“Para levantar a Guayaquil urge tener nuevos centros”
Expertos sugieren crear núcleos urbanos en todos los barrios y no solo en ciertos puntos. El concepto permite descongestionar los territorios
Guayaquil lleva pintada de amarillo más de tres meses y seguirá con ese color probablemente algunos más. Así lo afirmó la alcaldesa Cynthia Viteri, pese al término del estado de excepción el domingo 13 de septiembre. Sin embargo, apuntar a la reactivación económica ha sido el tema que ha llevado a las autoridades locales y representantes de los sectores productivos a reunirse por más de una ocasión para buscar nuevas alternativas. Uno de los resultados ha sido la suspensión de tasas.
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Leer másNo obstante, para expertos en planificación urbana y residentes en la ciudad hay puntos claves que también facilitarían estimular la economía: las centralidades urbanas. Un concepto que apunta a fortalecer aquellas zonas dentro de la ciudad, que tienen una importancia o hegemonía en relación a otras como, por ejemplo, la calle Ayacucho, 9 de Octubre, la Alborada, Urdesa; que se relacionan por condensar comercio, población o desarrollo urbano.
Desde estas bases se puede impulsar y generar un efecto dominó en el entorno inmediato (barrio) para atraer a nuevos clientes garantizando las nuevas medidas de bioseguridad. Pero todo tiene que estar enmarcado, explica el urbanista Luis Alfonso Saltos, en un plan integral de reactivación urbana, donde se considere trabajar en todas las centralidades y no solo en “las más turísticas” o “más famosas”.
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Leer másSaltos se lamenta de que durante los meses más críticos de la pandemia, los negocios de ciertas zonas resultaron más afectados que otros, ya que al no tener visitantes o clientes, debieron cerrar sus puertas de forma definitiva. Y es por ello que una de las tareas que debe tomar en consideración el Cabildo es la reconfiguración del sistema de transporte público para unificarlas, sentencia.
“Lo que debió haber hecho primero la ATM es definir estas centralidades y ver cuáles tienen la potencialidad. Es decir, un equilibrio entre el norte, sur, este y oeste para lograr que la ciudad tenga una reactivación progresiva y equitativa”, argumenta Saltos, quien hace referencia a los recorridos que iniciaron en mayo pasado los buses urbanos de Guayaquil, de forma parcial, con las denominadas ‘rutas de la reactivación’.
Las futuras centralidades de Guayaquil no serán exitosas si no se acceden de múltiples formas como a pie, en bicicleta, en transporte público y particular.
Añade que de forma paralela el Municipio debe ser copartícipe de la promoción del comercio en todos los barrios para que cualquier morador tenga acceso a supermercados, consultorios, oficinas municipales... Tal como lo han sugerido en reportajes anteriores de EXPRESO, expertos locales e internacionales, como el urbanista Carlos Moreno, quien ha sido incorporado al plan de trabajo de la alcaldesa de París, Anne Hidalgo.
¿Qué es una centralidad urbana y porque es la clave para la re activación económica post #covid19? Ej. #Guayaquil #Ecuador
— Luis Alfonso Saltos (@alfonso_saltos) August 2, 2020
Abro hilo.
(el mapa es de las centralidades urbanas en Guayaquil) pic.twitter.com/ZVnoogkICK
“De esta manera la gente que vive en un determinado sector ya no tendría que dirigirse hacia al norte o el centro, ni tampoco tendría que cruzar la ciudad para acceder a un servicio”, acota. Promover la centralidad urbana implica promover nuevos centros de compra y núcleos urbanos en el territorio.
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Leer másEste, un escenario que a ciudadanos como Estefanía Pacheco, una enfermera que vive en la ciudadela Los Vergeles, en el norte, les beneficiaría. “Siempre tengo que movilizarme hacia el centro para adquirir implementos de trabajo. Utilizo dos buses, a veces más. Que en el norte existan más negocios o sectores especializados, sería perfecto”, piensa.
Andrea Ortiz, quien habita en La Garzota, piensa de forma similar. Lamenta que las distribuidoras farmacéuticas estén solo en el centro, al igual que los bares (aunque estos hoy, por la pandemia, están todavía cerrados); y las entidades públicas.
“Para cualquier trámite con el Cabildo, la Gobernación o la Prefectura, debemos movilizarnos al centro, donde están estas dependencias. Y no debería ser así. Necesitamos sucursales en otros puntos, incluso para descongestionar esa zona, tanto de usuarios como de vehículos”, agrega.
Frente a ello y a fin de ir construyendo este nuevo concepto, para el planificador urbano Carlos Jiménez es vital que hoy las autoridades fomenten la “mezcla” del uso de suelo para no repetir los casos en los que una sola avenida concentra a decenas de negocios de un solo tipo.
La mezcla de uso de suelo no se debe perder en el Municipio, que debe dispersarlos en los barrios y las centralidades que se las están definiendo en la ciudad.
Cita como ejemplos la calle Rumichaca, que es conocida por la venta de muebles, o la Ayacucho, donde se observan locales de venta de repuestos y accesorios para vehículos. “Ya no necesitamos tener más espacios que registren una “sobreoferta”. Hay que mirar a otros sectores”, agrega.
Aunque ve con buenos ojos la aplicación de la reciente ordenanza que permite la colocación de mesas y sillas en las aceras, y la de flexibilizar el uso de suelo, sobre todo en los sitios donde se concentran negocios que han funcionado por años; sostiene que el Cabildo no debe otorgar permisos a la ligera, ya que “es ahí donde tiene que intervenir y promover esta mezcla pensando en la nueva normalidad”.
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Leer másSi bien para el diseñador urbano Juan José Jaramillo, docente de la Universidad de Especialidades Espíritu Santo, las centralidades urbanas en el Puerto Principal están en proceso de consolidación, aún la urbe es “monocéntrica”. No obstante, resalta zonas que han logrado tener más actividad comercial en los últimos años como Urdesa.
“Las centralidades son buenas debido a que pueden descongestionar áreas muy congestionadas, pero hay que diversificar y dinamizar ciertas zonas para que tengan un mercado atractivo. Es un proceso largo y a Guayaquil se le ha hecho mucho más. Solo en la Francisco de Orellana duró cerca de 20 años”, subraya el también catedrático.