El norte de Santa Elena aún obtiene agua de modo ancestral
Las comunas se ven obligadas a recurrir a técnicas prehispánicas. ESPOL y UPSE aportan investigación. El Municipio anuncia una planta potabilizadora.
A contravía del avance tecnológico del siglo XXI, en el norte de la provincia de Santa Elena sus habitantes aún subsisten en parte gracias a los saberes y prácticas heredados de siglos pasados.
La zona meridional de la Península sufre una histórica y recurrente escasez de agua por su ubicación en una región costera semiárida y poco lluviosa.
Ante la también histórica falta de soluciones definitivas por parte de autoridades locales y nacionales, sus moradores han mantenido las técnicas que utilizaban sus ancestros ya desde el período prehispánico.
La construcción de albarradas, así como de tapes o diques en los ríos durante los meses de lluvia, les permite ‘almacenar’ agua subterránea que luego extraen por medio de pozos y distribuyen en la comunidad.
Pero en los últimos años el sistema tiene dos grandes amenazas: el cambio climático está reduciendo el promedio anual de lluvias; y el creciente turismo en todas las comunas multiplica la demanda de agua al elevar la población flotante. Como resultado, el horario de abastecimiento es limitado.
En 2015, la situación fue tan grave que los comuneros cerraron la Ruta del Spondylus para pedir al Gobierno una solución definitiva. En 2020 también faltó agua, pero la pandemia de la COVID-19 bajó el turismo.
Si bien los propios comuneros se encargan de la gestión y obras mediante las Juntas de Agua, ahora tienen dos grandes aliados para la sostenibilidad del sistema: la Escuela Superior Politécnica del Litoral (Espol) y la Universidad Península de Santa Elena (UPSE).
Grupos de alumnos y maestros realizan proyectos, tesis de grado y de posgrado, sobre diversos aspectos como las características del suelo, de los acuíferos, de su capacidad, del uso de diques o tapes, del tipo y calidad del agua subterránea, de la pluviosidad, entre otros.
Consultados por separado, en ello coinciden los catedráticos e investigadores Paúl Carrión y Fernando Morante, de la Espol; y Xavier Montalván y Gricelda Herrera, de la UPSE.
Ese aporte ha ayudado, por ejemplo, a determinar los mejores lugares para construir los acuíferos (van 13 hasta ahora), medir su capacidad de almacenamiento y conocer el tipo y la calidad del agua obtenida (un pozo debió ser cerrado).
Herrera agrega otro factor que incide negativamente: el turista no es consciente de la situación de escasez de agua en esa zona peninsular y la despilfarra. Así lo sustenta un dato en que coinciden los cuatro: la comuna que más consume agua es Montañita, el balneario más concurrido, aunque no el más poblado.
Montalván cree que hasta ahora el sistema ancestral ha demostrado ser sostenible. Pero cree que una solución a largo plazo debe combinar la intervención estatal con alguna planta potabilizadora.
En ello coincide Carrión. “Es un tema integral. Obviamente requiere una intervención del Gobierno con grandes proyectos. Pero hasta ahora los habitantes han sido verdaderos emprendedores sociales (tienen reconocimientos internacionales) que van dando respuesta y encontrando soluciones en el conocimiento ancestral y en la cooperación con la Espol y la UPSE”.
Esa técnica ancestral se ha sistematizado y sustentado de manera científica con el programa ‘Siembra y cosecha de agua’, que se refiere al almacenamiento subterráneo del líquido y su posterior extracción, para que de esa manera pueda ser replicado en otras zonas del Ecuador.
Morante trabaja en dos proyectos para tratar y reciclar las aguas residuales, los cuales complementarán el proceso.
EL ESTADO: El AGUA LLEGA A VALDIVIA Y SAN PEDRO
Juana Muñoz, habitante de la comuna San Pedro, estaba feliz porque ya tenía agua potable en su casa las 24 horas. “Hay buena presión y está clarita”, dijo la mujer de 62 años, quien recordó las penurias que le tocó vivir por más de dos décadas debido a la irregularidad del suministro del líquido vital en esta zona peninsular.
