Regalar los juguetes en Navidad, una tradición sentimental que no pierde vigencia
Se activa el comercio a vísperas de Navidad, y entre los regalos se mantienen los muñecos
Para los niños, la felicidad de estas fiestas llega a su pico más alto cuando se rompen las envolturas bajo el árbol de Navidad. Un camioncito, una muñeca, una figura de acción o un set de piezas serán los protagonistas de incontables nuevos juegos. Porque en tiempos en los que el entretenimiento se asocia más con pantallas digitales, todavía en Guayaquil se sigue regalando magia en forma de juguetes.
Para la coleccionista Ginger Jairala, estos objetos cobran valor por su origen, pero más que nada por los recuerdos y emociones que se asocian a las horas de juego que se comparten con ellos. “En los años setenta, hasta mis doce años jugábamos con juguetes. Recuerdo que los juegos duraban todo el día y se reanudaban el siguiente. Un lunes jugábamos a las muñecas bebés, al siguiente a las Barbies: las poníamos al sol y armábamos la casa completa”, relata Jairala.
(Te puede interesar: En la ciudadela Guangala, la comunidad se une para enfrentar la crisis)
La coleccionista cuenta que la pasión por los juguetes es hereditaria, pues en sus estanterías conserva muñecas de los años 1950, traídas de otros países en barco para su mamá. Su hijo también colecciona figuras de Lego y en familia impulsan varias exposiciones periódicas junto a otros coleccionistas para componer el Museo del Juguete.
“Navidad es especial. Me obsequiaron juguetes, se los compré a mi hijo y ahora le regalamos también a mi sobrina-nieta. Porque no es lo mismo lo digital frente al juguete que puedes tocar, abrazarlo, hablarle… Aún conservo la fantasía de decir que se los trajo Santa, o mejor dicho Papá Noel, como siempre se le ha dicho aquí en la ciudad”, dice.
Para estas fiestas, el comercio de juguetes repunta y las distribuidoras actualizan su oferta. “El año pasado vendíamos más en el almacén para esta época. Este año no tanto, pero me ha tocado ir a vender afuera de la ciudad, o por redes sociales”, cuenta María José de la Torre, que atiende una importadora en Manabí y Noguchi, centro del Puerto Principal.
“Envío fotos de lo que tengo o las cosas nuevas que se ven en TikTok. Las personas ahora, por lo digital, ven juguetes o chucherías en internet y los piden. Al siguiente mes buscan otra cosa, así está el negocio. La gente prefiere la tendencia antes de lo tradicional”, explica a EXPRESO, mientras acomoda las perchas de su local con los personajes de Super Mario (famoso ahora por la película) y otros artículos de franquicias contemporáneas.
Plantean homenaje a expresidentes que estudiaron en el colegio Vicente Rocafuerte
Leer másEduardo Azar, administrador del almacén homónimo, comenta que con respecto a la ‘Navidad de los juguetes’, el negocio va lento. “El consumidor siempre viene a última hora. Igual nos mantenemos innovando. Hemos reactivado el comercio dándole el precio al por mayor al consumidor (que compra) al por menor”. Acerca de la demanda en tipos de juguetes, cuenta que a pesar de que lo electrónico está ganando terreno, hay que tomar en cuenta mucho la edad de los consumidores. Al final, ‘‘el juguete siempre se vende”.
El juguete físico vs. las atracciones digitales
En los diciembres previos a la era digital, era común que varios artículos se cataloguen como ‘el juguete de Navidad’, por la moda y demanda. Hoy en día, un conocedor del tema, Bryan Salomón, gerente de Mi Juguetería, opina que ese concepto ya no existe, pero por la diversificación del mercado:
“Efectivamente, todos los juguetes digitales o pantallas le están quitando algo al mundo del juguete (físico). Tienen sus cosas buenas, pero el niño tiene que jugar, y jugar con juguetes para su edad”.
Pese a las diferentes coyunturas que entristecen (y apagan) el ánimo nacional en los últimos años, y con tanto contenido que dispersa la imaginación, el juguete sigue marcando, de una forma u otra, su presencia bajo el árbol de Navidad.
“Tenemos todo tipo de juguetes. Por ejemplo, este año es el primero que yo te puedo decir que más se han vendido los juguetes enfocados a un público más juvenil-adulto que para infantes. Hay que tener un ‘mix’ de todo”, concluye el gerente de Mi Juguetería.
Y al final, son un bien tangible, cotizado mayoritariamente por el valor sentimental y el recuerdo de jugar con ellos los 25 de diciembre en el piso, con los amigos, hermanos o primos; esperar con ansias la medianoche y desempacar con algarabía un deseo cumplido por Papá Noel.
(Lee también: Rafael Espinosa: “La navegación en Guayaquil va a depender de decisión política”)
Ginger Jairala, por ejemplo, resume este fenómeno con el favoritismo hacia un barquito de piratas que conserva en el cuarto de su (ahora adulto) hijo mayor. “Recuerdo la angustia que viví cuando él era niño y enfermó con un ‘fiebrón’. Esa noche, a las tres de la madrugada, me despertaron unos clics, sonidos que una solo escucha por ese ‘oído de madre’. Él creyó que no me iba a dar cuenta, pero lo encontré en su cuarto, a esa hora, jugando con su barco. La ternura de verlo la recuerdo tanto... Entonces, ese juguete es muy especial para mí”, rememora nostálgica.
¿Quieres seguir leyendo el contenido de EXPRESO? ¡SUSCRÍBETE AQUÍ!