Guayaquil: Ni las rejas traen tranquilidad a los vecinos de La Garzota
Cierran calles y peatonales y contratan guardianía privada. Los robos y asaltos persisten a toda hora. Los residentes exigen más control policial
El cerrar las calles y contratar a personas que cumplan las funciones de guardias privados, pero sin la capacitación y dotación necesaria, es una alternativa de autoprotección adoptada en la ciudadela La Garzota, norte, ante el auge delictivo que se vive en esa zona del norte de la ciudad.
Delincuencia corroe la imagen de Guayaquil
Leer másMariana Triviño, quien habita en la manzana 51, desde hace 20 años, cuenta que tuvo que tomar esta medida en el 2021, cuando uno de sus vecinos, quien ya no reside en la ciudadela, fue asaltado por dos antisociales al llegar a su casa.
“Fue terrible ver cómo los delincuentes lo golpearon y nadie pudo hacer nada por temor a salir lastimado”, narra la mujer, quien señala que los robos ocurren todos los días.
Quienes habitan en este sector dicen que están tomando precauciones para evitar ser víctimas de asaltos y robos. “Cuando salgo a la calle dejo el celular en casa, no visto ropa de marca, no uso joyas ni cartera”, dice Rosa Terán.
— Diario Expreso (@Expresoec) January 15, 2022
La entrada de su casa tiene un portón de fierro como cerramiento, luego viene una puerta enrejada que cubre la puerta que conduce hacia la sala. “Y así no dejo de sentir miedo porque no hay nada que detenga a los delincuentes”, anota.
Lo dice porque en noviembre pasado, un ladrón quiso ingresar a su domicilio, pero las alarmas alertaron a su familia y pudieron impedir el robo. “El delincuente había saltado las rejas y ya estaba dentro del cerramiento, pero no pudo abrir las otras puertas que estaban conectadas a otras alarmas”, añade.
Marcelo Morales, quien habita en la manzana 79, coincide con su vecina. Menciona que la inseguridad es terrible y que los controles policiales son escasos. “Los policías rondan la ciudadela, pero los delincuentes se las ingenian para burlar el accionar policial. Por esa razón no tenemos más opción que cuidarnos nosotros mismos”, señala el residente de 60 años, quien también ha tenido que colocar rejas en su casa y poner concertinas (alambres de púa) para evitar que los ladrones ingresen a su vivienda, como ya intentaron hacerlo en diciembre pasado, cuando la familia tuvo que viajar al extranjero por la festividades de Navidad y fin de año.
La Policía debe establecer estrategias al patrullar la ciudadela, ya que mientras ellos están en un punto los delincuentes están en otro; y así, nunca se acaba el problema.
“En ningún lado, la inseguridad se acaba con más normativa”
Leer másEn la avenida Augusto Mendoza Moreira hay más de cinco manzanas cuyos callejones están enrejados. Allí hay guardianes que custodian las viviendas, pero lo hacen sin tener armas. “Nosotros nos las ingeniamos para ahuyentar a los hampones. Yo tengo un machete y otros compañeros tienen fierros y palos para defenderse”, menciona Cirilo Aguirre, un guardián que tiene en este oficio más de tres años.
Queremos que las rondas policiales sean constantes, especialmente al mediodía y al empezar la noche que es allí donde los delincuentes se apoderan de este sector.
Según dice, su presencia ha ahuyentado a los delincuentes que se dedicaban a robar los accesorios de los carros de los residentes. “Ahora piensan dos veces antes de intentar cometer algún atraco”, manifiesta dentro de una caseta que han construido los moradores, quienes costean el sueldo básico que los cuidadores ganan cada mes.
En cambio Rosa Bajaña, propietaria de una panadería, dice que ella no ha corrido con suerte. “A pesar de haber colocado rejas en mi negocio, este ha sido asaltado dos veces en los últimos tres años. “Los delincuentes han llegado en moto y han metido las manos por las rejas para llevarse los panes y los otros productos que expendo. Es terrible la inseguridad en esta ciudadela”, resalta.
Ella comenta que los antisociales huyen por las peatonales que aún están abiertas y nadie puede detenerlos.
Ciudadanía: “Ahora le tengo más miedo a la delincuencia que al virus”
Leer más“Cuando una da la voz de alerta a los policías, estos llegan media hora después y así no se puede confiar en ellos”, recalca enojada la mujer.
La delincuencia no es la única preocupación de los habitantes de La Garzota. También la falta de mantenimiento de los parques. Las ramas de los árboles han crecido que descansan sobre el tendido eléctrico.
“Por las noches estos sitios se tornan oscuros y guaridas de ladrones que esperan el menor descuido de los vecinos para cometer sus fechorías”, añade Carlos García, quien habita en la manzana 59 y asegura vivir en constante zozobra por el auge delictivo que reina en este sector, a pesar de las medidas de protección que han tomado los residentes.