Media década a la espera de frenar las carreras clandestinas
La ciudadanía de Guayaquil y Daule exige un plan eficaz para evitar los disturbios y la inseguridad en las vías. En 2022 la ATM multó a 342 personas
Las carreras de motos clandestinas han sido una problemática que lleva afectando a los ciudadanos de Guayaquil, La Puntilla (Samborondón) y Daule, por más de cinco años. Todos saben que los jueves son las “dichosas carreras”. Las familias y conductores conocen las rutas y, por temor y la aglomeración y bulla que generan, hay quienes evitan ser testigos de estas.
Una caravana de motos ‘tuning’ se toma las calles los jueves
Leer másVía a la costa, la Alborada, Samanes, en sí toda la Francisco de Orellana, al igual que la avenida León Febres Cordero (hasta el límite con La Puntilla, en Samborondón), son apenas algunas de las que se han convertido en la pista de carreras de estos motorizados hace más de cinco años, a decir de los habitantes de estos barrios; que denuncian estar hartos y no recibir ningún tipo de solución, pese a los repetidos reclamos.
“Nadie hace nada, y lo peor es que el Municipio y la ATM, en Guayaquil; así la CTE en el resto de cantones, está al tanto de lo que ocurre. El problema es que hay medidas y sanciones tibias. A mí realmente me indigna ver el relajo que hacen, hay quienes hasta buscan intimidarte. ¿Qué tipo de carrera es esta?”, señala Armando Torres, residente de La Aurora (Daule).
En Samanes, donde cada jueves pasadas las 22:00 se ve rodando a decenas de motociclistas que llevan consigo incluso enormes parlantes, Nadia Mercado ha denunciado el desorden que provocan al no dar paso a los conductores y peatones, e irrespetar las señales de tránsito.
“Estas personas, que son el terror de las vías, porque hasta armados suelen ir y eso lo sabe bien la Policía; hacen lo que les venga en gana. Tienen un circuito ya marcado, que los jóvenes lo conocen, los escolares. Lo conoce todo el mundo, pero claro, no las autoridades. Para ellos sí que esto es nuevo, que no tienen pistas le dirán siempre”, se queja.
Los operativos no frenan la circulación de dos personas en una misma moto
Leer másLlevo ya dos años sin poder dormir bien los jueves. Y esto se reclama, pero nadie lo soluciona.
Frente a esta situación, EXPRESO consultó a las autoridades de tránsito cuál es la razón por la que este tipo de actividades se mantiene vigente y no ha logrado ser frenada por nadie. El cuestionamiento se lo hizo a la Agencia de Tránsito y Movilidad (ATM), a la Comisión de Tránsito del Ecuador (CTE) y a los municipios de Guayaquil y Daule, que a decir de la comunidad, debieron también tomar medidas sancionatorias, pero hasta el cierre de esta edición nadie respondió.
Apenas en un boletín de prensa, la ATM detalla que el número de citaciones que emitió a los motociclistas que se dedicaron a esta actividad llegó a 342. Una cifra que para la comunidad es absurda. “En cada competencia cometen de 20 a 30 infracciones. Si no matan a alguien, poco les falta. Hacen dizque hasta piruetas, se trepan y cruzan parterres. Giran en sitios indebidos. Es todo un circo. Un condenado circo”, critica Raúl Melo, de la XIII etapa de la Alborada.
En un recorrido realizado, este Diario constató el ruido que generaban cerca de Álamos Norte, en Guayaquil, y en el vial 1 de Villa Club (Daule). En este último tramo, la bulla perturbó también a las familias de Casa Laguna. En el vial, los motorizados aceleraban sus vehículos una y otra vez, mientras la música retumbaba y se mezclaba con la risa y gritos de sus conductores.
Las veredas de Guayaquil son usadas como un carril más por los motociclistas
Leer másEXPRESO quiso hablar con los motorizados y saber por qué, si hay una norma que lo prohíbe, siguen practicando la actividad; y por qué portan armas y parlantes, como lo ha denunciado la comunidad, pero se negaron a dar declaraciones.
“Vivo con un miedo a que saquen pistolas o cuchillos cuando paso cerca de ellos. Ya han disparado al aire, los he visto. Me aterra ser víctima de una bala perdida. Hasta la respiración se me va si los veo”, señala Amanda, comerciante de la parroquia urbana La Aurora, que por su seguridad pide que su nombre quede en el anonimato. “Vi sus armas y los confronté de forma pacífica y aún así me amenazaron. Me dijeron que no sea sapa y que los deje vivir, todo esto mientras me apuntaron”, detalla a EXPRESO.
Es como si lo hicieran para marcar territorio. Lo preocupante es que nadie los frena.
“Vienen los jueves y se toman la vía como si fuera suya. No les he reclamado porque conozco a vecinos que lo han hecho y se han salvado de que les caigan a golpes. Y es que los rodean si algo no les parece. Es una forma de intimidar. Nosotros estamos solos en este problema. Cinco años ya así”, asegura Alberto Rivas, residente de Samanes.
En vía a la costa, donde se repite este patrón, el residente Raúl Zurita señala que muchos de estos conductores asisten a estas zonas entre jueves y viernes para generar desorden. “Es como si lo hicieran para marcar territorio. Lo preocupante es que no hay un gobernante que haya intentado frenarlos. Urge sanciones, que la ATM trabaje también en la noche”, señala.