
Un puente caído, cinco familias marcadas: el drama tras la tragedia en el río Daule
A un mes de la tragedia en Daule, la búsqueda de Freddy Castro aún no da respuesta. La búsqueda se mantiene
Con oraciones, lágrimas y la mirada fija en el río Daule, los habitantes de la parroquia Magro, del cantón Daule, recordaron este 19 de abril un mes desde el colapso del puente colgante Gonzalo Icaza Cornejo, una tragedia que sigue doliendo, no solo por las vidas perdidas, sino también por la ausencia de respuestas claras.
El puente, que unía a Daule con el cantón Nobol, colapsó la tarde del 19 de marzo. Una camioneta, dos tráileres, una motocicleta y una tricimoto cayeron al afluente. Cinco personas perdieron la vida. Cuatro cuerpos fueron recuperados. Uno, el de Freddy Castro Ibarbo, aún no aparece.
Castro, de 65 años”, vivía a apenas 100 metros del puente. Ese día viajaba como acompañante en una camioneta cuando ocurrió el derrumbe. El conductor logró sobrevivir. Él no. Desde entonces, su familia ha vivido una pesadilla marcada por la incertidumbre, el dolor y la falta de información.
Un duelo sin cuerpo
“Han sido treinta días de angustia. No tenemos resultados. Las autoridades se tiran la pelota unos a otros”, denunció Eva Castro, hermana de la víctima, durante una ceremonia simbólica al pie del río.
Evelin, una de las hijas de la víctima, relata que su familia no ha tenido una Semana Santa en paz. “No encontramos a mi padre para darle cristiana sepultura. Las noches son eternas. Solo pedimos que intensifiquen la búsqueda con buzos y maquinaria. Creemos que el cuerpo sigue dentro del vehículo”.
La familia recuerda que Freddy fue llamado por un amigo para ir a Daule. Iba de acompañante. Nunca volvió. “Todo fue en segundos”, cuenta su hija, con la voz quebrada. “Lo único que queremos es hallarlo, cerrar este capítulo”, señaló.
Un río de preguntas
Desde la tragedia, los equipos de rescate han trabajado intermitentemente en el lugar. La Marina utilizó un mini submarino para realizar barridos en el fondo del río, pero hasta ahora no hay resultados concretos. “Nos dijeron que nos iban a dar un informe. Seguimos esperando”, insistió la familiar de la víctima.
El colapso del puente también dejó otras víctimas. Edinson González Arévalo, chofer de uno de los tráileres, fue hallado sin vida días después del accidente. Su pareja, Daniela Martínez, relató con dolor que la última vez que supo de él fue a través de videollamadas no contestadas.
“Mis hijos y yo hemos quedado desamparados. Edinson iba a cumplir 29 años. Teníamos preparada una reunión por su cumpleaños. Todo cambió en minutos”, lamentó Martínez.

El debate sobre la infraestructura
La caída del puente ha encendido alertas sobre el estado de la infraestructura vial en el país. La prefecta del Guayas, Marcela Aguiñaga, reconoció a pocos días del desplome la gravedad de lo ocurrido. Anunció la incorporación de maquinaria pesada, como grúas pluma, para continuar entonces con la remoción de los vehículos sumergidos, ya retirados. así como operativos con buzos para evaluar la zona.
Hoy en Magro, la vida continúa entre rezos, incertidumbre y reclamos. “No pedimos milagros, solo justicia y respuestas”, concluyen los familiares de Freddy Castro, quienes no se mueven del sitio donde todo ocurrió, con la esperanza de que el río, algún día, les devuelva a su ser querido.
El puente Gonzalo Icaza Cornejo, innovador en Ecuador a mediados del siglo XX
Más allá de su funcionalidad, la infraestructura del puente fue un hito en la ingeniería ecuatoriana a mediados del siglo XX. Construido en la década de 1950, en un Ecuador que pasaba del transporte fluvial a la expansión vial, su diseño colgante respondió a la necesidad de mantener libre la navegación por el río Daule, aún vital para el comercio de productos como madera y plátanos.
Para el investigador histórico Fernando Mancero, presidente de la Fundación Bienvenido Guayaquil, el puente Gonzalo Icaza Cornejo no solo fue una pieza clave en la conectividad del país, sino un emblema del cambio de paradigma en la transportación ecuatoriana.
En un país prepetrolero, donde los recursos eran limitados, construir un puente colgante resultó un desafío ambicioso y costoso. “Era como nuestro Golden Gate”, recordó Mancero, haciendo la comparación con el viaducto estadounidense. Aunque con el tiempo quedó opacado por el puente sobre el río Guayas, su imponencia permaneció en la memoria colectiva de quienes lo vieron surgir.
Uno de ellos fue el investigador Jorge Aycart, quien observó el montaje del viaducto a mediados del siglo pasado, en sus constantes viajes familiares hacia localidades de Los Ríos.
Recordó que antes de la construcción del puente, cruzar el río Daule en ese tramo (hoy parte de la parroquia Magro) implicaba el uso de una gabarra. Era la única forma de trasladarse entre ese cantón y otras localidades cercanas.

“Había que hacer una cola para cruzar en la gabarra, que era manejada por Pablo Alvarado Aguirre, un amigo de la familia”, rememoró Aycart.
En aquella época, dijo, las primeras carreteras de la zona fueron impulsadas por el gobierno de José María Velasco Ibarra, facilitando la conexión entre poblaciones como El Empalme y Quevedo. Sin embargo, la construcción del puente Gonzalo Icaza Cornejo se inició bajo el mandato de Camilo Ponce Enríquez, entre 1956 y 1958.
La obra fue liderada por el Comité Ejecutivo de Vialidad del Guayas (entidad que luego dio paso al Consejo Provincial) y permitió reemplazar definitivamente la gabarra.
Para Aycart, la implementación del viaducto marcó el inicio de una nueva era para el comercio y la movilidad en la provincia de Guayas. “Este fue y es, creo yo, uno de los puentes más modernos, porque es un puente colgante. No perjudica el río con pilotes, que pueden generar playones y otros problemas”, analizó.
“Cuando vi las imágenes de su caída, no solo lamenté la estructura, sino todo lo que representaba. Es una tragedia, una pérdida para el patrimonio cultural del país”, concluyó Mancero.
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