La muerte acecha en un canal sin control
En algunos tramos del trasvase Daule-Chongón, 20 personas se han ahogado entre el 2019 y este año. No hay vallas y las señales de advertencia son pocas
Durante los 11 años que Denit Medranda lleva viviendo en el sector de Monte Sinaí, en el noroeste de la ciudad, ha sido testigo de desgarradoras escenas de padres que perdieron a sus hijos que cayeron al denominado ‘canal de la muerte’. Ya perdió la cuenta de cuántos casos han sido, pero confirma que, en su mayoría, las víctimas son menores de 12 años, y todas las muertes se han generado por el mismo motivo: ingresar a la zanja para darse un chapuzón.
Recuerda que desde hace más de dos décadas que se construyó el conducto, que forma parte del trasvase Daule-Chongón, se han ejecutado pocas acciones para evitar el acceso de las personas, que llegan de varios puntos de Guayaquil e incluso familias enteras que desafían la fuerza de la corriente, donde de forma constante son arrastrados también animales.
“Lo peor es que si alguien cae y es llevado hasta el túnel que desemboca cerca a la comuna de Casas Viejas, en el kilómetro 22 de la vía a la costa, lamentablemente no sobrevivirá”, sentencia Medranda, quien se lamenta del robo de la compuerta metálica del conducto, que podía retener a cualquiera que se haya precipitado.
Un equipo de EXPRESO recorrió diferentes tramos del canal, de más de 20 kilómetros, y comprobó la ausencia de cerramiento o señales que adviertan del peligro de su ingreso, sobre todo en las zonas pobladas. Hay estructuras de hormigón donde no es posible observar los avisos de la extinta Secretaría del Agua porque la extensa maleza los ha borrado del panorama, mientras que otros están destruidos.
Las calles empinadas de las 30 cooperativas que rodean la estructura no son impedimento para que los arriesgados bañistas lleguen a cualquier tramo del canal, ya sea a pie o en vehículo. Al borde del conducto se observan cables y cuerdas amarradas a arbustos o raíces que han sido lanzados a la zanja, como una especie de ‘ayuda’ para descender y poder salir del mismo.
Ante este escenario, los moradores han delimitado los puntos más críticos, en los que se ha reportado la mayoría de decesos. Estos son: La Ladrillera (Pascuales), Monte Sinaí y Voluntad de Dios. En este último, dos niñas perecieron ahogadas tras ser arrastradas por la corriente mientras se bañaban, sin permiso de sus padres. El lamentable suceso se registró hace pocos días y enlutó nuevamente al populoso sector, que exige una solución para ya no llorar a más vecinos.
Así lo recalca Manuel Orellana, coordinador general de la Red de Organizaciones Comunitarias y Sociales de Monte Sinaí, quien sostiene que se instalaron pocas mallas metálicas en un tramo del canal aledaño a la cooperativa Sergio Toral, pero estas también fueron sustraídas por consumidores de drogas y chamberos. Una problemática que atañe a diferentes sectores de la urbe y que ha sido registrada por este Diario.
Ante los recientes acontecimientos, Orellana ha organizado una serie de reuniones con otros líderes comunitarios para establecer nuevas estrategias y llegar hasta las autoridades, ya sean estatales o locales, para buscar soluciones inmediatas. No obstante, puntualiza que la corresponsabilidad es clave y debe prevalecer en la comunidad.
Hay casos en que los padres salen a trabajar y depositan su confianza en sus hijos, y es allí cuando las consecuencias son fatales. La solución radica en que coloquen una malla alrededor del canal, contraten seguridad privada o que nos capaciten para hacer brigadas permanentes
Al respecto, Wilmer Aguilar, activista comunitario, considera que por ser esta una obra estatal, sea el Gobierno quien busque un acuerdo con el Municipio para la creación de una estación de control cerca a los sitios de mayor riesgo.
Él también sostiene que los padres deben estar alertas cuando sus hijos estén jugando cerca de la zanja, y sugiere que se establezca una ordenanza que sancione a todo aquel que ingrese.
A juicio de Ricardo Paredes, gerente de Operaciones y Mantenimiento de la Empresa Pública del Agua, los feriados y fines de semana son los días que hay más personas que se introducen al canal, y asegura que se han realizado campañas de prevención en territorio y a través de “todos los medios posibles”.
No obstante, sobre las medidas de seguridad en los alrededores del conducto, admite que solo un 10 % tenía cerramiento, pero este también fue blanco de la delincuencia.
Enfatiza, además, que de los 1.500 kilómetros de canales que maneja la institución a nivel nacional, ninguno está cercado porque, argumentó, “un canal es igual o más peligroso que un río. Ningún río se lo cerca”.
