El malecón de Samborondón, fuera del radar del turista
Actividades que den vida al río y la promoción de los atractivos que rodean la estructura, entre las ideas para revivirla
En menos de una hora, desde Guayaquil, el ambiente saturado de hormigón y de ruido cambia radicalmente. Para llegar a este sitio solo hay que pagar una estación de peaje. Una moneda de $ 0,50 es la entrada.
Samborondón apuesta por murales barriales
Leer másLa entrada de la cabecera cantonal de Samborondón anuncia el inicio de paisajes que aún quedan por ver. Apenas ingresa, hay que girar a la derecha.
Al lado derecho hay un gran campo verde; a la izquierda también, pero menos denso. Se divisan algunas edificaciones.
A pocos metros, se distingue el río Samborondón y a su vez, un extenso malecón. Pocos árboles se observan. Unas vacas blancas y cafés están fuera del borde del malecón, en río; mugen. La gente las mira. Unos hombres tratan de arrearlas y atarlas a una canoa pintada, a lo largo, de amarillo, azul y rojo.
(Lo invitamos a leer: El turismo por un día ayuda al sector, pero no es suficiente)
Nadando, dos vacas cruzarán el río. Un ternero no se quiere esperar a que los hombres vuelvan. Sin miedo, se mete al río. Todos gritan por la cría. Llaman a los hombres para que regresen, no lo hacen. La pequeña vaca va tras de su madre. Todo un espectáculo visual.
Sin embargo, a Enrique Aguirre, quien trabaja recolectando conchas, le parece incorrecto que el malecón sea usado “de potrero”. A él le gustaría que la Municipalidad del cantón intervenga en los espacios de este sitio y los adecue para que sean atractivos para el turismo.
Aguirre sugiere que esa zona, donde los agricultores hacen que paste su ganado sea una playa artificial. Que haya cabañas, donde puedan expender alimentos, pero sobre todo que en el borde externo del malecón no haya basura ni restos de comida. “Aquí hacen lo que les da la gana; nadie dice nada, no hay alguien quien cuide. Aquí hacen y deshacen; puro borracho hay”.
A lo largo del malecón, hay grupos de hombres que se reúnen a beber desde antes del mediodía. Aguirre denuncia que, debido a la falta de interés municipal, los turistas “pasan de largo”, no se detienen porque, a su criterio, “no hay atractivos”.
“Refrigerar la ciudad a gran escala como Medellín es una obligación”
Leer másCon él concuerda Miguel Chiriguaya. “No me gusta cómo tiene (el malecón) el alcalde”. Comenta que muy pocas veces lo limpian. Además, expresa que el alcalde Juan José Yúnez debería adecuar el espacio del camal, que ahora luce cerrado, para que sea un espacio gastronómico y él como sus compañeros que pescan y/o capturan moluscos puedan ofrecérselos a los turistas en diversos platos típicos de la zona. “¿Para qué tiene cerrado ese camal?”, se pregunta.
Pero no todo se difunde, denuncia Andrea Alarcón, ni los paisajes que hay a la entrada de la cabecera cantonal, “son bonitos”, tampoco los locales de comida que están ubicados en el malecón. No obstante, cree que debería ofrecerse más cosas. Recomienda que, en la playita, que está al término del malecón, debe haber un patio de comidas; de esta forma, “la gente podría disfrutar de la comida y del río”.
(Lo invitamos a leer: El ecoturismo, sin rumbo en Santay)
La experiencia de la recolección de mangos también debería ser una actividad que el Cabildo puede promocionar turísticamente, ya que, al cruzar el río, muchas casas tienen plantados estos grandes árboles. “Eso es bonito y se disfruta cogiendo mangos”. Para eso, Alarcón indica que el Ayuntamiento podría invertir en las canoas para que sean más vistosas.
