El reclamo ciudadano dio paso al bloqueo de una garita en la Universidad de Guayaquil
Tras las denuncias de que zonas aledañas al campus se usan para beber, se tomó la medida. Negocios clausurados, otro efecto
Después de que decenas de personas denunciaran que las zonas aledañas a la Universidad de Guayaquil eran ocupadas como sitios para beber y fumar, como lo publicó semanas atrás EXPRESO, la entidad optó por cerrar la puerta G1, por seguridad. La entrada queda ubicada en la calle Quisquís, que conecta con el Malecón del Salado y locales comerciales. En algunos de ellos, según reconocen los estudiantes, precisamente se reunían para hacer fiestas improvisadas. A veces las veredas, alegan, eran utilizadas para lo mismo.
Retiran a libadores y clausuran locales aledaños a la Universidad de Guayaquil
Leer másFrente a ello, la institución educativa, según informó en un comunicado, no permitirá la entrada ni salida a peatones y vehículos en la puerta G1 (lugar de libadores los días jueves y viernes, entre las 18:00 y las 21:00).
Que la medida, informó, es parte del Plan de Fortalecimiento de la Seguridad Universitaria, que incluye control dentro y en el perímetro externo del campus universitario con cámaras que han sido colocadas en las zonas críticas y de riesgo.
(Le puede interesar leer: Cuatro universidades se unen para auscultar la salud mental de sus estudiantes)
Hoy, según detalla a EXPRESO Patricio Medina Zambrano, gerente administrativo de la Universidad Guayaquil (UG), son un total de 278 cámaras las instaladas en todas las facultades. Medina, además, asegura que todas las entidades de control han empezado a desarrollar acciones. “Después de seis meses de reuniones y exigencias a las autoridades competentes, el Municipio de Guayaquil, la ATM, Segura EP y la Intendencia están ejecutando una serie de funciones en el área”, advierte.
Felipe Sánchez, estudiante de Jurisprudencia
Según los datos que maneja la universidad, por la entrada principal transitan un promedio de 15.000 estudiantes los días jueves y viernes. Y a partir de las 18:30 comienzan a aglomerarse alumnos y personas de distintos lugares, por lo general, en los bares o restobares cercanos.
“Podría decir que en un 90 % son personas de afuera las que se instalan a beber en las inmediaciones y no necesariamente nuestros estudiantes. Pese a ello, hemos tomado las medidas que se requieren”, sentenció Medina.
(Le puede interesar leer: Solo cuatro de cada diez jóvenes logran entrar a la universidad)
Como resultado del operativo realizado el 20 de junio, tras las denuncias, por la Dirección de Vigilancia y Justicia se clausuraron siete establecimientos ubicados en la Quisquís. El motivo, según se lee en la pegatina colocada en las puertas enrollables, detalla que es por la falta o el incumplimiento en los requisitos para obtener la Tasa de Habilitación y Control.
EXPRESO hizo un recorrido en los alrededores de esta entrada principal para conocer el panorama frente a la clausura de los locales y los comerciantes, quienes pidieron por seguridad que se omitan sus nombres, reconocieron que no tenían permiso y que vendían alcohol aun cuando unos no estaban autorizados o no tenían los papeles para hacerlo.
Lucero Banchón, estudiante de Ciencias Administrativas
“Hubo un soplón que alertó a las autoridades sobre la venta de alcohol, que por cierto no todos lo venden y eso dio paso a la revisión”, confesó el dueño de uno de los negocios ubicados frente a la puerta G1.
(Le puede interesar leer: Hilario Beltrán: “Como nunca antes, sentimos miedo de volver a las aulas”)
Otro vendedor mientras señalaba las tiendas clausuradas recalcó que el control de los metropolitanos fue a los que estaban “fichados”, entre ellos “el chifa”, un local con cuatro pilares amarillos conocido popularmente por los estudiantes. “Aquí se vendían bebidas alcohólicas artesanales como la guanchaca”, aseguró el señor y reconocieron los estudiantes.
(Lo invitamos a leer: La inseguridad traba el anhelado despegue comercial de la Delta)
Carlos Coello, presidente FEUE
A estos últimos, si bien lamentaron “que por culpa de unos” todos deban pagar los platos rotos, les preocupa que el cierre evite que puedan comer a bajo costo.
“Hay sitios en donde pagas por un almuerzo o una merienda un dólar o un dólar y medio. Que se lo cierre sí nos perjudica. Ojalá lo abran pronto, hay quienes tenemos solo para pagar eso. Sobre todo quienes somos de provincia y no de Guayaquil”, señaló Karina Verdesoto, estudiante.
A otros alumnos, en cambio, les preocupa, que al no tener las puertas abiertas de par en par para que entren los vehículos pasadas las 18:00 haya congestionamiento. “Espero que pueda medirse bien ese factor. Que es necesario que haya control en la zona es verdad, a mis compañeros les han robado y las aceras se han convertido en la ‘chupifiesta’ de los viernes. Si son o no los estudiantes, no lo sé. Pero para evitarlo quienes deben estar ahí son los municipales, ellos son quienes deben ahuyentarlos y sancionarlos. De lo contrario, abierta o no la puerta, la gente podrá seguir bebiendo sobre la acera”, pensó Óscar Vallarino, también universitario.
Joaquín Hernández: "Las universidades no están hechas solo para entregar títulos"
Leer másCarlos Coello, presidente de la Federación de Estudiantes Universitarios del Ecuador (FEUE) de la UG, está de acuerdo con la medida. Que ha sido testigo y ha escuchado decenas de historias, detalló, de jóvenes que han sido no solo robados, sino drogados para luego ser víctimas de la violencia.
“Yo solo espero que esta medida y las acciones conjuntas se mantengan. Como madre sí me preocupa que mi hija puede ser víctima de ese caos que evidentemente, por años, se ha visto en los exteriores de la puerta G1”; señaló Daniela Garríquez, habitante de Urdesa y padre de un universitario de la UG.
Para leer más información de este tipo, ¡SUSCRÍBETE AQUÍ!