
El puente de la Orellana, un desorden sin medida
Este punto se convertido en la 'vivienda' de indigentes. La basura y otros objetos son acumulados en los alrededores de la estructura
El puente de la avenida Francisco de Orellana, ubicado cerca de la José María Egas, se ha convertido en un rincón insalubre. En los bajos de la estructura, entre los carriles que van y vienen, se queman desechos, cables y se abren fundas de basura. El sitio ha sido mal utilizado como ‘depósito de reciclaje’.
Al igual que los problemas que llegan en el puente de la avenida Francisco de Orellana, los guayaquileños han hecho llegar a EXPRESO varias de sus quejas comunitarias, con la esperanza de que reciban solución.
- Insalubridad
Los chamberos causan desorden en La Ferroviaria
Los residentes de La Ferroviaria, norte de la ciudad, denuncian que los chamberos desparraman la basura por las calles, generando desorden. En algunos puntos se percibe mal olor y hay roedores. Hacen un llamado al Municipio de Guayaquil para que controle el problema.
- Desaseo
La basura se toma las veredas
En la vereda de la intersección de la avenida Las Monjas y el kilómetro 2,5 de la Carlos Julio Arosemena, un armario para cableado se ha vuelto el basurero público de quienes pasan a diario por esta zona.
- Inseguridad
Los robos en la Alborada aumentan en las noches
En la manzana 14 de la Alborada XII etapa, sus moradores denuncian que los robos no paran, a pesar de los patrullajes que realizan miembros de la Policía. Aseguran que los problemas se dan durante la noche y que algunas personas han resultado heridas durante los atracos.

- Movilidad
La infracción, sin fecha de caducidad
Lo que se observa en las calles Vélez y Los Ríos (imagen) es común en toda la ciudad. Vehículos se estacionan en doble columna a cualquier hora del día. ¿Y la ATM? “Nunca está para sancionarlos. Jamás se los ve”, se queja la ciudadanía.
- Obstáculo
No hay espacio para el peatón en Sauces 4
Los habitantes de Sauces 4, norte de la ciudad, se quejan porque las veredas están repletas de vehículos que impiden la circulación de los peatones. Dicen que la delincuencia obliga a los propietarios de los carros a tomar esta decisión, a cambio de la incomodidad del vecindario.