La Navidad no tiene fronteras
EXPRESO reúne tres familias, de origen extranjero, que cuentan cómo celebran este día. Sus costumbres se fusionan a lo local
La Navidad es sinónimo de unión, de obsequios, de ver la mesa repleta de dulces, platos fuertes, vino, chocolate caliente... En fin, la Navidad es esa fecha que inunda de sabores, aromas, paz, amor a las familias y que es esperada tanto por los grandes y más pequeños del hogar. Hogares que desde hace varias semanas lucen ataviados de los clásicos rojo y verde y con miles de luces parpadeantes.
Pero la Navidad, asimismo, no tiene fronteras, pues diferentes personas conservan las tradiciones de sus países o ciudades natales y que ahora, tras radicarse desde hace mucho tiempo en Guayaquil, aun las mantienen y hasta las fusionan con las acciones que tradicionalmente celebran las familias ecuatorianas.
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Leer másEs por eso que EXPRESO presenta los testimonios de tres familias que continúan conquistando los paladares de sus integrantes con sus recetas y hábitos. Estos son los casos de la familia Rangel, de Lima (Perú); de Amaya Millán, de Cuba, y de Renate Schenker, de Suiza.
Ellos abrieron las puertas de sus hogares a este Diario para relatar cómo es la Navidad en sus tierras de origen y qué tradiciones prevén ejecutarlas hoy donde, por supuesto, el sello local estará presente. Hay diferencias, pero Navidad es Navidad.
- "La diferencia son los tamales y chicha morada”
En esta fecha, en la mesa de María Esther Rangel, originaria de Lima (Perú), no deben faltar los tamales, el chocolate, el pavo, el cerdo, la chicha morada, el champán, arroz, panetone y los purés de camote y manzana. Estos platillos son los que caracterizan a la cena navideña peruana y que María Esther los elabora desde hace 35 años, cuando llegó a Guayaquil.
Explica que los tamales son preparados con mote y cerdo y, en la Nochebuena, espera junto con su familia que el reloj marque las 00:00 para colocar al Niño Jesús en el pesebre y después realizar una oración en comunión de todos.
“Oramos, luego repartimos regalos, la Navidad es para los niños. De ahí vamos a la mesa mientras escuchamos los villancicos peruanos”, cuenta María Esther, quien es la propietaria del restaurante La Alameda de Chabuca, que ofrece platillos de gastronomía peruana, en el norte de Guayaquil.
Para este año, Flor La Rosa, su hija, ha sido la encargada de elaborar la cena navideña para la familia. La cita será en su vivienda, donde acudirán los otros integrantes de la familia, quienes esperan saborear del pavo, cerdo, chocolate...
“La Navidad es el amor de familia y claro que preparé los tamales, el arroz navideño con nueces, pasas; lo que nos hace diferente son los tamales y el puré de manzana o camote, y la chicha morada. El chocolate, por ejemplo, es del Cusco (Perú), que lo hacemos con un toque de pisco. Voy a brindar el cariño y amor de la familia”, concluye Flor.
- “En Suiza, si no hay galletas no hay Navidad”
La Navidad en Suiza es supersencilla y no se compara a la ecuatoriana, que es más comercial. Así afirma Renate Schenker, quien llegó del país europeo a Guayaquil hace 35 años, y recalca que los tradicionales árboles navideños, que aquí se venden en mercados o casas comerciales, allá se los compra 3 o 4 días previos a esta fecha y muchas veces se los alquila, pues el árbol es natural. “Hoy en día están en maceteros para que otra vez vayan a la naturaleza”, acota.
Puntualiza que allá la tradición es que las familias cenen a las 19:00 y, después de eso, a las 20:30 o 21:00, se abren los regalos y, luego, los católicos, van a la misa. El platillo característico es el fondue chinoise, aunque cada uno de los 26 cantones del país tiene su especialidad. Pero lo que no debe faltar en las Navidades suizas son las deliciosas galletas y, por supuesto, eso ahora lo mantiene.
“En Suiza, si no hay galletas no hay Navidad. Y la tradición es que deben hacérselas en casa, que es lo que mantengo y la sencillez, no tener cerros de regalos, sino que regalamos a los que necesitan. Aquí es fiesta comercial y se pierde mucho el significado de la Navidad”, subraya.
En esta Nochebuena compartirá con su hijo, esposo, cuñado y los hijos de él. Preparará un jamón con ensalada de papas. “Aquí (en casa) hay una fusión de culturas y cenamos a las 21:30 o 22:00”, precisa Renate, quien decoró su vivienda, en Los Ceibos, con los tonos alusivos a la festividad. Ahí llama la atención su árbol navideño, que está ataviado con adornos tallados en madera y que los trajo de Suiza e Italia, este último país es donde nació su madre.
- “Con mi hija ya nos hemos acostumbrado”
Amaya Millán es profesora de ballet y llegó de Cuba a Ecuador cuando tenía 24 años. De eso ha pasado una década y recuerda que las Navidades en la tierra de la legendaria Guarachera de Cuba, Celia Cruz, se caracterizaban por contar con la participación de mucha familia.
Por ejemplo, sus tíos, que vivían en Venezuela y Estados Unidos, llegaban en esta fecha para compartir con todos y, recuerda, la costumbre era comprar cerdo para asarlo en púas, una de las tradiciones más representativas del sello cubano.
“Muchas familias los criaban (a los puercos) en los patios de sus casas, y era tan emocionante ver a todos reunidos, tanto en las fiestas de Navidad como de fin de año. Después, cuando crecí, siempre me tocaba trabajar para estas fechas, por lo que compartía ya sea antes o después, pero siempre había un momento para estar unidos”, comenta emocionada.
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Leer másAhora que vive en Guayaquil, las primeras Navidades las compartió junto con grupos de sus compatriotas, quienes se reunían para mantener la preparación de platillos como el suculento arroz congrí (elaborado con frijol negro), el cerdo y la yuca con mojo. Sin embargo, en los últimos años, ella y su hija, la pequeña Ainhoa, ya comparten con familias y amigos ecuatorianos.
“Ya me acostumbré a la tradición ecuatoriana junto con mi hija Ainhoa, que nació aquí. Somos las dos y nos hemos ido acostumbrando al relleno, al pavo o cerdo, las doce uvas...”, remarca la también propietaria de una tienda en línea de ropa de ballet.