Contaminación de buses
El dióxido de carbono emanado por los autobuses también tiene un efecto negativo en la salud de las personas y contribuye al calentamiento global.Jimmy Negrete

La llegada del coronavirus a una ciudad que “ya enferma”

El temor al contagio de la enfermedad recuerda reclamos de ciudadanos vulnerables por sus condiciones de vida Salud guarda silencio

No es necesario contagiarse de algún virus para que la salud decaiga. En el caso de Guayaquil, los peligros medioambientales de la propia ciudad se han convertido en la piedra angular del debate sanitario, que ahora salta una vez más por el temor de los afectados a enfrentarse con desventaja a enfermedades como el nuevo coronavirus.

Un caso concreto de dicha contaminación es el de vía a la costa. Allí, por años, los habitantes del sector han atribuido sus alergias y problemas respiratorios al polvo desprendido por la explotación de las canteras de la zona. “Lamentablemente no contamos con estadísticas ni reportes, porque las personas afectadas no quieren ser identificadas o señaladas. Sin embargo, esas partículas microscópicas están presentes en el aire que respiramos”, recuerda Guillermo Ayala, presidente de la Federación de Urbanizaciones de vía a la costa.

Aun así, reconoce que la paralización obligada de las canteras producto de la clausura ha ayudado a mejorar la calidad del aire que se respira. Además, las lluvias han asentado todo ese polvo y lavado prácticamente todo lo que tenía cubierto.

Al ser una situación con la que han vivido por años, sumada a los focos contaminantes que constituyen las fábricas de harina de pescado o balanceado y empacadoras de mariscos, así como las descargas de aguas negras “sin un tratamiento adecuado”, asegura el líder, sí es probable que esa porción de habitantes se vea en desventaja si llegaran a adquirir una enfermedad como el COVID-2019.

Canteras
Aunque actualmente fueron clausuradas las canteras sin permisos, los habitantes dicen sentirse afectados por las enfermedades que desarrollaron durante sus actividades.Archivo

Sin embargo, el caso de ese sector es nada más una muestra de la vulnerabilidad que pueden experimentar los guayaquileños en su salud, explica Francisco Plaza, coordinador general de Fumcorat (Fundación Médica Contra el Ruido, Adicciones y Tabaquismo). El también médico cita casos como la exposición de los ciudadanos a la emanación de dióxido de carbono de la transportación pública en la ciudad y los malos olores causados por las lagunas de oxidación, tal como lo publicó en la última semana este Diario.

En este último caso, incluso, varios neumólogos confirmaron que dicha exposición a los malos olores puede provocar a largo plazo una afectación a las vías respiratorias, así como el incremento del riesgo de desarrollar problemas cardiovasculares. Ambas son condiciones de riesgo para desarrollar, en caso por ejemplo de adquirir el coronavirus, una enfermedad más grave, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Según Plaza, un dato clave en este tipo de situaciones médicas también es el nivel del estrés al que se someten quienes viven con ruido, mal olor o en sectores contaminantes, como al pie del estero Salado. Eso provoca un deterioro en el sistema inmunitario de las personas, agrega.

Este ambiente contaminado y lleno de estrés en el que vivimos nos vuelve mucho más vulnerables a sufrir cualquier tipo de infección, no solo por el coronavirus. Esto baja nuestras defensas orgánicas. No solo es un atentado a la salud de las personas, sino también al medioambiente. Nuestros pulmones ya los están destruyendo

Francisco Plaza, coordinador general de Fumcorat (Fundación Médica Contra el Ruido, Adicciones y Tabaquismo)

Sin embargo, el doctor achaca a las autoridades una falta de seguimiento y datos reales de cómo se está enfermando a la gente. “En el caso de la calidad del aire, el último estudio serio y completo que se hizo fue en 2006 con la Escuela Superior Politécnica del Litoral (Espol). De ahí para acá, lo único que se ha hecho son estudios aislados. Y la autoridad de salud debería estar completamente involucrada e interesada en estos temas”, señala.

Este Diario consultó vía correo electrónico al Ministerio de Salud Pública (MSP), Zona 8, para conocer las medidas que se tomaron con las personas que reportaron una afección a su salud, a causa de ambientes contaminantes dentro de la ciudad. También si acaso se consideraba a los afectados como una población en riesgo frente a la llegada de una pandemia como el COVID-19; si se han preocupado por atender dichas problemáticas desde su origen, de qué manera y bajo qué estudios se apoyan para resolverlo. Sin embargo, hasta el cierre de esta edición no obtuvimos respuesta.

Pero el silencio no es nuevo. El año pasado, cuando aumentaron las quejas por la explotación de canteras en vía a la costa, el Ministerio de Salud tampoco respondió.

Por parte del Municipio de Guayaquil, el anuncio de la colocación de una ‘red de monitoreo de la calidad del aire para Guayaquil’, hasta 2018 registraba retrasos. Hasta esa fecha, solo se había colocado una de las cinco estaciones que debían instalarse. En total son ocho y debían empezar a arrojar datos desde el año pasado. Este Diario llamó a Bolívar Coloma, director municipal de Ambiente, para conocer si hay avances al respecto. También le dejamos un correo a su equipo de prensa, pero no contestaron.

Para la bióloga y docente Natalia Molina, es importante que Guayaquil tenga datos concretos de lo que está enfermando a su población, con la finalidad de obtener respuestas y por consiguiente soluciones a tiempo. “Es verdad que la falta de atención al medioambiente es un tema que se ha prolongado y no se han tomado las medidas necesarias a tiempo. Y tampoco es algo que se puede arreglar de la noche a la mañana. Y sí, hay focos de infección; pero solo la ciencia podrá determinar si somos más vulnerables a las enfermedades”, dice.

Por su parte, Wilson Tenorio, nuevo presidente del Colegio de Médicos del Guayas, advierte, al igual que Plaza, que la exposición a esta contaminación “indudablemente afecta la salud de la ciudadanía” y la vuelve más vulnerable frente a nuevas enfermedades. “El Departamento de Ambiente y la Dirección de Salud e Higiene del Municipio tienen parte de esta responsabilidad en casos concretos. Pero también es (responsabilidad) del Estado, que debe vigilar y garantizar un ambiente saludable”, manifiesta.

LAGUNAS DE AGUAS SERV (31406453)
Los hedores atribuidos a las piscinas de oxidación en el norte son motivo de molestias para los vecinos.Miguel Canales Leon