En la realidad de Luz María se reflejan otros 40 abandonados
Es la consecuencia de factores como problemas familiares, desempleo, consumo de alcohol y drogas. 15 son adultos mayores. Prefieren residir en el albergue
El caso de Luz María, una adulta mayor que fue abandonada por un familiar en una iglesia, reveló una realidad que padecen muchas personas de la ‘edad dorada’: sus parientes renuncian a ellos.
En el albergue Volver a Soñar, ubicado en el sur de Guayaquil y donde se encuentra la mujer, están otras cuarenta personas que comparten la misma realidad. Fueron encontradas en situación de calle o su familia las olvidó.
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Leer másDe esa cifra, 15 son adultos mayores que, en algunos casos, ingresaron al espacio ya sea con enfermedades, movilidad reducida o, como Luz María, recordando tan solo su nombre. Los factores que empujan al abandono son variados, pero priman los que giran en torno a problemas socioeconómicos, consumo de alcohol y drogas o conflictos familiares.
El desempleo y el no tener tiempo para cuidarlos también entran en el listado. Así lo confiesa Katherine Alcívar, psicóloga del albergue municipal que EXPRESO visitó y en el que los adultos mayores desarrollaban artesanías o manualidades. Algunos prefieren quedarse en el lugar y no volver a sus casas.
Alcívar cita como ejemplo el caso de Andrés, un adulto mayor que no podía estar de pie, por lo que usaba una silla de ruedas. Lleva tres semanas en el establecimiento, comparte con otras personas y se emociona al decir que ya va al baño solo, se siente más tranquilo y está más predispuesto a trabajar.
“Acá tienen una mejor condición de vida, y es brindar ese apoyo y reconocer sus deseos, que son respetables. La etapa dorada responde a una calidad de vida distinta; de generar espacios de armonía, actividades que les permitan estar activos”, sostiene la psicóloga, quien reconoce que detrás de cada caso hay una historia diferente; y que se busca, asimismo, una ruta de reinserción social.
Luz María, la mujer de la que solo se sabe el nombre
Leer másA las personas también les gusta la cocina, pues hay días que elaboran panes, o pasan las tardes en los huertos con los que cuenta el sitio.
Alcívar indica que eso significa llevar un proceso con el que el ciudadano albergado tenga una mentalidad distinta. “Es decir, que comiencen a estudiar, si es el caso, o a trabajar. Como albergue buscamos la forma de que ingresen al sistema y terminen, por ejemplo, su bachillerato, trabajo independiente o de emprendimiento”, acota.
Del caso de Luz María se conoce que, además de su hijastro, llegó al establecimiento una supuesta sobrina.
Según Jorge Acaiturri, gerente de la Empresa Municipal DASE, la mujer habita en el sector de Isla Trinitaria, al sur de la urbe, pero actualmente se está analizando su situación para determinar lo más conveniente para su bienestar.
“Estamos corroborando esa información (...) La familia, en caso de que así lo desee, puede participar en un proceso de reinserción que garantice que la señora no va a volver en el estado de vulnerabilidad en que fue encontrada”, explica el funcionario.
En este escenario también hay personas abandonadas que no desean ir a un albergue, reconoce la psicóloga, al señalar que en esos casos se aplica solo un trabajo de sensibilización. Se realizan visitas de manera periódica para darles seguimiento, con la provisión de kits de alimentos.
Buscan apoyo para su comedor comunitario
Leer másLa profesional puntualiza que si la familia no encuentra la forma de sostener a un adulto mayor de forma digna, hay que encontrar otra vía para que tenga una vida digna, como por ejemplo casas de acogida de cuidado permanente, pero de acuerdo con las particularidades de cada caso.