Los jóvenes guayaquileños adoptan hábitos coreanos
Fluctúan desde la comida hasta aprender el idioma, aunque la música es la que más llega a la juventud. La moda y el entretenimiento son común entre las chicas
Héctor Villagrán vivió en China desde los 15 años gracias al trabajo de su padre. En su colegio, tenía compañeros chinos, japoneses y coreanos. Al relacionarse con ellos, no solo se encontró con diferentes culturas, sino con prácticas que luego incorporaría a su vida. Entre estas, figura el k-pop, que cada vez aparece más en la ciudad. A pesar de su origen coreano, este género se escucha en todas partes: “Sea en China, Japón o países de alrededor”.
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Leer másHéctor, quien se familiarizó a través de bandas como EXO, BIGBANG y más, cuenta que el impacto del género es masivo porque también dicta la moda: “Las chicas, especialmente, tratan de imitar el look de sus bandas de k-pop favoritas”. Algo similar ocurre con los artistas, a quienes tilda de “ídolos masivos”, ya que aparecen en varias propagandas y de distintos ámbitos.
Tras graduarse del colegio, se empapó de la esfera coreana. Como tardaba dos horas en avión y no requería visa para entrar, viajo más de cinco veces a Corea del Sur durante su estadía de seis años en Asia. Fue por primera vez a los 17 años y, tras perderse al tomar el metro, se encontró con coreanos muy amables que lo ayudaron a sacar su respectivo boleto y a guiarse. Desde ahí atendió a la cultura.
Actualmente, la ciudad cuenta con tres restaurantes que ofrecen comida coreana. Sin embargo, los servicios por pedido crecen, ya que la acogida ha sido favorable, especialmente en los jóvenes.
Visitó playas, templos y eventos musicales. Pasó por la Casa Azul, la residencia oficial del jefe de Estado, y aprendió a hablar coreano. También encontró un gran orden y aseo, pues sus amigos estudiaban el día entero, andaban bien vestidos y siempre se interesaban por aprender distintas actividades, como dibujar, tocar instrumentos, y hablar varios idiomas.
Cuando volvió a Guayaquil, se acostumbró a las mismas prácticas. También le enseñó a su hermana menor sobre bandas musicales y, desde entonces, ella se volvió fanática del k-pop y empezó a seguirlo, adoptando también la vestimenta coreana. Sus compañeras del colegio también se unieron.
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Leer másA la par, extrañaba la comida coreana pero, para su suerte, encontró varios locales en la ciudad que, hasta la fecha, visita con sus familiares, amigos y colegas. Su favorito es Dawa, entre Guayacanes y Acacias. En este, hay una variedad de platos y bebidas típicas de Corea. Pero a Héctor no solo le gusta la comida coreana, sino también sus prácticas a la hora de comer, como el uso de palillos metálicos, la servida en boles y los platos separados en porciones.
Cuando volví a Ecuador, noté que el k-pop, la comida y las series eran comunes. Me sentí bien porque eso se volvió mi tema de conversación.
Por otro lado, Ashley Chiriguaya, de 19 años, también es fanática del k-pop. Su banda favorita es BTS, aunque también sigue a otras agrupaciones.
En marzo, asistió al concierto transmitido en cines de BTS. De este, la acogida fue tan buena que las entradas se agotaron en dos horas y se abrió otra función para los interesados. Comenta que es común que los fanáticos se aglomeren y disfruten de estos eventos: “Aquí ya hay mucho fanatismo y uno puede unirse a estos grupos fácilmente”.
Con la pandemia, abrió su abanico hacia la cultura coreana a través de películas y series que Netflix introdujo. Entre estas destacan ‘Parásitos’, ‘El Juego del Calamar’, y doramas (dramas coreanos), con los que hasta su madre se involucró.
En la otra orilla, hay quienes llevan el k-pop al siguiente nivel de fanatismo, como Julio Carrasco, de 22 años. Él pertenece a KBNC, el primer grupo de covers de k-pop en la ciudad.
Si bien empezó a bailar por mera diversión, en 2017 lo invitaron a unirse al grupo. Como ya estaba familiarizado con el género coreano, la pasión por bailar se volvió competitiva. Así, participó en el k-pop World Festival, en Quito, mientras que, en la ciudad, estuvo en el Hallyu Fest y el Ktown Korean Festival, celebrado por última vez en 2019 a causa de la pandemia.
Hay una ola coreana que las autoridades deben aceptar. Lo bueno es que no solo se inclinan por lo coreano, sino por todo lo asiático.
Sin embargo, en su trabajo se aleja de su afición por lo coreano. Al salir, no solo su dialecto cambia, sino su vestimenta y estilo de cabello. También tomó clases para leer coreano porque uno de sus deseos es asistir a un festival musical en el país asiático.
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Leer másPara él, el k-pop es una salida de las tribulaciones diarias y le sorprende que tiene muchos seguidores y son varios quienes respetan a estos grupos, algo que no ocurría antes. Reconoce que, aunque no haya remuneración, “todos se unen porque les gusta el k-pop y quieren pasarla bien”.
Si bien la ciudad ya ha sido sede de eventos asociados a la cultura coreana, a Julio le gustaría que las autoridades también los promuevan. Lo cierto es que, entre otros eventos en la ciudad, destacan la Comic Con, donde son varios los disfrazados de personajes asiáticos, y el Budokan, una feria de cómics y animes que se celebrará en octubre.
Aunque me gustan los cómics de Marvel, reconozco que los manhwas son llamativos y muchas veces los leo.
Así es cómo los jóvenes disfrutan de una cultura que, a pesar de ser lejana, les da la oportunidad de hacer nuevas amistades, conocer nuevos géneros y proponerse nuevas metas.