Vencieron el cáncer y tocaron la 'Campana de la Esperanza' en Solca
Un menor y una doctora la hicieron replicar tras vencer el cáncer. El instrumento es un símbolo de lucha. Solca estrenó un espacio para experimentar el triunfo
La campana fue tocada por primera vez como símbolo de lucha y triunfo por dos sobrevivientes de cáncer, que juntos pudieron decir que han vencido la enfermedad luego de varios años de padecer dolorosas sesiones de quimioterapia donde parecía que se perdía la batalla, pero no la fe.
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Leer másEste instrumento, denominado la ‘Campana de la Esperanza’, fue colocado hace apenas unos días por la Sociedad de la Lucha Contra el Cáncer (Solca), núcleo Guayaquil. En el hospital se inauguró un espacio en el que precisamente hay una campana que los pacientes tocan para decirle adiós a las salas del hospital y volver a la cotidianidad, como antes. Como siempre lo soñaron.
Teniendo en cuenta cómo está la situación a nivel nacional en Solca, cuya deuda que mantiene el Gobierno con la institución pone en riesgo la atención de aquellos pacientes que no cuentan con un seguro o son derivados del IESS o el Ministerio de Salud; noticias como estas confirman que el hospital necesita seguir viviendo y dando atención especializada para que más pacientes y sus familias puedan experimentar la felicidad a plenitud.
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Leer másJeremy Curipallo hoy tiene 13 años, pero fue diagnosticado de leucemia cuando tenía solo 5 años. “Fueron ocho años de lucha, no fue nada fácil. En ocasiones parecía que nuestro pequeño iba a morir, pero nunca perdimos la esperanza”, dijo Cristina Holguín, madre del sobreviviente. Mientras ella habla, su esposo asienta con la cabeza y la interrumpe. “Es un dolor inexplicable, ver a tu hijo pequeño sin cabello, sufriendo con tanto dolor. Es algo que no se lo deseo a nadie”, contó nostálgico Luis Curipallo, padre de Jeremy; quien reconoce haber sentido que su corazón se salía del pecho cuando finalmente su hijo tocó una y otra vez la campana, la semana anterior.
El menor cuenta que fue difícil para él, ya que muchas veces no entendía lo que pasaba. “Mis amigos se me burlaban porque no tenía cabello. Me molestaban y eso me ponía triste. Ahora he recuperado mi cabello y mi salud”, dijo muy emocionado.
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Leer másSu padre recuerda las duras etapas que le tocó vivir a lo largo de los últimos años. “Fue muy complicado, económicamente es una enfermedad muy costosa, pese a que una fundación nos ayudó pagando varios gastos, los costos en taxi y comida a diario superaban los $ 50 y no se podía trabajar bien”, recordó.
El pequeño confiesa a EXPRESO cuál es ahora su sueño. “Quiero ser un marino, me encantaría andar en el mar, conocer varios lugares. Anhelo seguir el ejemplo de mi primo”, dijo emocionado.
La ‘Campana de la Esperanza’ representa un símbolo mundial de lucha, fe y terminación del tratamiento del cáncer o su remisión. En Solca existía una sola campana situada en la zona de quimioterapia, la misma era tocada exclusivamente por dos motivos importantes. Uno de ellos era cuando finalizaba la etapa de quimioterapia; sin embargo, en ese caso, la persona debe seguir bajo rigurosos cuidados y atenciones, y también por remisión. Ambos sucesos son catalogados como emblemas de esperanza y motivación para todas las personas que siguen luchando contra esta enfermedad.
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Leer másPor ello, Solca, en su misión de ser esperanza de vida para sus pacientes, plasmó este espacio para colocar el símbolo de esa lucha. La campana, de 40 centímetros elaborada en bronce, está ubicada en una glorieta construida para que los pacientes que pasen este peldaño puedan vivir tan emotivo momento.
La campana también fue golpeada por Pía Manrique, una mujer de 33 años que relata la manera inesperada en la que se enteró que padecía esta enfermedad. “Me di cuenta que tenía cáncer porque me saqué una muela y empecé a sangrar y no paraba de hacerlo. Me hicieron todos los exámenes necesarios y me diagnosticaron leucemia promielocítica aguda”, cuenta. Asegura además que lo que más le costó fue dejar su ritmo de vida. “Lo más difícil son las tonterías de uno, tener que dejar cosas que hacía con normalidad. Fueron tres años terribles de tratamientos y procesos”, dijo.
Manrique no solo fue paciente de Solca, ella también trabaja ahí como doctora, había entrado justo tres meses antes de ser diagnosticada. Ella resalta la importancia de la familia en los momentos difíciles y reconoce su sufrimiento. “Todas las familias de los pacientes que tienen cáncer también tienen cáncer. Ellos se adaptan a tus rutinas, estancias hospitalarias, tratamientos, cambios de humor. Hay días en que no quieres hacer nada y otros que quieres pelear con todo el mundo”, dijo, mientras recordaba algunas anécdotas con sus familiares más cercanos. “ Yo necesité sangre creo que de todo Guayaquil y ellos movieron cielo y tierra para ayudarme”, recordó.
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Leer másCon alegría describe el momento que tocó la campana. “Yo pensaba que no sentiría nada, pero el sonido y ver a tu familia ahí fue como un grito de libertad. Al dar mi discurso no pude evitar las lágrimas. Anhelaba tanto ese momento”, dijo la profesional que resalta la importancia que tuvo Solca en su vida.
“Esta fue mi casa, estoy eternamente agradecida. No se preocupen por las cosas que no pueden controlar. Tengan fe, esperanza. Acepten su enfermedad, peleen contra ella”, aconsejó.