La oscuridad se extiende a la par de los robos en la Kennedy
Hay callejones y parques en tinieblas que atraen a consumidores y delincuentes. Los residentes exigen que los espacios tengan vida y sean regenerados
Que vive en las tinieblas, que de la ciudadela Kennedy, en la que vive hace 23 años, ya no queda nada más que el manglar. Eso es lo que piensa el residente Bernardo Albornoz, quien cansado de los delitos de los que ha sido víctima solo este año, pretende cambiarse de residencia.
La inseguridad asfixia a los habitantes de la Alborada
Leer más“No puedo más”, es la frase que, con enojo, repite una y otra vez a este Diario, cada vez que recuerda los asaltos que él y su familia han sufrido a escasos metros de su vivienda o en las peatonales del barrio, que pasadas las 18:30 se convierten en sitios desolados y oscuros. “No puedo más”, sentencia, al recapitular aquellos instantes en la que los delincuentes, en ocasiones distintas, le robaron la moto, las bicicletas a sus hijos y desvalijaron su auto. “Parece que toda una banda de atracadores habitara en este vecindario y estoy cansado. Harto de invertir en cámaras, cercos eléctricos, guardianía privada...”, lamenta.
Antes no era común contratar guardianes, pero ahora hay uno cada 10 casas. Entre los vecinos se instalan cámaras y aún así hay robos. La Kennedy no es ya la misma.
Como él piensan otras decenas de residentes de esta ciudadela ubicada en el norte de Guayaquil, en la que, según datos de la Policía, se registran 233 robos en lo que va del año, 163 menos a los reportados en el 2019; aunque los habitantes apuntan a que son “muchísimos más”. A que hay un subregistro de casos, debido a que los afectados, como publicó este Diario la semana anterior, no denuncian por temor y porque consideran al proceso engorroso.
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Leer másJavier Ponce vive en Kennedy Norte, cerca del Parque Lineal, un espacio en el que, como lo ha publicado EXPRESO en ocasiones anteriores, se han reportado una serie de asaltos y cuyas áreas, pese a existir una Unidad de Policía Comunitaria (UPC) a escasos metros, han sido tomadas -en algunos tramos- por consumidores de alcohol y drogas.
“Si no fuera porque hoy los parques permanecen cerrados, a causa del coronavirus, allí vería desde jóvenes consumiendo todo tipo de sustancias, hasta colchonetas, cartones y ropa arrumada en las esquinas más sombrías del área”, argumenta. Para él, que las luminarias públicas no alumbren lo suficiente en este y otros puntos crea también un ambiente propicio para los delincuentes y causa temor entre los moradores.
Quisiera vivir en esa ciudadela tranquila que teníamos hasta el 2010, 2011. Había comunidad, nos reuníamos en los parques. Las familias salían libremente. Ahora nos imponemos horarios. Hay vida, por decirlo de alguna forma, hasta cierta hora por temor.
“En Samanes vivimos en un estado de alerta permanente”
Leer másAndreina León, quien habita hace 25 años en la Nueva Kennedy, se lamenta de no estar tranquila ni siquiera cuando sale a trotar. Si son las 19:00, ya no lo hace por temor a que la asalten o, peor aún, a que la secuestren. Su sobrina, también residente, en enero pasado fue víctima de un secuestro exprés, cerca de las 20:00, cuando llegaba a su vivienda. “A ella la golpearon, la amenazaron de muerte. Hoy recibe terapia...”. León, quien culpa a la inseguridad de sentir tanto miedo que incluso se comprará una taser (arma de electrochoque) para usarla como defensa, no quiere correr con la misma suerte.
“Aquí son tantos los ojos que nos observan y merodean, que no confías ya en nadie y eso te desgasta”, se queja; al detallar que a diario, sobre todo en las noches, es común ver a motos y vehículos sin placas circulando por el barrio incluso en contravía o estacionados, escondidos entre los matorrales, con las luces apagadas.
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Leer másNo es de extrañarse, coinciden los residentes, que cada vez que uno de estos vehículos se desplaza bajo esas circunstancias, se escuchen gritos y golpes en las puertas de los vecinos solicitando ayuda. “Y lo peor es que son muy pocos los que se atreven a dar la mano. Y no por malos. La osadía de los criminales y el ambiente lúgubre que nos espera al cruzar la puerta nos ha obligado a comportarnos como los peores vecinos”, manifiesta Patty Morocho, quien vive en la calle Tercera y C, donde hasta por robarse un celular -como quedó registrado en las cámaras de videovigilancia, en junio- los antisociales disparan contra los vidrios de los autos de las víctimas para amedrentarlos.
Para los residentes, la ciudadela se está apagando de a poco, ya nada tiene que ver la de aquella época en la que se podía caminar sin preocuparse de que les quiten sus pertenencias. No se refieren a la de los años 60 y 70, cuando la ciudadela nació, sino hasta poco más de una década.
Si no tienes un garaje privado, se te llevan los accesorios del auto o el mismo carro. Esto pasa de día y de noche. Falta patrullaje, eso lo saben los delincuentes.
Allí todo era lindo, recuerda la arquitecta Ernestina Valdés, quien habita en la Kennedy Vieja hace 36 años y lamenta que la inseguridad les haya robado hasta el “espíritu” de vivir en convivencia. A su juicio, la Kennedy tiene todo para ser habitable, y es por eso que hace un llamado a que la Policía incremente los patrullajes; y al Municipio a que ilumine el barrio y llene de color, murales, cuerpos de agua y faroles los callejones más desolados.
Luis Almeida: “La respuesta es trabajar y solucionar”
Leer másPara Diego Escobar, jefe del circuito Kennedy, pese a que es evidente la preocupación por parte de los residentes, en el barrio la institución está trabajando y ha logrado reducir los hechos delictivos.
“Este año no se han cometido asesinatos, y los robos a motos y domicilios han bajado en un 50 %. Claro que hay que hacer más y lo estamos haciendo”, precisa; al asegurar que el vecindario es resguardado por 12 patrulleros vehiculares, 8 en motocicleta y 70 agentes en promedio.
- El robo a personas, el más común en el barrio
El 75 % de los delitos son cometidos con armas de fuego
De los 233 delitos registrados en el circuito Kennedy en lo que va del año, según datos proporcionados por la Policía, 118 corresponden al robo a personas, 65 a bienes y accesorios de autos; 22 a carros y 11 a domicilios.
La mayoría de los casos, como se observa en el gráfico adjunto, se han cometido en espacios públicos y viviendas, y lo han ejecutado individuos que se movilizan en pareja y en 75 % van armados.
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Leer másA decir del subteniente Diego Escobar, jefe del circuito Kennedy, todos estos datos responden a la estrategia que en el sitio se realizan de forma permanente. “En este territorio hemos logrado muy buenos resultados. Y si bien la Kennedy no es la misma de hace décadas, tampoco es la misma de hace dos o tres años, donde era mucho más peligrosa”, advierte.
Escobar hace énfasis en que algunos puntos del vecindario, siempre los más desolados, se habían convertido en hoteles de paso. “Había prostitución y eso hemos logrado también frenar. La Policía está haciendo su labor...”, defiende al precisar que la ciudadanía, aunque aclara que no toda, no colabora. “No es cautelosa ni preventiva. Y eso lo dificulta todo”, piensa.