La pluma que aterra a una dictadura
El escritor nicaragüense Sergio Ramírez lanzó ‘Tongolele no sabía bailar’. Tras la publicación, se le dictó una orden de detención.
En 2018, durante una breve visita al Puerto Principal, el escritor nicaragüense y Premio Cervantes Sergio Ramírez le comentó a EXPRESO que, para un escritor latinoamericano, la realidad política era ineludible.
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Leer másFrente a una taza de café en el Hotel Oro Verde, el exvicepresidente del país centroamericano reflexionó. “Yo vivo en la anormalidad. Si viviera en un país normal, donde la institucionalidad funcionara, donde se respetaran los derechos humanos, entonces mi literatura sería distinta, pero ese fracaso es mi alimento literario”.
Tres años después, esa reflexión, que por entonces plasmó en ‘Ya nadie llora por mí’, recrudece en ‘Tongolele no sabía bailar’, su novela más reciente.
Al igual que la anterior, en esta obra el protagonista también es Dolores Morales, inspector y sandinista desilusionado, cuya moralidad se choca contra la realidad nicaragüense.
Tengo esperanzas de la posibilidad de un cambio que no sea violento, no quiero otra guerra civil. Deja miles de muertos y empodera a un caudillo militar que toma el poder y ya no lo quiere soltar. Esa es la experiencia de Nicaragua.
Sin embargo, mientras que en 2018 ‘Ya nadie llora por mí’ lo cimentó como el único escritor centroamericano en hacerse con el Cervantes, ‘Tongolele no sabía bailar’ le ganó otro tipo de notoriedad: la persecución del gobierno de su otrora amigo, Daniel Ortega.
Y es que la semana pasada, poco después del lanzamiento de la novela, el Ministerio Público nicaragüense dictó una orden de detención en contra del autor por “realizar actos que fomentan e incitan al odio y la violencia”.
El gobierno de Ortega, que ha apresado a cientos de disidentes, alega que la novela ‘distorsiona’ lo sucedido durante el levantamiento de 2018 y la sangrienta represión que dejó más de 400 muertos.
En la obra, el inspector Morales y su compañero Rambo son expulsados del país por orden de Tongolele, jefe de los servicios secretos. Sin embargo, deciden regresar a pelear, una vez más, en contra de la represión.
El ingreso de la novela al país fue prohibida por el gobierno represivo, y Ramírez tuvo que exiliarse una vez más (lo hizo durante la dictadura de Anastasio Somoza).
Para el autor, esta época de su vida ha sido un extraño péndulo, que parece haberlo llevado de regreso a la primera casilla del tablero.
“Mi novela retrata la construcción y el manejo del poder, lo que está detrás del poder, y eso no lo han podido permitir (...) Pensar que una ficción pone en peligro el poder muestra debilidad. Y también el rencor, la soberbia de ‘cómo se atreve alguien a ponerme a mí en una novela’. El poder absoluto no tiene humor. Y es terrible, porque hasta Somoza tenía humor. Publiqué en Costa Rica un libro sobre Sandino, un nombre prohibido en Nicaragua. Enviamos cinco mil ejemplares a Nicaragua y los retuvieron en la aduana, como mi novela. Los llevaron a Somoza y él dijo: ‘¿Por qué no va a entrar, si ahí al que joden es a mi papá?’. Y el libro entró”, relató Ramírez en una entrevista.
La orden de detención, pese a que no es aplicable porque Ramírez no está en su país, ha generado numerosas reacciones a nivel internacional, y hasta una carta de rechazo de al menos 200 afamados artistas.
“Los cargos que se han fabricado contra él son la demostración palpable de la deriva represora del régimen, decidido a acallar a sus opositores mediante la cárcel u obligándolos al exilio”, detalla la misiva.
Pero Ramírez no piensa detenerse. Las denuncias al régimen, reitera, seguirán. “La mano torpe de la injusticia dictatorial en Nicaragua está persiguiendo y tomando como rehenes a gente justa, mujeres y hombres dignos de todas las condiciones sociales y aterrorizando sus hogares”.