El miedo escala y paraliza al usuario del transporte público
Esta 10 de enero la afluencia fue poca en las calles de Guayaquil. Hubo usuarios que se bajaron de los buses y decidieron, al final, no ir a trabajar
Un día después de la jornada del terror registrada en Guayaquil, los ciudadanos salieron a las calles para intentar seguir con su cotidianidad, aunque no fue fácil y en muchos casos no fue posible. Este 10 de enero fue un día atípico: con negocios cerrados, vías sin tráfico, paradas de buses y estaciones de la Metrovía sin gente, y pasajeros con miedo.
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Leer másAunque el servicio del transporte público urbano y masivo en la ciudad se reanudó desde las 05:30, en la ciudad fueron pocos quienes se atrevieron a subirse a las unidades y alimentadores. Que no sentían las garantías de protección necesarias para hacerlo, que los vehículos podían ser el blanco de un nuevo acto terrorista, coincidieron.
Roger Palermo, quien habita en Urdesa, debía trasladarse al centro de Guayaquil, donde tiene su hace poco inaugurada tienda de venta de calzado, dijo estar sorprendido de ver poca gente en las arterias. “Es como si fuera un feriado, de hecho el entorno me recuerda a los meses de pandemia. Sé que hay poca gente porque muchos trabajadores se acogieron al teletrabajo... Pero ese mismo hecho de verme solo caminando, esperando un bus, me hace sentir vulnerable. Llevo ya 20 minutos pensando qué hacer y no me decido”, argumentó; mientras en su espera, en la que finalmente optó por no ir a trabajar, veía si alguien lo seguía o si un vehículo se estacionaba.
Ese mismo miedo sintió Ana Lucía Montalván, quien alrededor de las 08:00 esperaba una unidad en la estación del colegio 28 de Mayo, en la avenida Carlos Julio Arosemena. A ella le inquietó no ver usuarios amontonados, como tampoco policías o militares merodeando.
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Me bajé del bus porque no me sentí segura, iba con las puertas abiertas, como si viviéramos en una ciudad de paz.
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Leer más“¿Dónde están, por Dios? ¿Por qué no están recorriendo la ciudad? El pasado 9 de enero fuimos víctimas y testigos de un acto terrorista. Quiero caminar con militares a un lado, quiero ver tanques de guerra merodeando. Pero no hay nada y siento pánico”, reconoció, al detallar que antes de llegar a la estación, se bajó dos veces de un bus al sentir que podían tirarle una bomba.
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“Siento pánico como nunca antes. Y ahora que estoy cerca del colegio 28 de Mayo, tengo en la retina la imagen de la estudiante afectada por esa bala perdida que cayó en su cuerpo. Quiero llegar ya al trabajo. Necesito estar entre 4 paredes porque siento que solo eso, el cemento, puede mantenerme algo resguardada”, pensó.
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Leer másDurante el recorrido que hizo EXPRESO por la ciudad, constató que en la mañana la presencia de los uniformados era prácticamente nula. En algunas de las paradas de la Metrovía, por ejemplo, hubo seguridad privada, pero los militares y policías no hicieron las rondas que los guayaquileños esperaban. En una que otra calle se vio, asimismo, a los agentes de tránsito que, finalmente, tras meses de reclamos, hicieron operativos para retener los autos que circulan sin placas o con placas adulteradas.
Por esta razón, hubo quienes en el norte optaron por caminar.
Nelson Carvajal, de 57 años, lo hizo por casi 25 cuadras para llegar a su trabajo, ubicado en Sauces 1. Él vive en la ciudadela Guayacanes.
No vi policías ni militares y eso me aterró. No hay garantía. Intenté tomar la Metrovía, pero me arrepentí.
“Es lo más seguro. Esta mañana pensé ver una ciudad militarizada, con uniformados en cada esquina o requisando mochilas, algo, pero no hubo nada. De hecho vi carameleros y vendedores informales saltarse el torniquete de los buses para pasearse en ellos. En estos momentos tan críticos, eso debe ser inconcebible. Hoy hay que dudar de todo. Pero a los transportistas no los cuidan y estos no lo hacen con nosotros. Así, yo preferiré caminar todos los días que sean necesarios”, sentenció.
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Hasta el cierre de esta edición, el panorama no varió y el ambiente que predominó fue el de una ciudad cauta.
“En realidad, lo que somos es ciudad fantasma, hoy Guayaquil se encerró; sin embargo, diré que es cauta porque estamos actuando así por efecto de la violencia. Ojalá mañana sea un día mejor. Siempre he pedido que no haya atolladeros y que los buses estén vacíos, pero no por este costo. No por el terrorismo”, indicó Samuel Ledesma, guayaquileño que, como Carvajal, prefirió caminar que usar un autobús.
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