Los parterres de Samanes, un modelo de bienestar vial en Guayaquil
Para varios guayaquileños, las islas de seguridad vial de la ciudadela Samanes deben replicarse en la ciudad
Un frondoso parterre llama la atención de un tramo de la avenida Isidro Ayora, entre la avenida Francisco Rizzo y la calle Teodoro Alvarado Oleas, norte de Guayaquil. La ancha avenida de ocho carriles está dividida por un largo y ancho parterre cubierto de vegetación, en lo bajo y en lo alto de ese espacio.
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Leer másHace 33 años, el guayaquileño Hugo Astudillo vive en la ciudadela Samanes. A él le gusta todos los días caminar por el parterre central de esta zona que pasó a convertirse en un corredor verde hace ya varios años. Al menos seis, coinciden los residentes. El andar despacio bajo la sombra de árboles de copas, un escenario prácticamente inexistente en la ciudad, le produce placer y bienestar a Astudillo.
Y es que la zona central del parterre es una hilera de samanes de color verde oscuro, lleno de hojas. Es lo primero que acapara la vista cuando se recorre el sector. Luego, el largo verde brillante del césped que cubre el suelo. Al acercarse, unos adoquines indican el sendero. Es un pequeño bosque en la ciudadela, opina Alberto Sánchez. Al final de este camino está el Parque Ecológico Samanes.
Antes de llegar a la intersección con la avenida Francisco Rizzo, el hormigón domina los parterres de la extensa Isidro Ayora. Para Fabián Mogrovejo, el modelo de esta área de seguridad vial debe replicarse pero con urgencia en las grandes avenidas de la urbe porque permite que las personas que van a pie o en bicicleta recrearse con el verdor de la zona. A él, le brinda seguridad un espacio así, dice. Como la mayoría, lamenta que en Guayaquil sean contados los corredores urbanos de este tipo que existen en la ciudad.
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Para la ingeniera Elena Narváez, guayaquileña y residente del lugar, este que está en la Isidro Ayora es el único. “Al menos no recuerdo haber visto otro parterre tan vivo, lleno de áreas verdes como este. Un ejemplo de cómo se debe reemplazar el cemento y dar vida a un barrio”, alega.
A Dolores Maridueña, también residente, le fascina esa isla de seguridad que goza Samanes en su avenida principal; piensa que así deberían ser los parterres en toda la ciudad porque “da buena vista a la avenida; se ve bien, es bonito ver así la vegetación bien cuidada”. A ella le gusta caminar en el parterre y disfrutar de la sensación que le producen observar los árboles.
A Xavier Wong le gusta caminar por el parterre que por las aceras laterales cuando va a un supermercado que está en la avenida principal. El transitar por este sitio le permite despejar su mente y salir de la rutina. Además, como Guayaquil tiene un clima de altas temperaturas, las altas y frondosas copas de los árboles le ayudan a cubrirse de los rayos solares.
Hugo Astudillo
A Lourdes Wong también le gusta caminar por el sitio porque le da la sensación de que es un bosque y a su vez le proporciona sombra, lo que no hay si transita por las aceras de la avenida Isidro Ayora, ni Francisco de Orellana, ni la Juan Tanca Marengo, la Rodolfo Baquerizo Nazzur o la Narcisa de Jesús, solo por citar algunas arterias llenas de cemento.
“En la ciudad todo es cemento, lamentablemente. Ese es la única isla verde de la ciudad. Es una pena que sea solo una. Pero por ser única, es la que sí o sí debe servir de ejemplo”, señala Pamela Villavicencio, residente.
Jorge Maldonado prefirió ir hasta el paradero de buses bajo la sombra de los macizos porque le proporcionan sombra “ante un sol inclemente”. A su vez, se siente más seguro que en la acera, afirma. Lo mismo opina Roberto López, quien a diario recoge el tramo para llevar a su nieta a la escuela.
Para Ingrid Illescas, al igual que sus vecinos, este tipo de modelo de parterre debe replicarse tal cual, porque les permite conectarse con la naturaleza y, a su vez, purifican el aire.
La opinión de los expertos
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Leer másPara Ricardo Pozo, arquitecto y docente de la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil, este tipo de parterre debería construirse en las zonas que tiene similares características, avenidas amplias. A su criterio, si se aprovechan, los parterres se convierten en parques lineales con arborización, creando corredores verdes; que es lo que han sugerido para Guayaquil planificadores urbanos locales y extranjeros, entrevistados antes por EXPRESO.
Y es que no solo generan una calidad visual agradable, agrega María Lorena Sánchez, arquitecta y docente de la Universidad de Guayaquil, sino que los árboles atenúan la radiación solar y sus raíces canalizan las aguas lluvias para que no exista inundaciones. Pero al ser un corredor ecológico, la docente indica que en estos sitios no se debe colocar bancas ni juegos infantiles ni máquinas de ejercicios, porque no son espacios para equipamiento social.
Además, se pueden convertir en un circuito caminable, donde la gente prefiera desplazarse en bicicleta o en un escooter, de esta forma menos automóviles habrá en la calle opina Pozo. Por lo que Sánchez sugiere que, para ello, el Municipio sea cauteloso con los arbustos en estas zonas porque pueden obstaculizar la visibilidad del conductor.
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