Guayaquil: El inseguro barrio del Seguro
En este vecindario el peligro es constante.Ro ban, pero tampoco hay protección para el peatón y el adulto mayor. La regeneración no llega hace veinte años
Al menos por una vez, el residente Gustavo Andrade quisiera que su barrio, el del Seguro, ubicado en el sur de Guayaquil, refleje lo que dice su nombre. “Somos un vecindario con más de 60 años de historia y la inseguridad con la que vivimos hace casi ya dos décadas, aunque parezca una broma, es nuestra característica principal”, piensa.
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Leer másAndrade es un adulto mayor que vive en la calle Bogotá, llegó al sitio bastante joven. Y lejos de ser testigo de cómo ha ido creciendo su sector, ha visto nada más que las familias, con el pasar de los años, han ido elevando más las cercas y muros de sus casas para evitar que los delincuentes los sorprendan; y que sus calles y aceras se han ido deformando.
“Si digo que no hay seguridad es porque no la hay de forma general”, reclama. EXPRESO hizo un recorrido por la ciudadela y constató que los ciclistas no tienen por donde circular, que los vecinos no cuentan con un sitio seguro para conversar, y que los peatones -como pasa en la mayoría de barrios históricos de Guayaquil- no tienen por donde desplazarse.
“Hace poco leí en EXPRESO que Urdesa Central no toma en cuenta al adulto mayor y que Mucho Lote 2, en cambio, no es amigable para el peatón; pues aquí tenemos la fusión de todo. Estamos abandonados. La regeneración urbana no ha llegado y a las familias nos ha tocado defendernos como podamos”, detalla la habitante Gianela Sabando, quien hace malabares cada vez que saca a sus abuelos de casa para que caminen.
Urdesa central: El barrio que no mira al adulto mayor https://t.co/sf5tC47OR6
— Diana Sotomayor Z. (@DianaSotomayorZ) March 21, 2021
Que las veredas de las calles del barrio, ubicado en el perímetro que va entre Maracaibo, Francisco Segura, Bogotá y Quito, son angostas, están rotas, no tienen rampas o tienen unos escalones de casi 30 centímetros, que impiden subirlas o bajarlas con facilidad, es una de las quejas más comunes.
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Leer másEn ellas se han caído niños y ancianos que no han tenido con qué apoyarse para caminar. Ana María Intriago, de 67 años, fue una de ellas, solo el año pasado se resbaló tres veces en la calle Dr. Michael Connor, entre La Habana y Buenos Aires, donde hay “muchas trampas”.
Frente a esta situación, este Diario preguntó al Municipio, a través de su departamento de prensa, si está prevista una pronta regeneración (y cuándo) y la razón por la que este tipo de labores no ha llegado. Preguntó además si está contemplado ejecutarse trabajos para el soterramiento de la red de cableado (hay tallarines colgado en cada avenida); y si se prevé instalar mobiliario urbano para permitir el encuentro y descanso de los vecinos, como sí hay en el Centenario, su barrio aledaño, pero hasta el cierre de esta edición no hubo respuesta.
Elena Brito vive en la calle Bogotá y lamenta que no puedan ser una ciudadela más habitable. “En el Centenario hay bancas, esquinas que destacan por tener áreas verdes y aquí, pese a la cercanía, eso es inexistente. Ni siquiera la iluminación es buena...”. En su sector, por ejemplo, desde las calles Guaranda hasta Bogotá, desde las 19:00 se vive en tinieblas.
Aquí nos hace falta iluminación y una regeneración integral. Hay hasta maceteros enormes en las veredas, que nos empujan a caernos y a caminar siempre sobre el concreto.
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Leer más“La gente se da unos suelazos que nos hacen hasta salir de casa. Y es que hay quienes se desplazan corriendo por miedo a que también les roben. Es toda una odisea moverse por aquí”, reconoce el residente Jhon Granizo, quien extraña aquella época en la que el barrio pasaba lleno de gente los fines de semana, sobre todo jóvenes que “peloteaban y niños que andaban en bicicleta”.
El Seguro, que en realidad debe su nombre al hecho de que IESS fue la institución que otorgó las casas a los primeros dueños por medio de créditos hipotecarios, no es más un vecindario de paz, se lamenta. “Los residentes ya no salen a caminar como antes, y es que los delincuentes están al tanto de todo. Ahora les roban hasta a quienes salen a trotar a partir de las 05:30. La hora es lo de menos”, admite Granizo.
En el vecindario, quienes se atreven a salir por las noches para hacer cosas tan básicas, como ir a las tiendas o ejercitarse sobre sus bicicletas, lo hacen siempre con temor. “Los delincuentes salen de la nada. A veces solo escuchas los gritos de las víctimas”, cuenta Sebastián Garríquez, un deportista que prefiere trotar unas cuadras más adelante, en el Centenario, precisamente porque hay más vida y luz.
Hace al menos 15 años, este barrio dejó de ser lo que era, un lugar residencial. Ahora es desolado todo el tiempo. Y a causa de ellos, muchos vecinos han optado mejor por irse.
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Leer másAunque a su juicio, y como lo ha contado también este Diario, el sector tampoco es el más seguro de Guayaquil, puesto que ha quedado en el olvido y ha perdido su esencia; Garríquez sí se siente allí más cómodo. “En el Seguro, cuando salgo en bici es salir con el riesgo a que te maten. No solo porque no hay ni siquiera una línea dibujada en el concreto que dé la idea de que es una ciclovía, sino porque también hay tremendos huecos que te obligar a besar el piso. En fin, aquí todos corremos peligro...”, alega.