Parque Centenario: la otra cara de la Nochebuena
Quienes trabajan alrededor del sitio concuerdan que el 24 no será una "noche tan buena" para ellos. En el sitio se improvisan decenas de camas
Las calles se vuelven muy frías, pero en medio de ese ambiente intentan disfrutar un poco hasta la medianoche. Luego, la desolación los llena de tristeza. Así lo resumen quienes han pasado la Nochebuena en el parque Centenario, uno de los sitios emblemáticos de la ciudad, inaugurado en 1920.
Navidad de papel periódico
Leer másDurante un recorrido realizado en sus alrededores, EXPRESO conversó con algunas personas que habitan y trabajan afuera del parque. Ellos confesaron que gozan, pero también sufren esas condiciones de vida.
Dayanna, una trabajadora sexual que lleva 8 años laborando en la zona, cuenta que la noche del 24 resulta ser una fecha especialmente dura para ella. Se cuestiona si realmente es correcto lo que hace. “Ese día se sufre mucho, vemos a la gente disfrutar en familia y uno se pone a pensar si está por el camino correcto. Esto no se lo deseo a nadie”. Su memoria se traslada a la última Nochebuena que pasó en el parque que no duerme. “Yo estuve aquí hasta las 10 de la noche, pero no soporté más y me fui a pasar con mis hijos, luego volví a trabajar un poco, pero solo pude atender a dos clientes y se acabó mi jornada laboral”, recuerda.
En la otra acera, del lado de la calle Lorenzo de Garaycoa, un residente asegura que ahí sí se divierten a pesar de las circunstancias. “Aquí a ellos los desalojan del parque a las 10, pero igual buscan la manera de pasarla bien, se ponen a escuchar música, bailar por un rato; pero luego de las 12 esto casi que parece un cementerio. Hay mucho silencio”, cuenta Jhon Campos, quien habita desde hace 14 años al frente del Centenario.
Para los migrantes la situación se vuelve más dura, ya que no solo sienten el frío inclemente de la noche, sino que se vienen los recuerdos de sus familiares, que están a miles de kilómetros. “Es alegre la noche, pero la madrugada es muy triste. El año pasado me regalé la dormida en una cama de hotel, pero solo me la pasé chillando”, cuenta Jonathan. A su lado, Elvis lo interrumpe para resaltar que extraña mucho a la familia. “Las Navidades en las calles son muy tristes. No se las deseo ni a mi peor enemigo”.
Con eso concuerda Roder. “Aquí en la madrugada solo ves borrachos, peligro, gente fumando, consumiendo drogas. Después de las 12, el orden lo pone la gente”.
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Leer másEn el sector se vive en contrastes. Lo que empieza como una fiesta termina, más bien, en una noche para olvidar. Dicen que ya nadie disfruta realmente esa fecha tan especial en la calle.
En la zona, el comercio se mueve un poco menos que en el día. El trabajo que se ejerce alrededor del Centenario es algo distinto, en medio de la poca seguridad que transmite una UPC, donde un uniformado hace presencia en el sitio.
“Aquí hay guardianía las 24 horas del día, los 7 días de la semana. Aquí no descansamos, siempre hay alguien. Nunca se han registrado problemas ni en Navidad, ni Fin de Año. Tratamos de mantener el área del parque libre. Si ellos hacen sus fiestas es afuera y en las calles de al frente”, comenta el policía Luis Herrera.
Los comerciantes narran su propia historia. “Las calles son muy frías, pero igual disfrutamos un poco hasta las doce; luego esto se vuelve desolado y nos llenamos de tristeza”, indica Rafael Olivares, quien tiene un pequeño puesto de café, cigarrillos y golosinas en la calle Garaycoa. El comerciante, que también pasa sus noches en los alrededores del Centenario, afirma que tratan de no perder las tradiciones que tenían en familia. “Ese día tratamos de vestirnos bien, comprarnos ropa nueva y disfrutar entre nosotros. Aquí nos conocemos casi todos, somos una familia y bebemos un poco hasta las 11 o 12 (de la noche). Ya luego cada quien a su lugar y ahí empieza lo triste”.
Aquí vienen los hermanitos de la iglesia y nos traen nuestro chocolatito caliente y pancito, nos comparten un consejo y llenamos nuestra barriga. ¡Ojalá este año sea igual!
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Leer másPero en el cuadrante del parque también hay quienes nunca han pasado la Nochebuena en esas condiciones. Hoy 24 de diciembre tendrán su primera vez. Las expectativas no son muy altas. “Desde ya me siento triste. Aquí dicen que disfrutan y se reúnen en la noche, pero llegarán las doce y estaré lejos de mi familia. No quiero que llegue la oscuridad”, expresa entristecida Yelitza, quien prefiere guardarse las razones por las que no pasará con su familia, que reside en el sur de Guayaquil.
Un vendedor ambulante de caramelos es más optimista. Concuerda con los demás en que la noche es fría, pero asegura que Dios nunca se olvida de ellos. “Aquí siempre vienen los hermanitos de la iglesia y nos traen nuestro chocolatito caliente y pancito, así llenamos nuestra barriga. También nos comparten unos consejos. Dios nunca se olvida de sus hijos”, testifica Gregory Zambrano. Esta Navidad estará sin su familia, pero compartirá la fecha con quienes se cobijan en los alrededores del Centenario.