Guayaquil: Los parqueaderos achican las peatonales en Acuarela del Río
Los vecinos infringen la ley por el temor a que les roben sus carro. La inseguridad y la insalubridad los agobian. Exigen ayuda de las autoridades
El temor de ser víctimas de la delincuencia ha obligado a los residentes de la ciudadela Acuarela del Río, en el norte de la urbe, no solo a cerrar las peatonales con grandes portones o rejas para impedir el ingreso de personas desconocidas; sino que también los ha llevado a convertirlas en parqueaderos informales, con el fin de poner a buen recaudo sus automotores.
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Leer másLos vehículos estacionados forman doble columna y se convierten en un obstáculo para los moradores, que no pueden caminar con tranquilidad por aquellas calles angostas destinadas al uso exclusivo de peatones.
“Mi madre, que se moviliza en silla de ruedas, tiene problemas para transitar por estas peatonales llenas de carros. No es justo que se obstaculicen las vías con el pretexto de huir del hampa”, se queja Aida Rosales, quien reside en la manzana 10 de la urbanización y una vez a la semana debe llevar a chequeos médicos a su progenitora.
Pero Juan Benalcázar, quien habita en una de las peatonales de la manzana 9, justifica la medida: “Esta la única alternativa que tenemos, ya que al dejar los carros en las veredas corren el riesgo de ser desmantelados por los hampones que pululan por la zona”.
En octubre de 2020 y en marzo de este año los ladrones se llevaron varios accesorios de su carro. “No quiero que se repita esta situación, así que mejor dejo el vehículo al lado de la puerta de mi casa y me ahorro cualquier problema”, sostiene el residente, quien hasta marzo pasado guardaba su carro en un garaje cercano, cuyo servicio le costaba 40 dólares mensuales. Ahora se ahorra ese valor, pero a cambio obstaculiza el tránsito de los peatones.
Las calles de esta ciudadela están muy desoladas, ya que los residentes preferimos encerrarnos en nuestras casas para evitar ser víctimas de la delincuencia.
Pero no es el único que ha tomado esa medida, que está prohibida en la ordenanza para la facilitación de la circulación vehicular en la ciudad de Guayaquil, y que establece en su artículo 6 una multa del 15 % del salario básico para quien se estacione en lugares prohibidos por la Autoridad de Tránsito y Movilidad (ATM).
Hay gente de otros lados que llega en carros y motos a la ciudadela y les arrancha el celular a quienes caminan desprevenidos. Falta más control de la policía.
Manuel León, quien vive desde hace 10 años en la ciudadela, también guarda su vehículo en la peatonal. “No quiero dar ‘papaya’ a los delincuentes, quienes ya me ‘golearon’ el año pasado al llevarse la memoria de mi carro, que tenía tres meses de haberlo adquirido”.
Manifiesta que la inseguridad lo tiene estresado, sobre todo porque hace dos semanas una de sus hijas fue víctima de la delincuencia. “Un individuo la apuntó con un arma y le arranchó la cartera y celular a pocos metros de la vivienda. Por suerte no le hizo daño. Vivimos en peligro porque los ladrones rondan aquí todo el tiempo”, remarca el residente, al exigir a la policía que realice más patrullajes.
Los gendarmes aseguran que ejecutan rondas en diferentes horarios. “Lamentablemente no podemos poner a un uniformado en cada cuadra, las 24 horas del día, pero estamos atentos a cualquier llamado de auxilio”, indicó el sargento Manuel Medina, quien patrullaba la zona la tarde del jueves pasado.
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Leer másOtro problema que tiene Acuarela del Río, indicó Miriam Bautista, es el abandono de un parque que está ubicado en la manzana 8, en donde grupos de personas se reúnen al caer la tarde para consumir drogas y hacer del lugar un dormitorio. “Hay que decir la verdad: la policía hace patrullajes, pero estos son insuficientes para la ola delictiva que hay en este sector”, enfatiza, al tiempo de pedir al Municipio que realice un cerramiento en este lugar para mejorar su imagen.
Esta solicitud la hicieron los moradores por escrito en 2019. “Tenemos el visto bueno del Cabildo; pero, al parecer, la pandemia ha demorado los trabajos de intervención del área”, informa Verónica Kalil, quien vive frente al parque desde hace 17 años y ha sido testigo de los desmanes que protagonizan personas desconocidas, especialmente venezolanos que buscan un lugar para pasar la noche.
Esta urbanización, donde habitan 500 familias, cuenta con más de 16 entradas, ocho desde la avenida Terminal-Pascuales, y las otras ocho por la calle del primer pasaje. Y es precisamente por estas rutas que llegan y huyen los delincuentes, menciona otro residente que prefiere el anonimato, porque hace tres semanas asaltaron su vivienda y ha recibido amenazas por denunciar el hecho a la policía.
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Leer másQuien sí da su nombre es Cecilia Calero, quien reside en la manzana 4. Lo hace para quejarse de la mala disposición de la basura y la suciedad de las calles. “Eso hace que los chamberos, gatos y perros abran los paquetes y derramen los desperdicios”, asevera.
En la ciudadela hay una docena de solares baldíos junto a los cuales siempre hay desperdicios, incluso después de que el carro recolector ha pasado. “Muchos vecinos no colaboran con la limpieza y eso origina una mala imagen y sirve para la proliferación de insectos”, puntualiza Lucía Pazmiño, otra residente.