El paseo de las vías en sus dos caras
Distintas realidades deambulan por tres arterias. Entre sus sellos figuran el dinamismo, comercio, turismo y prostitución.
Guayaquil es una ciudad de contrastes. Diferentes arterias están marcadas por peculiaridades que se han convertido en sus sellos característicos sin importar el horario o si es un atractivo turístico. Al igual que su hermana Quito, que tiene a la 24 de Mayo donde es un paseo del miedo al placer; la urbe porteña, que ayer cumplió 201 años de independencia, también cuenta con arterias que presentan dos caras. Es por esto que EXPRESO recorrió tres de ellas: la transitada Machala, la urdesina Víctor Emilio Estrada y la emblemática 9 de Octubre, donde constató un abanico de realidades.
A Guayaquil se la celebra en las calles
Leer másAl aterrizar a la Machala, que conecta el norte con el sur de la ciudad, llaman la atención múltiples locales, pero en los que destacan dos líneas de negocios: los que ofrecen materiales de construcción y los que venden colchones y muebles. A lo largo de sus 24 manzanas se observan inodoros, cerámicas, tubos y colchonetas, que se exhiben en los exteriores de los negocios y donde los ciudadanos ‘regatean’ con los vendedores, se muestran indecisos por escoger la baldosa o el colchón que les quitará ese dolor de espalda que los atormentan.
“Aquí hay de todo y como hay muchos negocios, los precios son parecidos. Es un punto estratégico de la ciudad para estas compras; vienen hasta de Durán”, confiesa Dalia Castro, propietaria de un local de venta de elementos de cocina.
Así es la Machala, una céntrica calle que la ciudadanía concuerda que es como la Ayacucho cuando se trata de comprar los repuestos de los vehículos. Pero como diría el mítico salsero Héctor Lavoe, “la calle es una selva de cemento”, la Machala proyecta el color gris, pues no hay árboles.
“No me había percatado de eso, pero lo mismo pasa en la Quito. Quizá estamos acostumbrados a verla como una vía rápida y de compras que dejamos pasar por alto la sombra”, reconoce Tannia López, quien llegó desde el suroeste de la ciudad en busca de pinturas.
Este escenario cambia en la popular Víctor Emilio Estrada, en el corazón de Urdesa. Allí sí hay árboles, hasta en el parterre central, y la línea de negocio cambia: resaltan las cafeterías, restaurantes, de una variada cartilla, y los restobares obligan a que grupos de amigos y familias llenen de color a ‘la Víctor’. Los guayacanes están florecidos y sus rosas amarillas hacen una especie de ‘alfombra’ al caer sobre las aceras. Hay vida.
Contrario a la Machala, aquí la gente está irritada por el ruido de buses, que tampoco ruedan por la Machala, y de algunos negocios. “Se perdió el concepto de residencial. Me gusta que la ciudad crezca y que se reactive, pero nos molesta no poder dormir”, argumenta Laura Rodríguez, moradora, y remarca que no necesita irse a otros sectores ya que, según ella, aquí hay de todo.
La falta de iluminación en ciertas zonas preocupa a la comunidad. Por ejemplo, en el tramo de la Costanera, que conecta con Miraflores, hay quienes aceleran el paso debido al daño de una luminaria. Tampoco está operativo un retén aledaño y la intensidad de la luz es baja. Piden, asimismo, poda ya que la frondosidad obstaculiza la iluminación.
Pero si hablamos de calles no debemos dejar de mencionar a la tradicional 9 de Octubre que ayer hizo honor a sus fiestas. Durante las primeras luces del día el panorama es pintoresco: trabajadores corren para llegar a tiempo a sus plazas, otros salen a dar caminatas, y paralelamente abren los negocios.
Nace en el Hemiciclo de la Rotonda, en el Malecón 2000, y muere en el puente Cinco de Junio, en el otro malecón, del Salado. Allí los locales de comida, no muchos, intentan inyectarle más dinamismo al bulevar colocando las sillas y mesas afuera, mientras se oyen unos músicos alegrando la tarde y mañana por unas monedas.
Llega la noche y, como ya se ha venido contando, el centro y sobre todo en esta vía, se pasea la desolación. Está claro que solo visitantes llegan a estos comercios porque caminaron por allí. No hay mucha oferta, y la prostitución también aterriza. Esto pese a que la comunidad haya solicitado al Municipio que Justicia y Vigilancia se sume a los patrullajes. Es una tarea difícil y que se extiende en las zonas aledañas como la José Mascote o Primero de Mayo.
Un cachiporrero de 66 años vuelve a desfilar por las fiestas de Independencia
Leer másLa estatua de los próceres ilumina la noche. No duerme. Y es la fría testigo de cómo la ciudad no se inmuta con sus dos caras o múltiples realidades y cuyos ciudadanos son los protagonistas.