El paisaje de Guayacanes se satura con ‘tallarines’ colgantes
Tres décadas conviviendo con este problema. Los residentes exigen al Municipio una regeneración integral que involucre el soterramiento de cables
Cuando Marisol Paredes se asoma desde el balcón de su casa, con lo primero que se topa es con un enredo de cables de todo tipo, que están a escasos 50 centímetros de sus ojos, que le impiden contemplar el paisaje de su sector.
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Leer másElla habita desde hace 35 años en la ciudadela Guayacanes, norte de la ciudad, y asegura que desde ese tiempo el cablerío cuelga de los postes.
“Esta ciudadela se está perdiendo bajo una maraña de cables que, sin orden ni control, invaden los postes, atraviesan las calles y cruzan las fachadas sin importar el tipo de sus edificaciones”, denuncia la residente, quien al igual que sus vecinos tiene que convivir con este problema.
“Llevamos tres décadas pidiendo al Municipio que ejecute una regeneración integral en las 300 manzanas de este sector, cuyo trabajo involucre el soterramiento de cables que provocan contaminación visual; pero no hemos tenido respuesta”, lamenta Mariuxi Andrade, quien habita en la manzana 78.
El entorno del espacio aéreo de esta zona, al igual que muchas de la ciudad, ha sido ocupado por líneas de cables de empresas telefónicas, de internet y de televisión pagada que en muchos casos están casi a la altura de las cabezas de los transeúntes. Incluso, muchos corresponden a ‘redes muertas’; es decir, son cables que permanecen sin conexión que no proveen los servicios por los que fueron instalados originalmente.
Más de 30 años pidiendo al Municipio la solución de este problema, pero no han hecho nada. Ojalá no esperen que pase alguna desgracia para recién actuar.
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Leer másAndrade, quien es abogada e ingeniera, recuerda que la ordenanza que regula la instalación de postes y líneas de telecomunicaciones aéreas y subterráneas en Guayaquil establece sanciones en caso de una inadecuada disposición de los cables en las calles.
Hasta cables de alta tensión hay enredados en los llamados tallarines colgantes, que están muy cerca de las manos de quienes habitamos en este sector.
Además, menciona que el artículo 57 sentencia que las empresas responsables serán sancionadas hasta con un salario básico en caso de incumplimiento. “Sin embargo, ninguna autoridad municipal hace cumplir esta ley y por eso todos quieren hacer lo que les da la gana, perjudicando la tranquilidad de la ciudadanía”, reclama.
Estos tallarines colgantes opacan el ornato de la zona y mantienen en zozobra a sus habitantes, que tienen miedo de que estos se caigan y provoquen algún accidente.
Diario EXPRESO consultó al Municipio ¿cuándo va a regenerar el vecindario?, que es un pedido de los habitantes. Pero hasta el cierre de esta nota no hubo respuesta.
Desde mi balcón puedo ver los cables muy de cerca. Incluso, hasta podría tocarlos si tuviera la certeza de que no pasará una desgracia. A mis hijos les tengo prohibido asomarse.
Antonio Guamán, arquitecto que habita desde hace 15 años en la ciudadela, dice que se debe liberar el espacio aéreo de esta zona, de las antiestéticas telarañas que atentan contra el entorno visual. “Se ven muy mal esos cables, solo reflejan el desorden con el que se maneja la ciudad. No solo de ahora, sino desde hace mucho tiempo se ha tolerado que dejen así. Y así todos perdemos”, comentó.
A criterio de algunos vecinos, las autoridades de la ciudad deben crear una mesa de trabajo con los representantes de las operadoras y de las entidades que hacen parte de estos procedimientos (instalación de cables) para definir un plan para realizar el soterramiento, que consiste en la instalación de tuberías que deben pasar por debajo del suelo, para desmontar el cableado aéreo.
“Hay que rechazar el eterno argumento de que el soterramiento es muy costoso, cuando sale más caro no hacerlo, porque el cable a la vista facilita el robo de cobre y del servicio de energía, aparte del peligro que atenta contra la vida”, menciona el arquitecto Guamán.
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Leer másAparte de la contaminación visual, los cableríos también constituyen un riesgo para los ciudadanos. “El mayor peligro de una zona con tendidos aéreos es frente a un temblor o terremoto, porque pueden caer encima de las personas, las redes de energía pueden ocasionar cortocircuitos, apagones, incendios”, advierte el ingeniero industrial Samuel Miranda, quien reside en la ciudadela hace dos décadas, quien se suma al reclamo de sus vecinos para que el Municipio solucione este problema.