Guayaquil: La prostitución se propaga por el corazón comercial de la urbe

El centro de Guayaquil luce más agitado durante estos días debido al inicio de la temporada escolar. Pero entre los padres de familia, niños, comerciantes y transeúntes, la silueta de una mujer llama la atención. Usa una falda ceñida, camina lentamente por la transitada calle Rumichaca y se planta entre los pilares de la vía como si esperara a alguien.

Es una tarde más en el corazón comercial de la ciudad y, así como ella, hay otras mujeres que con ropa pequeña caminan a la par de comerciantes que ofrecen productos varios a decenas de clientes que llegan a comprar a este sector. Incluso, están cerca de niños que junto con sus padres buscan uniformes o útiles escolares.

Las escenas se repiten alrededor del Mercado Central o librerías y dan cuenta de que lo que se conoce como el oficio más antiguo del mundo se da a cualquier hora en el centro porteño, según comerciantes y ciudadanos consultados.

“Ellas, bajo el argumento de que la calle es libre, con el acompañamiento de unos hombres raros, se plantan aquí y no hay nadie quien las saque”, comentó el trabajador.

Él aseguró que estas semanas son las “mejores” del año para la venta de zapatos, pero lamentó que en este 2024 los ingresos no hayan sido tan buenos. Dijo que es por la propagación de la prostitución.

Durante los recorridos realizados por EXPRESO se observó que a la calle Víctor Manuel Rendón, desde Lorenzo de Garaycoa hasta Francisco P. Icaza; la Rumichaca, desde Colón hasta la 9 de Octubre; y los exteriores del Mercado Central son las áreas donde ellas acostumbran estar.

Estas zonas, asimismo, son diariamente visitadas por familias que, en algunos casos, tratan de evitarlas. Este fue el caso de Mauricio Villamil, que caminaba junto con su esposa y dos hijos, y decidió cruzar la vereda al percatarse de que había cinco sexoservidoras en una esquina.

“Honestamente no quisiera que mis hijos varones vean esto. Prefiero evitarlo, pero aquí en el centro es casi imposible. Creo que deberían ocupar su espacio y trabajar donde corresponde, no en cada esquina del centro”, opinó contrariado Villamil, que trataba de avanzar presuroso junto con su esposa, Doménica Muñoz.

Ella, por su parte, también opinó en torno a esta situación: “No tenemos nada contra ellas, pero definitivamente no es oportuno que estén aquí a esta hora donde por la compra de útiles escolares y uniformes hay muchos niños”.

Al conversar con los comerciantes, concuerdan en que la prostitución, además de extenderse a más zonas céntricas, se da desde la mañana hasta que cierran los negocios, pasadas las 18:00.

Gabriela García, vendedora de útiles escolares, manifestó que conoce que “se turnan los puestos (esquinas)”. “Y ni se diga en la madrugada, son bien organizadas”, acotó García, al hacer un llamado de atención a las autoridades para que establezcan acciones que recuperen los espacios públicos.

Ante esto, EXPRESO solicitó una entrevista al Municipio para conocer si se ejecutan operativos para controlar esta actividad en medio del comercio y sobre el correcto uso de las instalaciones que funcionan como moteles, pero hasta el cierre de esta edición no hubo respuesta.

Por otra parte, Lourdes Toscano, presidenta de la Asociación de Mujeres Trabajadoras Sexuales 20 de Abril, recordó a EXPRESO que el cambio de horario de las meretrices (ahora se las ve en la mañana y en la tarde) se debe primordialmente al tema de la inseguridad.

“Con tantas muertes violentas que se dan a diario, no hay cómo estar en la calle por las noches. Además, hay que tener en cuenta que antes eran unas 2.000 trabajadoras (sexuales) en la ciudad, pero ahora con la llegada de extranjeras el número se incrementó drásticamente”, justificó Toscano.

Al no contar con espacio en los lugares de siempre, según la dirigente, las sexoservidoras deben buscar otros sitios. “Y si ahí el movimiento (de clientes) es de día, pues a esa hora se tiene que trabajar”.

Por otra parte, los vecinos del sector también aseguran sentirse afectados por la presencia de las trabajadoras sexuales. “No es nada contra ellas, pero su presencia hace que vengan drogadictos y hasta ladrones a merodear este sector y eso es incómodo y provoca temor en los vecinos. Sí quisiéramos que se regule esta actividad”, pidió Luis Peñaherrera, residente de uno de los edificios de la calle Rumichaca.

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