Guayaquil: La luz no llega ni al final del túnel en los pasos peatonales
Al menos siete cruces permanecen a oscuras y dan refugio a consumidores e indigentes. Hay robos permanentes. Exigen la intervención del Municipio
No es un problema nuevo. De hecho EXPRESO lo abordó en el 2018 y aunque la ayuda llegó, desde hace un año los pasos peatonales de Guayaquil permanecen otra vez en tinieblas; y ahora hasta se han convertido en hoteles de paso.
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Leer másEn el norte y el sur, salvo algunas excepciones, la realidad en la que se encuentran es deprimente y, en algunos casos, “aterradora”. En José de Antepara y García Goyena, un paso peatonal oscuro, sin lámparas, ni focos, y con paredes garabateadas, basura y trapos que cuelgan de las barandas, recibe a los escasos peatones que se atreven a traspasarlo.
Carlos Rodríguez y Guillermo Pineda habitan hace décadas en el vecindario, y advierten que la obra, en la que hoy - como lo comprobó este Diario- duermen consumidores e indigentes, quienes tienen hasta colchonetas en los puentes, desde un inicio fue mal planificada; razón por la que “la obra se ha deteriorado”.
Y es que la obra, que se conecta con una pared de la Sociedad Ecuatoriana Pro Rehabilitación de Lisiados, a decir de Rodríguez, no se enlaza con una puerta de ingreso a la institución u oficina, ni tuvo ascensores para movilizar a los pacientes, que fue la razón por la que se la construyó. “Esa falta de planificación obligó a hacer una superestructura de rampas, que al final se constituyó en un obstáculo al acceso a los vecinos. Todas esas trabas nos restringieron el paso. Fueron los viciosos quienes se aprovecharon del escenario”, advierte, al sugerir que la estructura “inservible y contaminante” sea derrumbada.
Dejé de usar los pasos peatonales por el miedo que transmiten. No son seguros, te roban o hay gente merodeando. Estos espacios deben ayudar al usuario, no ahuyentarlos, y eso pasa.
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Leer másPara Pineda, quien ha sido testigo de los sobresaltos y gritos que sus vecinos lanzan cada vez que son asaltados, el Cabildo debería -si rechaza la idea de desaparecer la obra- mejorarla. “Todos esos desniveles que tiene y que solo sirven para esconder al delincuente, deben desaparecer. Al paso, o lo hacen funcional y seguro, o lo quitan porque es un riesgo. En él las parejas tienen hasta relaciones sexuales. Y, ¿sacarlos? Es imposible. Vas, te insultan, te amanezcan...”, cuenta.
Pero este paso no es el único en esas condiciones. Al menos en cuatro ubicados en la avenida 25 de Julio, los peatones prefieren no usarlo y pasar sobre la vía, aún cuando esto es un riesgo debido a la cantidad de vehículos que sobre ella se desplazan.
Consultado sobre esta situación, el Cabildo no se ha pronunciado. A través de un correo electrónico, EXPRESO preguntó qué tipo de intervención se haría (o si estaba prevista) en el cruce de Antepara y García Goyena, y qué se prevé hacer para evitar que el resto de pasos, incluido el levantado al pie de la terminal terrestre, continúen en tinieblas, teniendo en cuenta que el origen de la problemática se da por el robo de las luminarias; sin embargo, hasta el cierre de esta edición, no hubo respuesta.
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Leer másEn la 25 de Julio, uno de los puntos conflictivos es el ubicado al pie de los bloques de Las Acacias, donde solo este año al residente Daniel Peña le robaron dos veces. La primera vez, en enero, mientras se trasladaba con su abuelo y la segunda, en marzo, con su mascota. “La primera vez no hubo violencia, pero nos quitaron todo, hasta los zapatos a mi abuelo. Solo lo había llevado a pasear y casi muere de un susto. En estos espacios no ves la luz ni al final del túnel, es ir a ciegas, y por eso me he prometido no poner un pie en él jamás”, lamenta.
Los cruces, todos, necesitan iluminación permanente con protección e intervenciones continuas. Hay que evitar la insalubridad, los sitios huelen mal. No hay seguridad de ningún tipo.
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Leer másEn la terminal, donde los peatones se guían apenas por la luz de las vallas publicitarias colocadas cerca del paso, la queja viene sobre todo de los viajeros, quienes llegan hasta con maletas.
“A veces hay un guardia en una de las esquinas, pero no es siempre y eso es agobiante”, se queja Marina Espinosa, guayaquileña que trabaja en Daule, y cada noche -alrededor de las 20:00- utiliza el paso para cruzar hacia la estación de la Metrovía; y en su ruta esquiva desde jóvenes que usan las gradas como sillas, o adultos mayores que duermen en las esquinas. “Es preocupante, un riego permanente: para ellos, nosotros. Todos...”.