Al rescate de la orquídea guayaquileña
La UEES y la ESPOL se unen para preservar a la Encyclia angustiloba, planta endémica de Guayaquil en riesgo de extinción
El desarrollo urbanístico descontrolado es la principal causa por la cual la Encyclia angustiloba, especie de orquídea emblemática de Guayaquil, se encuentra en peligro crítico de extinción.
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Conocer este dato motivó a Claudia Ayluardo, ingeniera en Biodiversidad y en ese entonces estudiante de la Universidad Espíritu Santo (UEES), a emprender una investigación que permita preservarla. ‘‘Empezó con una salida de campo al Jardín Botánico, allí tenían a la orquídea en preservación ex-situ (fuera de su hábitat). La UEES asumió el financiamiento en 2022 para emplear el método que propuse, la micropropagación in vitro, que significa propagar plantas de manera masiva en un ambiente controlado’’, explica Ayluardo.
El primer paso fue la recolección de semillas, labor que fue facilitada por el Jardín Botánico de Guayaquil, por su compromiso con la conservación de especies.
‘‘Toda especie nativa debe ser preservada, es una responsabilidad de la sociedad y las autoridades. Es importante que le demos valor a lo que es nuestro’’, le indica a EXPRESO el director ejecutivo de este espacio, Arcadio Arosemena, quien también es miembro de la Asociación Ecuatoriana de Orquideología.
Las orquídeas son importantes ecológicamente, por las interacciones que tienen con otros organismos. Además son indicadores biológicos de la salud de un ecosistema. Esto quiere decir que su presencia en un bosque permite conocer la calidad de un ambiente, el agua, el aire, el suelo y la biodiversidad de la zona. Que la Encyclia angustiloba no figure en nuestro paisaje también describe la mala salud de nuestro entorno.
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Conservar es una causa que une, sobre todo a la comunidad científica. Para brindar el ambiente controlado en el que germinen las semillas de la Encyclia angustiloba, la UEES hizo alianza con la Escuela Politécnica (Espol). Así continuaron los trabajos de laboratorio en el Centro de Investigaciones Biotecnológicas del Ecuador (CIBE).
Dentro de este espacio se encuentra un invernadero con diversas especies de plátanos, membrillo, orquídeas, cañas y otras gramíneas, que son multiplicadas y estudiadas a diario, en un ambiente climático controlado.
‘‘Tenemos una fuerte experiencia en la propagación de cultivos. Las semillas pasaron por un proceso de esterilización y posterior germinación. Luego, estas especies las trasladamos a nuestro invernadero para su aclimatación’’, detalla Eduardo Sánchez, coordinador del laboratorio del CIBE.
'Crianza' de la orquídea en el invernadero
Eduardo Sánchez coincide en que este proceso con la orquídea se puede metaforizar como una crianza: como la especie crece fuera de su hábitat, para que dé ‘sus primeros pasos’ debe antes adaptarse al clima del invernadero. Aquí, la planta ‘aprende a sobrevivir’ por su cuenta. Si este proceso triunfa, la especie podrá ser trasladada a exteriores, donde seguirá siendo estudiada en aras de su florecimiento, el objetivo final.
En este proyecto, iniciado por la ingeniera Ayluardo, la posta la toma Gabriela Romero, estudiante de la UEES, quien desarrolla su tesis alrededor del proceso de aclimatación y reproducción de la orquídea guayaquileña. Ella visita ritualmente el CIBE al menos tres veces por semana para supervisar esta crianza. Más allá de la vocación, ella lo hace con cariño.
‘‘Lo que más me apasiona es poder aportar a la sociedad mi granito de arena en desarrollar un protocolo para una orquídea que es endémica de Guayaquil’’, revela Romero a EXPRESO. Su objetivo es que la sociedad se convenza de que sí se puede recuperar especies autóctonas en peligro crítico.
La tesista considera que la preservación es prioritaria. ‘‘También estamos demostrando que hay un problema muy fuerte: la pérdida de nuestra biodiversidad, nuestras flores. Perdemos lo que es nuestro y seguimos trayendo plantas no nativas, que pueden ser visualmente muy lindas, pero no aportan a la cadena biológica’’, acota la alumna.
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Contra la buena intención se planta la principal adversidad: el tiempo. ‘‘La floración de esta planta puede tardar de dos a siete años desde su germinación, no lo sabemos, porque es una especie que no ha sido estudiada antes’’, precisa Romero, resaltando que lo más complicado es supervisar día a día, pero ella afortunadamente lo disfruta. “Incluso tengo una muestra en mi casita que la estoy cuidando”, acotó la estudiante de la UEES.
Natalia Molina, docente investigadora de la UEES, no oculta su orgullo por sus estudiantes y la voluntad que comparten con ella para la restauración de los paisajes de nuestro país.
‘‘Esta iniciativa va a dar mucho que decir por su secuencia. Con el esfuerzo que Claudia Ayluardo realizó, hemos empezado un nuevo camino. Nuestra Constitución pide la protección de los ecosistemas frágiles, y las orquídeas son un componente esencial de nuestro paisaje’’, comenta a EXPRESO la experta académica.
Si este proyecto continúa su éxito, culminará su ciclo con la reintroducción de esta especie en el Jardín Botánico, lugar donde esta misión empezó. La comunidad científica detrás de esta iniciativa coincide en que hay que contagiar el interés por la preservación de la Encyclia angustiloba, por ser un símbolo representativo, un patrimonio natural de Guayaquil.
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