Avenida del Bombero en Guayaquil
La avenida del Bombero registra un alto flujo vehicular en las mañanas. Los atolladeros se forman, en la mayoría de ocasiones, durante el ingreso de estudiantes a dos instituciones de la zona.FRANCISCO FLORES

Limitar giros y definir zonas de corredores para aliviar el tránsito en Guayaquil

Las avenidas del Bombero y Carlos Julio Arosemena registran atolladeros a diario.  Analistas sugieren opciones

Eran las 07:35 del pasado lunes y la fila de autos se extendía en al menos 500 metros sobre la avenida del Bombero, en el oeste de Guayaquil. Algunos autos que salían de dos instituciones educativas intentaban integrarse a la vía principal, generando que conductores presionen sus bocinas o adelanten sus vehículos para no darles paso. Todos circulaban a baja velocidad por la congestión.

El tramo que une esa vía con la avenida Carlos Julio Arosemena recibe una alta carga vehicular de lunes a viernes., sobre todo en horas pico.

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Gloria Fernández, residente de la ciudadela Miraflores, dijo vivir a diario esta “estresante experiencia”. Comentó que puede tardarse incluso 30 minutos en recorrer ese pequeño tramo.

“Estoy tratando de dejar a mis hijos en el colegio antes de las 07:10 para salir y no toparme con todo el tráfico. Pero hay días en que llego tarde por algún motivo y me toca sufrir. Los carros no se mueven, otros quieren meterse en tu carril a las bravas”, expresó Fernández.

En la cuenta de X @ATM_Transito, en la que la dependencia municipal muestra imágenes en tiempo real sobre el estado de las vías en la ciudad, cada semana hay al menos dos publicaciones sobre la congestión vehicular en este punto.

Un escenario peor se registra en el viaducto que une las avenidas José María Velasco Ibarra, en Bellavista, con la Carlos Julio Arosemena, durante las tardes, entre lunes y viernes.

Pasadas las 17:00, ese tramo colapsa. Los carros que bajan de la loma de Bellavista convergen con aquellos que llegan desde la Carlos Julio Arosemena y con los que salen de la Velasco Ibarra. A pesar de que existe un semáforo en el sitio, los conductores lo irrespetan. Tampoco hay agentes de tránsito, salvo en la parte inferior del viaducto, en el tramo hacia Las Monjas, y no todos los días.

Para ir desde Bellavista hasta Los Ceibos, un conductor puede tardar hasta 50 minutos entre las 17:00 y 19:00, cuando en un ritmo normal recorrer esa ruta tarda entre 11 y 15 minutos.

Avenida Carlos Julio Arosemena
Hora pico. La avenida Carlos Julio Arosemena es otro de los puntos críticos de tránsito en el Puerto Principal. En las noches hay tramos que colapsan.CARLOS KLÍNGER

Gastón Lozada lo sufre a diario. Al hacer recorridos en su taxi para recoger a trabajadores de una industria de alimentos, obligadamente debe pasar por esta zona del oeste porteño.

“En una zona tan transitada como esta debe haber mejores medidas para aliviar el tránsito. Abajo del puente solo ponen unos conos, en la Carlos Julio (Arosemena). Pero en Bellavista no hay control, el tráfico es impresionante en un espacio pequeño. Si quieres dar la vuelta para ir a Las Monjas te demoras más de 25 minutos. El problema ya tiene años sin solución”, manifestó el conductor.

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La academia plantea soluciones al congestionamiento vial en Guayaquil

Alejandro Chanabá, docente investigador de la Espol, recordó que la construcción de esas vías, hace más de cuatro décadas, no fue planeada para soportar un alto flujo de vehículos.

El incremento en el parque automotor porteño, en los últimos años, ha intensificado la congestión vial. Y lo seguirá haciendo de no adoptar medidas.

Consultado por EXPRESO, Chanabá planteó una propuesta concreta para intentar, en algo, reducir los atolladeros en varias calles: limitar los giros a la derecha en las vías principales.

Esta medida permitiría descongestionar sectores críticos y evitar la parálisis del tráfico, especialmente en horas pico.

Sin embargo, sugirió que esta restricción sea aplicada de forma estratégica, considerando la densidad de vehículos y el flujo peatonal en cada zona.

Explicó que la propuesta implica permitir giros a la derecha cada dos, tres o hasta cuatro cuadras, de acuerdo con el volumen de tránsito en cada área.

Esta regularidad permitiría que los vehículos fluyan con menos interrupciones y se eviten los cuellos de botella que se generan actualmente en intersecciones donde se permite el giro en ambas direcciones.

“Es necesario que la autoridad de tránsito implemente una organización que responda a la densidad poblacional y al número de vehículos de cada sector”, comentó el experto.

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Para Chanabá, además, es clave definir corredores de circulación en horas pico, pero de manera diferenciada. En lugar de abrir estos corredores a todo tipo de vehículos, como sucede ahora, sería más efectivo destinarlos a tráfico liviano o exclusivamente a transporte público de línea.

Este enfoque daría prioridad al transporte colectivo y reducirá la saturación de las vías.

Académicos también han explicado a EXPRESO, en ocasiones anteriores, sobre la aplicación de horarios laborales escalonados para reducir el número de autos en las calles. Otros, como el urbanista Carlos Jiménez, han propuesto que en las horas de mayor circulación se cobre por rodar a los conductores.

“Yo estaría dispuesto. Conducir bajo el escenario actual es de terror. ¿Pagaría por rodar? Sí. Hay ciudades del mundo que cobran ya y les va bien”, señaló el ingeniero civil Bernardo Toledo.

Ante la falta de agentes por temas presupuestarios, como han reiterado las autoridades municipales, la implementación de estas iniciativas propiciarían un mejor control del tránsito a lo largo de la ciudad.

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Por ahora, la realidad es que la congestión se ha tornado más pesada de lo normal debido a los apagones. El guayaquileño espera medidas integrales para aplacar esta problemática, propensa a intensificarse.

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