Ser jefe de hogar después de salir del colegio
La situación socioeconómica es un factor que influirá fuertemente en que un joven deba ser la cabeza de casa. Los entrevistados aseguran que es gratificante cuidar a su familia
Hay que buscar la manera de comer en la casa, pagar el arriendo y una forma para sobrevivir. Y a veces son los hijos quienes deben tomar el rol de proveedor del hogar, quienes deben salir a solucionar y a arreglar los problemas; así como cuidar de sus padres, hermanos y hasta de los abuelos.
La otra cara de dar el brinco e independizarse
Leer másDe acuerdo a las cifras provistas hasta junio de 2022 por el Instituto Nacional de Estadística y Censo (INEC), de los 18 millones de ciudadanos que tiene el país, 8,5 millones de personas de 15 años en adelante se encuentran económicamente activos.
De esta cifra, el 38 % de la población entre 15 a 34 años está en situación de trabajo. Mientras que de la cifra total, solo el 20 % cuenta con un nivel de estudio correspondiente a instrucción superior.
La socióloga Alexandra Morales explica que la situación de cada persona dictará sus obligaciones. Quienes tienen escalones socioeconómicos medios buscarán empleo para superación personal, mientras aquellos sin estudios y sin suficientes recursos se verán obligados a salir del hogar desde jóvenes para proveer a sus familia de comida y un techo.
Añade que el contexto de la pandemia extendió este panorama a las clases medias, con la pérdida de trabajo de los padres, y los hijos se vieron obligados a conseguir empleos para ayudar al cuidado de sus familias o encargarse de ellos.
A Arantxa Sánchez, de 23 años, le ha tocado volverse la cabeza de su hogar, pero no por elección, sino por necesidad.
Puede ser algo cansado al inicio, pero trabajar para ayudar a tus padres, quienes te criaron, el sentimiento es muy gratificante.
Antes de convertirse en la persona a cargo de los gastos de la casa, ella ya trabajaba para volverse más independiente y ganar experiencia laboral mientras estudiaba. Sin embargo, fue el despido que afrontó su madre lo que la forzó a tomar las riendas económicas.
Yo me encargo de las cuentas de mi familia, hay momentos que no soportaba la presión, pero mi familia cuenta conmigo, y no los dejaré.
“Yo vivo sola con mi madre, y para 2019 ella perdió su empleo, por suerte yo tenía cómo ayudar y todavía habían ingresos guardados y medios para generar dinero”, relata.
El darle la mano a mi madre jamás lo vería como una carga. Este es un trabajo que me da alegría saber que puedo aportar a mi casa.
No obstante, fue en la pandemia que el peso del hogar cayó sobre ella. “Más del 80 % de los gastos del hogar eran solventados por mi trabajo”, dice.
Comenta que si bien al inicio era muy cansado -y sigue siéndolo-, esto no lo ve como un peso o algo de lo que se arrepienta. “No lo pensé mucho y salí a darle una mano a mi madre... Honestamente esta experiencia es dura, pero me ha dado un nuevo panorama de la vida. Estas situaciones te hacen crecer y tener muy presente el valor del dinero, y cuáles son tus verdaderas responsabilidades”, reflexiona.
Tengo un rol que comparto, pero por nada del mundo me arrepiento de cuidar a mi familia, ellos necesitan mi apoyo y sin dudarlo se los doy.
Algo similar experimenta Jerry Lascano, de 28 años, a quien desde los 22 le ha tocado contribuir a la estabilidad de su familia, sus padres y hermanos.
Explica que hace seis años su padre perdió su empleo y por su edad ninguna compañía lo tomaba en cuenta. Por más que buscaba no conseguía trabajo.
A este problema se sumó el hecho de que la familia no pudo contar con los ahorros de su liquidación y trabajo previo, como un sustento temporal, debido a que uno de sus hermanos sufre de escoliosis y tuvieron que viajar al extranjero para un tratamiento que alivie su mal.
“Con todo esto sobre la mesa, yo tomé las riendas de los gastos de mi hogar. Actualmente es más fácil para mí cuidarlos a todos, aunque al inicio era mucho más complicado...”, relata Lascano, al recordar que habían momentos en que el dinero no era suficiente y tenía que ingeniárselas para subsistir.
Cuenta que durante el primer año que tuvo que cuidar su casa sintió el peso de la responsabilidad. “Yo ya trabajaba desde los 18, antes de que pase todo esto. Por suerte podía ayudar de una vez con todos los gastos, aunque sí era pesado por tener que balancear trabajo, familia y universidad, que por suerte ya terminé”, agrega.
Pese de las dificultades, dice que no se arrepiente ni piensa que hubiera preferido vivir más su juventud. Al contrario, le da alegría contribuir activamente y darles la estabilidad que merecen sus padres y hermanos. “Es un sentimiento de alegría único”, asevera complacido.
Ricardo Medina, de 23 años, vive una historia parecida a la de Arantxa y Jerry. “Después de la muerte de mi padre, hace dos años, mi madre y yo nos hicimos cargo de las cuentas de la casa”, relata el joven de 23 años, quien si bien no es la cabeza del hogar, es un rol que ha compartido junto a su progenitora.
La industria del sexo capta a muy jóvenes
Leer másExplica que los gastos del hogar los ha dividido junto a su madre para el cuidado de ellos y sus hermanos.
Desde los 18 él trabajaba para ganar experiencia y contribuía pagando la luz, pero desde los 21 comenzó con mayores aportes debido a la necesidad. “Comida, arriendo, servicios básicos, todo eso se vio ahora contemplado en mis gastos... De mi sueldo más o menos el 50 % va destinado al cuidado de mi familia”, comenta.
Medina señala que nunca fue una persona de muchas salidas, pero volverse uno de los pilares de su hogar le dio una dirección distinta de a dónde debe destinar sus ingresos: a la familia que es la que más le importa.
Nicole Zambrano, con 26 años, también maneja las cuentas del hogar desde los 22, pero fue hasta los 24 que se vio en la necesidad de tomar mayores responsabilidades.
“La pandemia fue un golpe duro. No solo estaba el contexto de esa época, sino que además mi abuelo había caído enfermo de cáncer, debía cuidar a mis abuelas de parte de madre y padre, a mis tres hermanos, a mi madre y mi hijo, todo se amontonó en poco tiempo”, expresa.
Tener cabeza para todo, pero no hijos
Leer másAñade que no puede contar con el apoyo de su padre, ni moral ni económico, porque después del divorcio con su madre la contribución de este ha sido nula con los gastos de sus hermanos.
Desde los 22 hasta los 24 años, el 50 % de su sueldo era para la casa. Ahora, resalta que todo sus ingresos van directo para los gastos de comida, colegiatura de sus hermanos, servicios básicos, etc. “Es un gran peso, mentalmente y físicamente, pero ellos me necesitan; obviamente también hago tiempo para mí, no puedo ser egoísta conmigo ni con mis seres amados”, puntualiza.