“Llegamos a tener hasta dos medidores y en ninguno de los dos salía agua, las autoridades siempre nos decían que ya se arreglaría el problema, pero nada”, recordó Muñoz, quien en innumerables ocasiones debió madrugar para abastecerse de líquido, por eso espera que esta vez la solución sea definitiva.
Luis Garibaldi, presidente del cabildo comunal, manifestó que si bien la solución al problema de desabastecimiento para las comunas de Colonche y Manglaralto es la construcción de una planta potabilizadora de agua al pie de la represa San Vicente, con características similares a la de Atahualpa (abastece a la zona urbana), lo recién ejecutado es una enorme ayuda para beneficiar a más de 15.000 familias que habitan en San Pedro y Valdivia.
“Quizá en algún momento se pueda presentar alguna falla en el sistema, pero los técnicos no han asegurado que ya no vamos a tener desabastecimiento de una semana o cinco días, podrían ser problemas de horas nada más, porque el agua para San Pedro y Valdivia está garantizada”, agregó.
Adolfo Muñoz, presidente de la comuna Valdivia, indicó que tuvieron que coordinar acciones con la empresa de Agua Potable de la Península (Aguapen) y el Municipio de Santa Elena, que de manera urgente efectuaron un estudio para que se pueda solucionar el problema ante el clamor ciudadano.
“La nueva planta potabilizadora que se va a construir en San Vicente recién operará en dos años, no íbamos a seguir resistiendo el inconveniente, felizmente fuimos escuchados y se encontró la solución, por el momento estamos tranquilos”, manifestó Muñoz.
Vinicio Loaiza, gerente de Aguapen, explicó que para solucionar la falta de agua en las dos comunas habilitaron un segundo módulo de potabilización de agua en la planta que la empresa tiene en Colonche.
Además, aprovecharon las tuberías que existían para conectarlas hacia el acueducto que va hacia el reservorio en uno de los cerros más altos de la comuna Ayangue, para que desde allí el agua baje por gravedad hacia las dos poblaciones. Aguapen será encargada de la distribución del agua en estos dos sitios, así como lo hace en las urbes de la provincia.
La planta de potabilización de Colonche, cuyo costo fue de $ 2 millones y que comenzó a operar a finales del 2019, producía 50 litros por segundos y abastecía a 15 comunas de la jurisdicción en mención; ahora con su repotenciación producirá 80 litros por segundo. JLC
EL MUNICIPIO ANUNCIA OTRA PLANTA POTABILIZADORA
Los inconvenientes por la falta de agua continúan en las poblaciones abastecidas por la Junta Regional de Agua de Manglaralto. Aunque en estos días se han presentado lluvias y los manantiales han mejorado el rendimiento, aún no es suficiente para abastecer al menos ocho horas diarias a la población.
En Carnaval hubo baja presión en las comunas Bambil Collao, Bambil Deshecho y Febres Cordero. Los habitantes lo atribuyen a la gran demanda en Ayangue, San Pedro y Valdivia.
Justamente, antes del feriado, el alcalde de Santa Elena, Otto Vera, había afirmado que con la llegada del agua potable a San Pedro y Valdivia, se había dado el primer paso para la solución definitiva del desabastecimiento a las poblaciones del norte de la Península.
Agregó que habían iniciado los trabajos de construcción de una nueva planta de potabilización en la presa San Vicente, a un costo de $ 18 millones, financiada por el Banco del Estado.
A la par se construirá un acueducto que llevará el agua desde Valdivia hacia Libertador Bolívar para desde allí empatar con el existente y que llegue a Montañita.
“Es cuestión de buscar la manera de solucionar los problemas. En estos tiempos hay que ser prácticos, si tenemos una planta modular (pequeña) que puede potabilizar más agua, hay que ponerla a trabajar”, dijo. JLC
“Es cuestión de buscar la manera de solucionar los problemas. En estos tiempos hay que ser prácticos, si tenemos una planta modular (pequeña) que puede potabilizar más agua, hay que ponerla a trabajar