Los padres también 'sufren' por la prueba Ser Bachiller
Madres de familia, en su mayoría, se quedaron afuera de varias instituciones educativas esperando a que sus hijos terminaran la evaluación.
Mayiya Peñafiel, Jazmín Salazar e Isabel Panchana se entretenían conversando. Habían llegado, a las 09:30 del martes 21 de enero, hasta la puerta de la unidad educativa María Mazarello, en el centro de Guayaquil, y allí se quedarían dos horas y media. Sus hijas Milena, Mirelly y Guadalupe, ingresaron a esa hora a rendir el examen Ser Bachiller y ellas no se moverían de allí hasta que salieran.
Hay sancionados por tratar de ‘filtrar’ la prueba Ser Bachiller
Leer másTengo 17 años, he dado la prueba por segunda ocasión, mi mayor sueño es ingresar a la carrera de arquitectura, no puedo pagar una universidad privada y he estudiado incansablemente los últimos 6 meses para el examen. Gracias por destruir mi sueño en 2½ horas! #NoMasSerBachiller
— Brandon Betancourth (@BrandonDavidBe) January 20, 2020
Isabel no podía olvidar la cara de preocupación y nerviosismo con la que su hija llegó el día anterior a la casa. Le contó que los compañeros que rindieron la evaluación el lunes 20, le dijeron que había preguntas 'rebuscadas' y que no constaban en el simulador del Instituto Nacional de Evaluación Educativa (Ineval) con el que habían practicado.
Era el tema de conversación entre las madres de familia, que esperaban en el portal de la institución. "Mi hija me contó que hubo alumnos que salieron llorando porque sacaron puntajes bajísimos. Yo vine para apoyarla, para que no esté sola", dijo Mayiya. Su niña, como le dice, quiere estudiar psicología.
La misma escena se repitió el viernes 17 de enero, durante el primer día de la evaluación que permite a los bachilleres obtener el 30 % de su nota de grado y un cupo para ingresar a la universidad. Julia Castro conversaba con Marisol Suárez y otras dos madres de familia que esperaban en las bancas del patio del la Unidad Educativa Provincia de Tungurahua.
Ese día rindieron la prueba los estudiantes con discapacidad. Ambas estaban nerviosas, pero contentas porque tenían fe en que sus hijas lograran calificaciones altas. Para esa evaluación se aumentaron 60 minutos a la jornada y a las madres no les importó esperar por más de tres horas a que terminaran.
A pesar de que Érika de Rosado también esperó a su hijo Andrés en la puerta de la Unidad Educativa Nueva Semilla, en el norte de Guayaquil, también estuvo pendiente de las redes sociales. Seguía los hashtags #SerBachiller y #NoMásSerBachiller para enterarse de los reclamos que muchos alumnos y padres de familia hacían respecto a la prueba.
"Nosotros como padres estamos incluso más preocupados que ellos, porque queremos que se eduquen en lo que deseen y sigan creciendo profesionalmente", dijo la madre de familia que terminó con una sonrisa luego de que Andrés le dijera que había tenido 83, de 120 aciertos que tenían que completar en la evaluación.