Madrugar no evitó el colapso de la ciudad
El aforo limitado y menos horas para comprar generó mercados, calles y una Bahía abarrotada Los controles pasaron desapercibidos
Fue el colapso de la ciudad. Las medidas tomadas en esta semana por el COE Nacional y Cantonal no evitaron ayer las aglomeraciones. La Bahía de Guayaquil, el sitio que precisamente ha estado en la mira de las autoridades por reflejar desorden y descontrol en las últimas semanas, nuevamente se repletó de personas. De familias enteras que recorrieron el lugar buscando obsequios de última hora y de vendedores informales que, una vez más, se instalaron para ofrecerlos sobre las veredas, carretas o hasta en los postes.
Hay un leve incremento de casos de coronavirus en Guayaquil
Leer másComo un infierno, así describió Susana Alvarado, habitante de Sauces 4, el ambiente que en el espacio comercial se vivió. “No puedo ni caminar, cada metro de la Bahía está lleno. He pisado ya juguetes, batas de dormir y hasta artículos de cocina. La gente me respira en el rostro y la espalda, me grita en el oído. Los comerciantes no están usando mascarillas. Este sitio es un infierno. Me arrepiento tanto de estar aquí”, lamentó; mientras buscaba la manera de tomar un taxi.
Alvarado asegura que llegó al lugar pensando que, como habían anunciado una serie de controles para evitar los amontonamientos, estos no se darían. Sin embargo, los agentes metropolitanos y de tránsito que por el sitio se desplazaron resultaron escasos. Tanto que se perdían entre la multitud.
“Tras el anuncio, las reservas comenzaron a cancelarse”
Leer másEl tráfico fue otro problema. En las calles Olmedo, Chimborazo, Ayacucho, por citar solo algunas, los conductores no podían circular a más de 15 kilómetros por hora, por la cantidad de peatones que cruzaban.
“No entiendo por qué salí. Pensé que habría control, pero esto es un caos. No encuentro parqueo y aquí el virus está que brinca de persona en persona. Ni loco bajaré del auto. Me iré”, precisó el residente de la ciudadela Nueve de Octubre, Hugo Ladines, quien había llegado a la Bahía para comprarle unos zapatos deportivos a sus hijos.
“Si hubiese tenido dinero antes, no estaría aquí hoy. Esta Navidad no habrá regalos y me apena porque mis hijos son niños. Su ilusión es tener algo bajo el árbol”, lamentó.
En el centro, los mercados y los malls del Puerto Principal, el ambiente que hubo fue el mismo. Todo estaba abarrotado y al igual que en la Bahía, los cubrebocas, en algunos casos, eran utilizados como gargantillas, llaveros o hasta diademas.
Guayaquil sin parques, malecones y otras medidas por al menos 15 días
Leer másEn los exteriores del centro comercial Plaza Mayor, en la Alborada, alrededor de las 11:00, decenas de familias se volcaron para comprar desde blusas hasta rosas, pan de pascua y especias para elaborar la cena.
“Tengo un poco de miedo de estar aquí, pero me toca. Ahora, con el teletrabajo, los niños todo el tiempo en casa, las nuevas restricciones, el tiempo se te acorta. Hoy he podido tomar un respiro a todo y he aprovechado para comprar los regalos de mis niños y mis padres”, detalló Lili Prado, habitante de la cuarta etapa de la Alborada.
Al sur de la urbe las escenas no fueron diferentes, en el mercado de las Esclusas había tantos vendedores como clientes que algunos pasaron rociándose alcohol por el temor al contagio al coronavirus en medio de la multitud.
“No pensé encontrar tantas personas en el mercado, vine a comprar porque siempre falta algo”, comentó Tania Duarte, quien vino desde General Villamil Playas para pasar con sus hijos.
Duarte contó que se levantó a las 05:00 para preparar el almuerzo, así temprano podrá dedicarse a alistar la cena. La familia quiere estar desocupada a las 17:00, porque quieren participar de la misa que este año, por el toque de queda, no será a las 23:00.
Alrededor del mercado se ha formado otra bahía. “Este año hay más vendedores, quizá sea por los que sacaron del centro de Guayaquil”, dijo Lady Salazar, moradora del sur.
El papa celebra la Misa del Gallo más solitaria llamando a la fraternidad
Leer másLos comercios abrieron sus puertas más temprano, pero madrugar no liberó a los clientes de hacer las largas filas. En los centros comerciales se necesitaron horas para poder hacer las compras de última hora.
La situación fue más difícil para quienes recién estaban haciendo una columna de una cuadra para llegar a la ventanilla del banco para cambiar un cheque y entonces recién hacer la fila para hacer las compras. “Deseamos agradecer a Dios por estar con vida, pero no podemos dejar de tener la cena; en mi familia eso es una tradición desde mi abuelo, cuando daba de beber whisky al pavo y la abuela se ponía a desplumarlo. Ahora es más fácil, no hay que pasar por ese proceso”, mencionó Juan Zurita, mientras caminaba con el pavo listo para meterlo al horno; él decidió ir caminando a casa porque no había taxi.
Llegué de Playas para pasar con mis hijos el 23. Salí al mercado, porque siempre falta algo.
Las filas se formaron hasta fuera de los locales que venden los pavos y piernas de cerdo horneados. En el Sabrosón, Sabrosito y Sanduchón se instalaron señalética para que los clientes mantengan la distancia.
“Hemos asignado a un colaborador para que solo esté pendiente de que las personas mantengan la distancia de dos metros”, indicó Estela de Peralta, propietaria del Sabrosón.
La presencia del virus no aumentó los cuidados. Este 24 de diciembre fue el mismo de siempre en la ciudad.
A través del sistema de videovigilancia de la @cscgye, seguimos viendo cómo un grupo de ciudadanos irrespeta el distanciamiento, provocando aglomeraciones en un sector de la ciudad. ¡Es momento de ser responsables y entender que el Covid-19 no ha desaparecido! #NoTeConfíes pic.twitter.com/wT9uJ4dvZP
— Cynthia Viteri (@CynthiaViteri6) December 23, 2020
Este 24 de diciembre planificaron trabajar hasta las 16:00 cuando el año pasado fue pasado de las 20:00, el cambio es por las últimas medidas que tomó el Gobierno.
Aunque este es el quinto año en que mantiene el precio, 3,10 dólares la libra de pavo o cerdo, estima que el incremento de venta en relación al 2019 sea de un 20 %.
Avanzando el recorrido por las tiendas íconos de la ciudad, igual había fila para ingresar.
Los locales formales fueron disciplinados en respetar el aforo reducido; después de que días atrás el Municipio de Guayaquil clausuró varios almacenes que desobedecieron la medida de bioseguridad.