Los recuerdos avivan a centros comerciales tradicionales
Anécdotas y risas fortalecen a los primeros shoppings de Guayaquil. Ciudadanos destacan al Policentro como un ícono
La tradición no muere. Pasear por el Policentro es la evidencia de cómo las generaciones familiares han crecido y disfrutado del centro comercial y en la actualidad siguen acudiendo al primer espacio donde se albergaron varios comercios en un mismo lugar, en Guayaquil.
“Recuerdo que mi madre me traía aquí, veníamos a comer o al cine, ahora yo traigo a mis hijos. En Guayaquil hay muchos centros comerciales, pero sin duda este es mi favorito”, dijo sonriente Emilio Castellano, un hombre de 37 años que caminaba de la mano de su madre de 67 años y su hijo de 6. “Esto es como un traspaso generacional de gustos. Yo cuando era pequeño pedía venir aquí por los helados de un local que sigue siendo de mis favoritos y ahora mi hijo también adora esos postres y por eso tratamos de venir al menos una vez al mes”.
“Hay planes de ampliar el Policentro en dos años”
Leer másEdilma Maestre, madre de Emilio, asegura tener decenas de anécdotas en este sitio. “Recuerdo que en esa época era toda una novedad porque se convirtió en el primer centro comercial de la ciudad y tenía salas de cine y una pista de patinaje (hoy, ahí funciona una juguetería). Pasear por aquí me trae mucha nostalgia y alegría. Es como volver a mi juventud”, recuerda la adulta mayor, quien también revela que en el sitio tuvo sus primeras citas con su esposo. “Tengo cinco hijos con él y aquí nos dimos nuestros primeros besitos”, confiesa con algo de vergüenza, mientras su hijo se sonroja y entre risas le dice que no cuente esas intimidades.
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El Policentro fue el primer centro comercial del Ecuador, se inauguró hace 44 años. Algunos de los comercios que están abiertos desde el primer día se mantienen activos, convirtiéndose en uno de los lugares más tradicionales de la ciudad. Actualmente, el centro comercial recibe a diario un promedio de 17.000 personas de diferentes sectores de la ciudad, principalmente del norte.
El sitio, a más de ser reconocido por la variedad de tiendas, se destaca por ser muy familiar y ser utilizado como punto de encuentro para adultos mayores que suelen reunirse y contar anécdotas vividas en su juventud en el mismo lugar.
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Leer másOtro de los centros comerciales icónicos de Guayaquil es el Unicentro, ubicado en el corazón de la ciudad, justo frente al Parque Seminario (Parque de las Iguanas). Aquí algunos pasajes (pasillos internos) muestran la antigüedad del sitio. “Se ha remodelado todo, pero la estructura del lugar se mantiene intacta y eso me fascina. Pasear por el segundo piso es como pasear por los centros comerciales de los 80’s, pero remodelados. Es muy positivo que se conserve su esencia”, comenta Lidia Menoscal, una mujer de 50 años que recuerda que de niña gustaba de venir a un local de juegos mecánicos infantiles. “Siempre mi papá, que en paz descanse, me traía. Pasar por aquí es como volver a vivirlo. Este sitio me conecta con mi infancia”, relata la mujer, quien visita el sitio para ir a las agencias de bancos.
El Unicentro fue inaugurado en 1981, siendo el tercer centro comercial de la ciudad (Plaza Triángulo es el segundo, inaugurado en 1980). El sitio actualmente sigue siendo atractivo para los turistas que pasean por el centro de la ciudad y buscan hacer compras. “Aquí los gringos siempre vienen a ver los recuerdos porque se hospedan al lado y cruzan o porque pasean en el parque de las Iguanas. El Unicentro tiene una ubicación privilegiada”, comentó el comerciante Gino Mendoza.
El Albán Borja también se suma a la lista de los primeros centros comerciales que siguen vigentes. Su inauguración fue en 1983, el sitio nació como una nueva opción para que los guayaquileños puedan pasear y realizar compras. Mantiene un diseño en forma de número ocho y con múltiples entradas, creando una especie de laberinto, lo que hasta la actualidad es disfrutado por sus clientes. Julio Manosalvas relata que “cuando tenía siete años vine con mis padres y de verdad me perdí, en ese momento no había tecnología como ahora y fue un completo problema porque estuvimos como 30 minutos buscándonos. Casi todo el sitio se unió para encontrarme, pero luego, gracias a Dios un guardia me rescató. Ya tengo 37 años y sigo perdiéndome, solo que ahora ya no me asusto”, recuerda entre risas Manosalvas. Considera que estos curiosos recuerdos avivan a los centros comerciales tradicionales. “Ojalá nunca los cierren ni cambien su estructura inicial. Se deben mantener incluso como patrimonios de la ciudad para que puedan ser visitados por todos”, puntualizó.
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