Guayaquil: los parques con juegos peligrosos para infantes
La falta de mantenimiento y limpieza ha alejado a los menores de los sitios recreacionales. Los padres creen que las estructuras son inadecuadas
Varios parques del norte de la ciudad se encuentran descuidados. Estas áreas que son donde más se recrean los menores no están acondicionadas para su entretenimiento, diversión y desarrollo, sino que son un peligro para ellos.
La situación es igual en todos los parques visitados por EXPRESO: juegos oxidados, despintados, dañados, destruidos, con restos de heces fecales y sin piezas. A esto se suma el mal olor, la basura y hasta botellas de alcohol. Varios parques tienen sus suelos cubiertos con piedras pequeñas blancas que si un menor se tropieza, de seguro se lastima gravemente cualquier parte de su cuerpo.
En la ciudadela Martha de Roldós, ubicada en el norte de Guayaquil, no todos los menores tienen cómo jugar en los parques, cuenta Enailda Granados, moradora del sector. Ella, en las tardes, suele pasear junto a su sobrino de 3 años, quien quiere subirse a los juegos de los parques que están cerca de su casa, pero en ninguno de ellos puede hacerlo. Todos son para los niños con más edad.
Eso lo entristece, comenta Granados, porque trata de que lo suba a uno, pero al tratar de ascender, aunque lo tenga agarrado, le da miedo caerse, por la altura y me pide que lo baje. Además, de que debe tener cuidado, porque esas estructuras están oxidadas.
Con ella concuerda, Luis Villavinueza. A su juicio, los parques no han recibido mantenimiento hace mucho tiempo. Además, que, si los pequeños se suben, sus cuerpos se ensucian con heces fecales de las palomas. Por otro lado, “estos juegos ya no están aptos para los niños, debería haber juegos más actualizados para que desarrollen su lado motor”.
En el parque se necesita más alumbrado; en las noches es muy oscuro. Los juegos deberían ser más actualizados, estos ya no son funcionales y están dañados.
Martha Quezada cuenta que los juegos siempre se dañan y no les dan mantenimiento. Además, si los niños se caen sobre las piedras, se ensucian con las heces fecales de los perros. Además, nadie limpia el parque; los vecinos suelen hacer mingas.
Así como Granados, Quezada tampoco gusta que su hijo juegue en los parques, porque la resbaladera es demasiado alta para que suban. Para ella, los juegos son para los grandes.
Una vez, el hijo de Elba Morán se subió a una de las resbaladeras del sector y como el filo de este juego, que es de lata, estaba salido, al caer se rasgó la piel cerca de la ceja y el párpado; desde ese día ha tratado de que no use los juegos.
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En otro lado de la ciudad, en Sauces IX, los padres tratan de que sus hijos no vayan a los parques porque se enferman. El hijo de Carolina Mora tiene dos años y cuando hizo que descendiera de una resbaladera, la cual tiene óxido, le dio una picazón y luego se enronchó.
Ella trata de no llevarlo al parque, aunque se lo pida insistentemente. Narcisa Villacís, madre de Mora y abuela del menor, teme cuando tiene que ir hasta el sitio porque unas personas levantaron un campamento improvisado y le da miedo que a su nieto le pudiera pasar algo.
Todo necesita mantenimiento: los columpios, los bancos de cemento... Más de un año a estos juegos no se les ha dado mantenimiento. Deben poner otros juegos.
La profesora de la Unidad Educativa Las Américas, Ingrid Salazar, expone que hace dos meses enviaron una carta al Cabildo para que sacaran a unas personas que están viviendo en el parque, pero hasta la fecha puede observar una acción por parte de la entidad municipal. El parque está al lado del colegio. Ella teme por los estudiantes.
En la ciudadela La Garzota, el panorama es igual. Casi no se ve a los niños en los parques, sino a los adultos jugando vóley. Los juegos, los mismos que en los demás (resbaladera, sube y baja y columpio) no son utilizados; están marcados por el deterioro y el tiempo. Los pocos bancos de cemento también necesitan mantenimiento.
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Manuel Altamirano es taxista y junto con otros colegas y hombres que viven en el sector se reúnen en las tardes a hacer deportes. Para él, el parque está abandonado. “El Municipio no ha venido a mejorarlo ni nada”.
Los juegos están obsoletos, tienen más de 20 años. No hay plantas. Pusieron un cuadrado que interrumpe la zona de juegos, no tiene función, los niños se caen dentro.
Cree que los grandes parques que tiene la ciudadela deberían ser mejor aprovechados; sugiere que se haga un sendero para que los niños puedan pedalear sus bicicletas o triciclos, o también patinen. Si no se ven a los menores adueñándose del sitio es porque “no hay el ambiente propicio para que los niños vengan al parque”, dice Altamirano.
EXPRESO trató de obtener una respuesta y solución ante esta situación por parte del Municipio de Guayaquil; se solicitó una entrevista, pero hasta el cierre de la edición no hubo respuesta.
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