Antonio Jiménez
Morador de Samborondón
Pero que las promocione, exclama Pedro Pinaloa. “Aquí hay canoas equipadas con chalecos y todo para atender al turista como debe de ser”. El paseo en el río es lo más atractivo que hay, pero no para bañarse. ¿Quién se va a bañar allí?, “mire esa agua”, dice. También cree que se debería ofrecer platos típicos, porque antes, “el turista venía por el seco de gallina, no por un encebollado, eso no”.
Clara Chiriguaya tiene su local de comida en el malecón. Ella, al igual que sus coterráneos, afirma que falta promoción mediática de lo que tienen y venden, como las artesanías, el arroz, las roscas, para que la gente sepa qué tiene Samborondón. Como una olla precolombina, que está en el recinto Isla de Silva, menciona Manuel León, secretario del grupo de canoeros. “Le dicen la Olla de Simón Bolívar”. A ese sitio se puede acceder en canoa.
(Lo invitamos a leer: Enfocar la Aerovía al comercio y turismo, rutas para darle utilidad)
Reforestar Guayaquil integrando ecosistemas
Leer másFélix Bajaña, morador del recinto, cuenta que la olla estaba enterrada y como la tierra fue cediendo, cayó al río. Este objeto fue encontrado hace más de 50 años por unos pescadores de corvina; la sacaron con una máquina. Ahora está en tierra; “espero que vengan a conocer, pero la venida está difícil, solo se puede ingresar cuando la marea está alta”. Aquí también esperan obras porque en marea baja el acceso es complicado.
Por otra parte, León sostiene que es menester que la Alcaldía o la Prefectura del Guayas invierta en el muelle porque está oxidado y se está deteriorando. La plataforma está rompiéndose y las boyas están con huecos, ahora en ella ingresa el agua.
“Los canoeros enviamos una solicitud a la Prefectura del Guayas, pero no hemos tenido respuesta, tampoco del Cabildo”, denuncia. A eso le suma el estado de los baños, que no están operativos todo el día. También deben dar seguridad. A su criterio, los turistas desean sentirse protegidos, aunque no se han registrado casos delincuenciales, expresa.
Además, piden que se pinten las estructuras de malecón para que se lo vea más atractivo y lo llenen de iluminación, manifiesta la ciudadana Blanca Castro. A todo lo antes mencionado, Castro sostiene que se deben crear más fuentes de ingreso para que la ciudadanía pueda emprender.
Consultado sobre las acciones y proyectos que se prevé realizar en la estructura a fin de atraer al turista, EXPRESO solicitó una entrevista al alcalde de Samborondón, que aseguró que este martes 7 de mayo la daría.
Guayaquil: La Benjamín Rosales, con la promesa de un giro urbano
Leer másMientras tanto, para urbanistas como Nicolás Calderón este espacio, al que considera un diamante en bruto por explotar, requiere no solo de acciones como las que sugieren los habitantes que, asegura, son correctas; sino que necesitas de una intervención integral.
Para él en la estructura, por ejemplo, resulta ideal levantar un parque, restaurantes y cafeterías, además de una ciclovía.
“Sería fascinante tener un corredor gastronómico en las orillas del río. Un corredor con luces, lleno de murales y mobiliario urbano que dé sombra y facilite el encuentro. Este malecón puede convertirse en una gran obra”, argumenta Calderón, que exhorta a que en el muelle se faciliten incluso los paseos en kayak.
(Lo invitamos a leer: El turismo de quienes regresan, un nicho por explorar en Guayaquil)
A Darío Sánchez, quien habita en Ciudad Celeste, esta última idea le parece más que necesaria. “Yo viajaría sin pensarlo a la cabecera cantonal para tener algo distinto que hacer en La Puntilla. En El Buijo (La Puntilla) pienso que se puede hacer exactamente lo mismo. Samborondón tiene áreas que no han sido tomadas en cuenta y que pueden ser ese imán para atraer a turistas locales y extranjeros. Al Gran Guayaquil le urge tener una oferta turística, esa es la gran deuda pendiente. Lamentablemente, nadie le apuesta aún a los lugares naturales”, piensa el también ingeniero civil.
Para leer más información de este tipo, ¡SUSCRÍBETE AQUÍ!