariana, que colinda con la arteria.
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En el barrio, son los cuidadores de carros y los guardias privados de las universidades los que, a decir de los residentes, dan aviso de lo que pasa. Los ‘cuidacarros’, incluso, tienen un bate como refuerzo. “Aquí nos defendemos como podemos. El fin es no dejar que toquen al barrio ni a la comunidad educativa, somos unidos, pero hace falta ayuda policial”, reconoció uno de los vigilantes.
Frente a esta situación, EXPRESO solicitó a la Zonal 8 de la Policía las cifras de los robos cometidos en el entorno, en lo que va del año, el detalle del personal que custodia la arteria y las medidas que se tomarán de forma inmediata, pero hasta el cierre de esta edición no hubo respuesta.
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Juan Luis Hidalgo, jefe de seguridad y salud de la Universidad de Guayaquil, corrobora que al cruzar las garitas del campus educativo, tanto los estudiantes como el personal que ahí labora corren el riesgo de ser asaltados. “Nosotros sentimos seguridad dentro de la institución, tenemos control absoluto y en cada rincón..., pero fuera de los predios lastimosamente la realidad es otra. ¿Qué hacer? Las autoridades locales y de Gobierno deben unirse y trabajar por contrarrestar la situación. Es urgente”, dijo; coincidiendo con Adrián Santos, padre de un universitario, quien lamenta que en la Delta cada vez se vea más consumidores e indigentes.
“El problema no es que pidan dinero o ayuda, sino que a veces te roban o les quitan a los estudiantes lo que tienen, siempre con violencia. Que nadie esté seguro en ningún sitio es tan angustiante como deprimente”, sentenció.
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