¿Cómo se debe ordenar Guayaquil de aquí a 25 años?
Zonas del Guayas se consolidarán como polos de desarrollo. Expansión vertical y plan de movilidad, entre desafíos.
Guayaquil enfrenta grandes desafíos y oportunidades en los próximos 25 años en cuanto a su crecimiento urbanístico. Expertos coinciden en que el futuro de la urbe dependerá de una planificación integral que considere no solo la expansión territorial, sino también la optimización de sus recursos y la consolidación del área metropolitana conocida como el Gran Guayaquil.
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El arquitecto Félix Chunga, catedrático en la Universidad Católica de Guayaquil, destaca que el crecimiento hacia el oeste ya es un hecho, impulsado por proyectos como el puerto de aguas profundas en Posorja y, a futuro, por el aeropuerto de Daular.
Sin embargo, advierte que este crecimiento debe ser planificado con anticipación, integrando estrategias como planes de movilidad y de espacio público que hagan de la ciudad un lugar más caminable y sostenible. Chunga señala que “el crecimiento urbano sigue las vías que construimos, pero esto debe ser ordenado para evitar los errores del pasado”.
En esta misma línea, el urbanista Felipe Espinosa subraya que desde 2010 se ha producido una explosión de urbanización en Guayaquil y sus alrededores, pero que este crecimiento no ha ido acompañado de servicios básicos como hospitales, colegios y estaciones de policía. Esto se evidenció especialmente durante la pandemia, cuando los servicios de la ciudad colapsaron debido a la falta de infraestructura en los cantones vecinos como Daule y Samborondón.
Para Espinosa, la clave del desarrollo futuro está en establecer tres estrategias: fortalecer el área metropolitana del Gran Guayaquil mediante más puentes y equipamientos; impulsar el crecimiento de la vía a la costa dotándola de autonomía en términos de servicios; y fomentar el crecimiento vertical dentro de la ciudad. Este último punto es crucial para optimizar los recursos existentes y modernizar la urbe, siguiendo ejemplos como el desarrollo vertical de Santiago de Chile.
Felipe Huerta, arquitecto y exfuncionario municipal, por su parte, plantea tres posibles direcciones para el crecimiento urbanístico. La primera es la expansión lineal hacia la vía a la costa, que, según él, traerá problemas de movilidad y requerirá una ampliación significativa de la infraestructura vial.
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Leer másLa segunda es la creación de ciudades satélites autosuficientes al norte y sur del eje vial, conectadas funcionalmente con áreas específicas de producción. Finalmente, propone la planificación de una “Nueva Guayaquil” en un triángulo comprendido entre Posorja, Sabana Grande y General Villamil Playas, aprovechando la cercanía del próximo aeropuerto y el puerto de aguas profundas.
No obstante, Huerta critica fuertemente la idea de consolidar el Gran Guayaquil como un área conurbada, argumentando que esto podría tener graves impactos en la producción agrícola y el ambiente. “El territorio tiene una marcada vocación agrícola que debe ser protegida”, enfatiza, y agrega que las condiciones climáticas de estas áreas no son ideales para una urbanización masiva.
Mientras tanto, Chunga sostiene que la consolidación del Gran Guayaquil es inevitable, dado que miles de personas ya viven en un cantón y trabajan en otro. Sin embargo, advierte que el mayor obstáculo para una integración efectiva es de carácter político, más que técnico.
Proyectos como el Quinto Puente y el transporte fluvial son un ejemplo de iniciativas que podrían avanzar en esta dirección, pero requieren de una coordinación interinstitucional que hoy no existe.
Espinosa también llama la atención sobre la pérdida de competitividad de Guayaquil frente a cantones vecinos como Daule y Samborondón, que han logrado atraer inversiones gracias a modelos como las piazzas, espacios que combinan servicios, áreas verdes y seguridad. Según él, “las últimas administraciones han maquillado la ciudad, pero no han impulsado una economía sostenible ni inclusiva”.
La falta de un enfoque integral también preocupa a Huerta, quien considera que el crecimiento de la vía a la costa no es más que una expansión mecánica impulsada por intereses particulares. En su opinión, esta tendencia podría generar problemas mayores a largo plazo si no se aborda con una planificación adecuada.
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Para los tres expertos, la modernización y optimización de los recursos existentes deben ser una prioridad. Espinosa destaca que, en los 90, la estrategia de modernizar la ciudad implementada por Febres-Cordero logró sacar a Guayaquil de una crisis urbana. Hoy, una estrategia similar podría revitalizar la planta urbana y atraer inversiones privadas que fomenten un desarrollo sostenible.
En cuanto a la movilidad, Chunga subraya la importancia de un plan integral que conecte todos los modos de transporte, desde la Metrovía hasta la Aerovía, e incluso el transporte fluvial. “Sin una planificación efectiva en este ámbito, cualquier crecimiento estará condenado al caos”, afirma.
Espinosa coincide en que la optimización del espacio público es clave para hacer de Guayaquil una ciudad más competitiva. Propone un mejor aprovechamiento de estos espacios en colaboración con el sector privado para fomentar la construcción de edificios de vivienda y la repoblación de zonas abandonadas.