La Navidad consolida la amistad y solidaridad
Grupos de amigos se organizan hace varios años para llevar felicidad a grupos vulnerables. Agasajos con ayudas ‘tocando puertas’.
En época navideña es común ver agasajo tras agasajo a niños y familias de escasos recursos económicos, en diversos barrios y sectores de todos los rincones del país, que organizan empresas, fundaciones y otras organizaciones. Sin embargo, dentro de esas fiestas también están quienes no conforman un colectivo formalmente constituido y se unen para llevar alegría a quienes viven en zonas vulnerables o a quienes más necesitan de un momento de felicidad.
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Leer másEl grupo Regalando Sonrisas, de Guayaquil, lleva alrededor de 26 años organizando este tipo de eventos. Se originó cuando eran señoritas colegialas de la Unidad Educativa Baltasara Calderón.
Elena Arias es la actual coordinadora y aunque a la fecha tiene 36 años de edad, ella empezó por iniciativa de sus dos hermanas mayores cuando tenía 10 años.
“Mis hermanas empezaron a dar catequesis y a involucrarnos en las actividades salesianas. Mi hermana mayor tuvo la iniciativa con los niños que eran rescatados y vivían en el albergue Padre Antonio Amador y empezó con sus amigas del colegio. Yo me uní y luego fuimos a sectores vulnerables y ya con amigos universitarios y compañeros de trabajo se empezó esta iniciativa, con la que apadrinábamos para estas fechas a un niño”, relata.
No es necesario tener riquezas para ayudar, solo voluntad, entusiasmo y organización para hacerlo.
La fiesta de Navidad era en un principio para unos 20 niños, pero a la fecha son cerca de 500 los beneficiarios. El agasajo de este año se realizó en la Isla Trinitaria, al sur de Guayaquil, a inicios del mes de diciembre, porque regularmente lo hacen una semana antes de Navidad, pero por motivos del Mundial de Fútbol tuvieron que adelantarlo.
Elena sostiene que la fuerza para realizar el festejo está basada en el pasaje bíblico de la multiplicación de los panes y peces. “Desde un inicio siempre buscamos manos solidarias, tocando puertas para que nos ayuden. Gracias a Dios lo hemos logrado todo este tiempo. Nunca pedimos dinero, sino que nos ayuden con sánduches, hot-dogs, caramelos, juguetes e incluso hasta animación y transporte para el evento. Claro, ahora como ya somos grandes, si algo nos falta nos toca poner de nuestros bolsillos para completar”.
La organización de la fiesta navideña empieza generalmente en septiembre y son 20 los jóvenes y adultos voluntarios que participan, sin contar los padrinos que suman año a año. “Para mí y mis amigos, quisiera nombrarlos a todos, es algo que nos llena de mucha emoción. Buscamos ayudar todo el año, pero esta fecha es la que más nos llena el alma”, dice.
Pero no solo los niños reciben alegrías por Navidad. También están aquellas personas que pasan sus últimos años de vida en un asilo y que, en muchos casos, han sido relegadas por sus familiares.
Los ‘escarabajos’ se lucieron por la Navidad
Leer másDaniel Cusme integra un grupo de 16 jóvenes que nació cuando estudiaban en la Escuela Politécnica del Litoral (Espol) en el 2016, por iniciativa de su compañera Romina Jama. Ellos se organizan para en cada Navidad festejar y llevar obsequios a personas de la Casa del Hombre Doliente.
Nos dividimos responsabilidades y nos toca conseguir personas que nos colaboren.
“Nos encargamos de llevarles presentes y nos organizamos con las personas que están a su cuidado para conocer qué necesitan y así buscar un padrino para ellos. Les conseguimos cosas de aseo personal, ropa e incluso hasta cortes de cabello”, explica el joven.
Como ‘Navidad con abuelitos’ han llamado a su agasajo, que realizaron el pasado 22 de diciembre y este año fue organizado por 12 jóvenes. Ellos, al igual que el grupo Regalando Sonrisas, realizan el evento gracias a colaboraciones de más personas.
“Para nosotros significa mucho, porque son abuelitos y personas con discapacidad mental que necesitan de un abrazo, de una sonrisa y de sentir que no están solos para estas fechas que son muy emotivas. Esperamos seguir sumando manos solidarias, porque no es necesario tener riquezas para ayudar a quienes se sienten un poco desprotegidos. Solo (se necesita) voluntad, entusiasmo y organización para hacerlo”, asegura Cusme.