DOCTORES PUERTA A PUERTA
El médico Jonathan Pasquel le toma la presión a una ciudadana en el sector Los Vergeles.Juan Faustos/EXPRESO

Médicos, rastreadores de la COVID

Sus consultorios de atención a pacientes son ahora los barrios. De 595.880 ciudadanos analizados, en 800 se ha detectado el virus

Los recorridos inician a las 09:00, son diarios y extensos. Van puerta a puerta, monitorean el estado de salud de cada familia, les dan recomendaciones y si es necesario les hacen tests de coronavirus. La resolana y el calor que empieza a agudizarse a esa hora del día en Guayaquil, no los frena. Con sus tradicionales mandiles blancos, guantes y tapabocas, transitan de 20 a 25 cuadras, suben y bajan lomas, saltan zanjas y se pierden entre callejones, para cumplir una misión: evitar un rebrote de la pandemia en el Puerto Principal.

Se trata de los 62 profesionales de la salud, rastreadores de la COVID-19, que constituyen el programa ‘Vigilancia activa’ tipo centinela, que lleva a cabo la Dirección de Salud del Municipio de Guayaquil y que se centra en encontrar y diagnosticar a tiempo a los pacientes, en los barrios, para que su situación no se complique. 

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El programa, que surgió a finales de junio, dos meses después de que la urbe se haya convertido en el epicentro de la pandemia, está integrada por especialistas solo guayaquileños. Ellos, a diario, se dividen en pequeños grupos de 2 o 3 médicos para ejecutar esta tarea. Con esta estrategia de vigilancia, el Cabildo además pretende acallar las voces que cuestionaron fuertemente por qué la ciudad no se preparó más para la emergencia.    

“Les hacemos pruebas a las familias con sospecha de COVID, vemos en cada vivienda qué está pasando, quiénes violan los métodos de protección. A veces nos encontramos con escenas tristes y preocupantes, con personas muy enfermas y solas”, narra a EXPRESO Jonathan Pasquel, médico y parte de la brigada.

Es jueves y junto a su compañera Tanya Rodríguez, Pasquel recorre el sector de Los Vergeles, en el norte de la ciudad. Esa zona no es segura ante la delincuencia, por eso un militar los acompaña en su paseo médico. Es que además, después de la lamentable experiencia de una médico que fue asaltada en los primeros días de ejecución del programa, las Fuerzas Armadas se sumaron a esta acción para protegerlos..

Pisar territorio marcado por la delincuencia y ver de cerca la pobreza, no es fácil para ellos. Un cuadro que nunca olvidará Pasquel, fue cuando con dos médicos recorrieron el cerro de Mapasingue y hallaran a un hombre enfermo de coronavirus que no había sido atendido. Pero el acceso a su vivienda era casi intransitable, tenía que subir una loma y entrar en callejones difíciles. Con la ayuda de un bombero tuvieron que cargar al enfermo, por más de un kilómetro y bajar la loma para subirlo a un vehículo rumbo al hospital. “El paciente no murió, se mejoró y eso nos llena”, narra.

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Hay sectores que les da miedo recorrer, pese a la presencia del uniformado, como en Socio Vivienda. “Porque son inseguros o nos encontramos con mamás que son maltratadas incluso por sus hijos. Hay tristeza. Pero también ocurre algo extraño: en algunos sectores, como Nueva Prosperina, la gente tenía miedo de abrirnos las puertas porque algunos creen que somos delincuentes disfrazados de médicos. Afortunadamente los líderes barriales se han sumado a esta acción y así es más fácil”, detalla el doctor.

Carlos Farhat, coordinador de salud y epidemiólogo de la Dirección de Salud del Cabildo, quien lidera esta estrategia, detalla que este programa se mantendrá hasta que la epidemia deje de ser un problema de salud pública en la urbe.

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Asegura a este Diario, que a través de esta acción se ha podido evitar rebrotes de coronavirus en la urbe y se mantiene monitoreada la curva de contagios, que mencionó, es estable y que crece solo cuando se dan movilizaciones masivas como el último feriado de agosto, donde miles de guayaquileños se fueron a las playas. Detalla que se han testeados a 595.880 personas, de las que 800 han dado positivo. Añade que a los contagiados los tienen bajo control..

El deseo de ayudar a sacar de la crisis a esta ciudad que, meses atrás, vivió un duelo colectivo; fue lo que motivó a Pasquel, de 33 años, y al resto de médicos a dejar -algunos de forma temporal- sus consultorios (públicos y privados), para anotarse en el programa y lanzarse al asfalto en busca del virus. Dejan claro que el sueldo, que no marca tanta diferencia con el que tenía ($1.500), no es su principal motivación.

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Hay zonas tan periféricas, donde incluso, necesitan guiarse por un mapa. A diario, entre todas las brigadas, realizan entre 100 a 150 pruebas rápidas. “Estamos más en contacto con la comunidad y podemos palpar de cerca la realidad de los pacientes. Me gusta la medicina comunitaria y la estoy aplicando, damos atención integral y me siento feliz por eso”, expresa la médico Sara Ochoa, quien a su vez recorre parte del suburbio.

La exposición al contagio, como reconocen los consultados, es alta. Pues por cada prueba hecha, los médicos tienen contacto directo con los pacientes y a veces les toca ingresar a las casas. Algunos de los tests resultan positivos. Cuando es así, otra brigada de especialistas les realizan una prueba PCR para la confirmación y de ser necesario, son derivados a los hospitales. “Sabemos a lo que estamos expuestos y nos cuidamos. Aplicamos todas las medidas de seguridad porque si nos contagiamos, contagiamos a los nuestros y tendremos que parar esta labor. Hasta ahora solo uno de nosotros se ha contagiado y fue aislado”, dice Rodríguez, mientras rocía con alcohol a su compañero, después de que un grupo familiar al que examinaron diera positivo.

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Los médicos en el proceso de realización de una prueba de COVID-19.Juan Faustos/EXPRESO
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En sus recorridos, las familias, se asoman con rostros de asombro por las ventanas y balcones. Tienen curiosidad de la voz que, desde la calle, los invita a usar mascarillas, lavarse las manos, y manifestar molestias en la salud.

Que los doctores hayan hecho de los barrio su consultorio de atención, también llama su atención. “No es común ver a médicos que vienen a las casas, como hace décadas era una tradición, pero me alegra. Son tantas las razonas por las que no vamos a un hospital: falta de dinero o cupo, miedo. Que estén aquí me hacen sentir más segura”, expresa Marisol Vera, vecina de Los Vergeles.