La Pradera anhela que su bosque sea un centro cultural
Expertos sugieren darle vida y sacarle provecho al parque más grande y verde de esa ciudadela. El tránsito también aqueja a la zona.
Varias calles y veredas de las tres etapas de la ciudadela La Pradera están rajadas y cuarteadas por el peso de los camiones que circulan por ahí las 24 horas del día. No solo eso, por cada vehículo que pasa, las casas tiemblan y muchas sufren fisuras. Así lo narran habitantes de ese sector situado en el sur de Guayaquil, quienes además lamentan ya no poder exhibir sus jardineras en las aceras porque el remezón de esos carros las tumban.
Las tuberías de ese barrio son otro problema. Las aguas lluvias y servidas suelen emerger por los sumideros, contaminar y mojar el ambiente de los vecinos, sobre todo cuando llueve. “Cuando compré mi casa me tocó cambiarle todo el sistema de tuberías desde abajo porque estaban dañadas”, recuerda Luis Cevallos, quien vive hace 40 años en la manzana D30 de la Pradera 2, cuando la ciudadela empezó a poblarse.
Otra molestia que aún el lugar no logra superar, pese al esfuerzo y los proyectos culturales ejecutados por los vecinos, es la inseguridad en el parque El Bosque, ubicado en la tercera etapa y uno de los espacios más verdes del vecindario. Además del abandono, su inadecuada utilización y falta de remodelación de los parques pequeños de La Pradera 1.
Receta urbanista para la ciudadela 9 de Octubre
Leer másEXPRESO le consultó a tres expertos en diseño de ciudadelas y ciudades sobre cómo darle solución a estos problemas y hacer de La Pradera un lugar más bonito y mejor para vivir.
El arquitecto Rodolfo López, jubilado, quien trabajó en construcción de conjuntos residenciales, vive en la ciudadela Las Acacias pero frecuenta La Pradera. Ahí tiene familiares que visitar. Él propone que para sanar las calles, a su juicio la principal molestia del sector, hay que hacer una reconformación del pavimento.
“Lo ideal sería impedir que los camiones circulen por ahí, pero como los carros van al puerto que está en el sur y esa es la ruta, es difícil que así sea. Sin embargo, como las calles están diseñadas para carros livianos, hay que hacer una excavación mayor para que el terreno sea más consistente y para ubicar pavimento rígido que no se parta de nuevo con el paso de los contenedores”, explica.
El también arquitecto y especialista en impacto ambiental, Luis Seis Mendoza, docente de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Guayaquil, de igual forma pone énfasis en la circulación de los camiones. “Pero no solo por las calles que se dañan, sino porque existe un impacto de ruido y un impacto ambiental. El humo constante de esos contenedores es absorbido por los moradores todos los días”, detalla.
Dice que la solución no está en cambiar el material de las vías, sino de impedir que los carros circulen muy cerca de las viviendas. “Un trabajo que le compete a las autoridades”, aclara.
De las tres etapas de La Pradera, Seis cuestiona también la falta de remodelación de los parques pequeños. A más de lo crecida que está la maleza, los juegos infantiles y los mobiliarios están destruidos. “Pero no hay que cerrarlos, sino rediseñarlos. Si los cierran lo limitan y los vecinos los ven ajenos”. Explica que más bien hay que hacerlos amigables, ubicar asientos de hormigón y camineras con adoquines en ellos.
El muralista Gabriel Peña, morador de la Pradera 3, uno de los incentivadores en mejorar esta ciudadela, indica que junto a varios urbanistas tiene un plan en marcha para mejorar el parque El Bosque, uno de los principales atractivos del sector. Ahí, en los últimos tres años, Peña ha embellecido la fachada de ese espacio verde con pinturas gigantes en las paredes y con la reforestación de árboles, dando vida y color a su barrio, con un evento denominado Festival Bosque de Colores. “También tenemos un proyecto con la empresa Interagua, que desde diciembre están trabajando en mejorar el sistema de tuberías para evitar malos olores y desbordes”, detalla.
El urbanista David Hidalgo, quien es parte de este proyecto, menciona que por la cantidad de árboles, El Bosque es una de las áreas verdes más atractivas de Guayaquil, a la que el Municipio debería darle mayor promoción, mantenimiento y apoyar la agenda cultural, artística y gastronómica que ejecuta, en ese espacio, la comunidad.
“Este tipo de festivales fomentan la seguridad, el turismo, la economía urbana y generan trabajo para el barrio y la ciudad”, explica.
Acota que trabajos como los que realiza Peña y otros vecinos, de mingas, siembra y cuidado de los árboles, debería replicarse en otros parques de la ciudad y sugiere que el Festival de Colores debería ser institucionalizado por el gobierno local.
"Este tipo de festivales fomentan la seguridad, el turismo, la economía urbana y generan trabajo para el barrio y la ciudad"