EL RETO DE SER MAESTR o sombra
El maestro integrador (o sombra) acompaña al estudiante durante la jornada escolarJOFFRE FLORES

Maestros sombra: El reto emocional de brindar acompañamiento

Ser tutor integrador demanda estrategias hacia niños con necesidades especiales Casi mil alumnos padecen autismo en Zona 8

Empieza con un diagnóstico o sospecha por parte de expertos. Luego, que un niño con necesidades educativas específicas (NEE) requiera del apoyo de una maestra integradora (o ‘maestra sombra’) en su jornada educativa será decisión de sus padres, y de ser así, conlleva una gran responsabilidad para la profesional elegida.

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No es una labor fácil 

Es una labor que les demandará bastante en lo físico y sobre todo lo emocional, mientras se asiste en la conducta y desempeño académico de un niño que requiere un mayor desglose y que fácilmente se puede distraer.

Porque acompañar a los niños tampoco es del todo tierno: ‘‘No es un trabajo para cualquiera. Requiere de mucha paciencia y de implementar siempre nuevas herramientas estratégicas, pues la escuela es un lugar de muchos estímulos que pueden afectar su comportamiento’’, testifica Lisbeth Laz, quien fue maestra sombra de un pequeño diagnosticado con TEA (Trastorno del espectro autista).

Esta misma condición padecen 974 alumnos de la Zona 8 (Guayaquil, Durán y Samborondón), según datos proporcionados a EXPRESO por el Ministerio de Educación. 

EL RETO DE SER MAESTRo sombra
La madre de familia mantiene un contacto constante con la institución educativa y el grupo que brinda el apoyo terapéutico.JOFFRE FLORES

Laz explica que dejó de trabajar con el niño, pues estaba sufriendo las consecuencias de una falta de ‘‘bases conductuales’’, evidenciadas en moretones y cicatrices de arañazos que el estudiante le dejaba.

‘‘El vínculo que yo tenía con él se vio afectado, porque venía de una familia que era muy permisiva; yo era limitante, por lo que me vio como una enemiga y rechazaba mi apoyo. Tampoco había una atención curricular -necesaria- en la escuela donde él estaba’’, contó a EXPRESO, concluyendo en que -quizá- al niño le iría mejor con otra tutora. 

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Triangulación: Escuela-Familia-Maestro integrador

Los profesionales indican que la fórmula de éxito en tratar a un niño con NEE es una efectiva ‘triangulación’, entre institución educativa, familia y profesionales integradores. Esto lo explica Andrea Cruz, coordinadora del Centro Terapéutico ‘Mix up’, que capacita a profesionales para que puedan ejercer el rol de tutor de estos niños con NEE. ‘‘Estos niños en particular necesitan este servicio por la comunicación, porque les cuesta tenerla, además de razones conductuales’’, contó Cruz. 

Ella también detalla que al ser escasas las formas de capacitarse para este rol, es necesario que las tutoras estén aprendiendo constantemente sobre los diferentes trastornos y casos que pueden presentarse. Además, una participación activa de todos los involucrados en la educación del niño: ‘‘todo avanza, las necesidades también. Por lo que es esencial el trabajo en equipo con todas las partes. Todos en el mismo bote’’, dijo. 

Priscila Terán cuenta la experiencia del primer año de su hijo, Joaquín, con un maestro integrador. Él estudia en la Unidad Educativa Abdón Calderón (IPAC): ‘‘Mi hijo tenía reacciones agresivas. Ya no, gracias al trabajo del maestro sombra y las terapias particulares. Es un apoyo, porque así sé cómo le va en la escuela y fuera de ella’’, contó a EXPRESO, destacando que siente seguridad por la metodología aplicada por la institución, pero acotando también que lo que realmente le preocupa es cómo lo trate el mundo exterior, pues ‘‘todos deberían adaptarse a ellos’’, sostiene. 

EL RETO DE SE
Son alumnos que requieren especial asistencia, para que mantengan el aprovechamiento académico.JOFFRE FLORES

Un lazo que marca de por vida

Lo difícil, entonces, es establecer el correcto vínculo entre tutor y alumno: ‘‘Se necesita un carácter fuerte, tienes que regularte bastante’’, relata Franz Quevedo, quien ejerce el rol de maestro sombra. ‘‘Mi primer caso fue un niño agresivo, te mordía, pateaba. Teníamos que contenerlo físicamente, con técnicas aprendidas, para que no se autolesionara. Tienes que ayudarlo a regular su cuerpo. De a poco, con tratamiento, el niño ya se regulaba con las palabras’’, contó. 

Quevedo tiene siete años de experiencia y ha trabajado con varios alumnos que requieren sus servicios, recorrido que le permite aconsejar sobre la carga emocional que conlleva el oficio: ‘‘A veces no notas avances en un niño, los cambios son mínimos y te lleva a un quiebre emocional; te dices a ti mismo ‘¿qué hago mal?’. Varias veces entré en depresión por eso, y tengo que acudir periódicamente a terapia para regular mis emociones. Es importante estar bien, porque los niños te leen y también les afecta’’, explica. 

El profesional confiesa que seguiría haciendo este trabajo por lo gratificante que es -a pesar de todo- ver que un niño está autónomamente encaminado en su vida, ‘‘sabiendo que no va a ser ningún tipo de ‘carga’ para la sociedad y mucho menos para su familia. Porque me llena la gratitud haber hecho algo por la vida de un niño’’, sentenció.

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