Barrio Guayaquil
Comunidad. Para los consultados, cualquier negocio que se encuentre en el barrio sirve de punto de encuentro para las familias. Allí, concuerdan, es donde está el corazón del vecindario.JUAN FAUSTOS SANDOVAL

“Rescatemos el latido humano con el comercio del barrio”

En la era pos-COVID, las pequeñas tiendas y mercados son el eje de cambio para tener una ciudad más habitable. Son los que dan fuerza a su identidad

Una ciudad viva, de armoniosas relaciones humanas e integrada por pequeñas miniciudades que lo tengan todo, son algunos de los factores urbanísticos que apuntan a que Guayaquil sea una urbe más habitable y preparada para sobrevivir a esta nueva era pos-COVID-19. Así lo aseguran a EXPRESO algunos urbanistas, entre ellos el científico Carlos Moreno, asesor de la alcaldesa de París, y otros como Luis Alfonso Saltos, que incluyen en esa lista un ingrediente adicional: la necesidad de dinamizar el comercio de barrio.

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Para Saltos, las tiendas, los bazares, mercados, comedores que son parte de un vecindario y (hace énfasis) contribuyen a reforzar la economía de la comunidad, necesitan ser vistos como esos espacios que no solo les “salvan la vida” a los ciudadanos en momentos de crisis, sino como aquellos que deben rescatarse para fortalecer la identidad barrial, volver a sentir amor por el entorno y consolidar incluso las relaciones sociales.

Cita como ejemplo que en Guayaquil ni los comedores de Sauces, ni los corredores comerciales de la Alborada han sido valorados como se debería, aun cuando han sido estos los que les han dado el sentido comunitario.

Barrio Guayaquil
ercanía. Vivir cerca de los negocios permite crear lazos entre los vecinos que, además, fortalecen la seguridad del sector.JUAN FAUSTOS SANDOVAL

Y por ello ahora, piensa Saltos, teniendo en cuenta lo indispensable que resulta privilegiar la proximidad, un concepto urbano bastante empleado últimamente, que invita a tomar conciencia de lo importante que resulta acceder a los servicios en distancias cortas y en el mismo barrio, para así tener tiempo para compartir -otra vez- con la comunidad. Aquellos vecindarios donde la presencia de negocios es todavía nula, deben apostarle a su inclusión.

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En Samanes y La Garzota, salvo ciertas avenidas principales, a decir del arquitecto Patricio Caicedo, se refleja esa tendencia de calles desoladas y sin vida.

Para él, ambas ciudadelas pueden (como lo ha hecho la Alborada) convertirse en una especie de miniciudades que lo tengan todo. Pero, advierte, eso se logrará solo si por parte de las autoridades, en este caso del Municipio, se crean incentivos o se hacen reformas en la ordenanza del uso de suelo, para atraer a más comerciantes y retener a quienes, por la crisis, corren el riesgo de irse.

Barrio Guayaquil
Comercio. Tener negocios de proximidad, es decir cerca de los vecindarios, crea un lazo entre el comerciante y los vecinos, lo que incrementa incluso la seguridad en el entorno.JUAN FAUSTOS SANDOVAL

“Si lo logramos, estaremos rescatando el latido humano del vecindario”, manifiesta, al resaltar que incluso la panadería más pequeña sirve como punto de encuentro de las familias, que identifican incluso a los comerciantes como los adultos confiables.

“¿Quién no se ha sentado con sus amigos, tras un peloteo, en la tienda del barrio a charlar? ¿Quién no le ha contado sus penas al dueño del comedor de la esquina o le ha dicho al tendero que le ponga el ojo a su hijo y lo vigile, cada que lo encuentre en la calle?”. Eso es barrio, sentencia. Esos vecinos y negociantes son los que hacen de él “un sitio amigable y seguro. Habitable”.

Hay que valorar y apoyar más a los comerciantes independientes. Ellos abastecieron y fueron de muchísima ayuda en los barrios y sobre todo en ciudadelas cerradas.

Lisseth Mena,
máster en Ciudad y Arquitectura Sostenible
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Lo corrobora Saltos, quien junto a Moreno participó el pasado martes del foro ‘Ciudades Latinoamericanas Post Covid19’, organizado por el Observatorio Ciudadano por el Derecho a la Ciudad y Espacios Públicos de Guayaquil y este Diario. Y agrega que el hecho de bajar las tasas municipales podría ser el enganche para que nuevos minoristas y emprendedores vuelvan su mirada al barrio y no necesariamente a las grandes plazas.

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Reunión. Las cafeterías y despensas, a decir de los expertos, sirven además de puntos de encuentro que permiten darle viva al vecindario.JUAN FAUSTOS SANDOVAL

Para él, los alrededores del parque Forestal constituyen uno de los entornos que necesitan con mayor urgencia intervención, puesto que debido a la falta de corredores comerciales, el día prácticamente muere pronto y prevalece la soledad. ¿Qué recomienda? Que el sector renazca. Y que lo haga dando cabida a negocios en las plantas bajas de las viviendas y edificios, tal como lo han hecho algunas ciudades de Europa. Eso ha reactivado el turismo y ha despertado la creatividad de los comerciantes.

El comerciante del barrio es el comerciante amigo, el que te abastece. Que ahora hay que valorar más al comercio del entorno, es verdad; pero hay que hacerlo de forma permanente.

Johnny Cóndor,
planificador urbano

Respecto a esta idea, el planificador urbano y arquitecto Johnny Cóndor utiliza tres palabras: Es lo ideal. Está consciente de que en esta nueva era, a la que describe como desafiante, resulta vital reinventarse para ir tejiendo relaciones en torno al comercio, que aporte a la convivencia y al crecimiento de todos.

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Pone en contexto lo que pasa en la calle Ayacucho, donde por años se han vendido repuestos de autos. “Es tal ahí la cantidad de comercios que hay, y son tantos los trabajadores y clientes que van, que la zona se vio obligada a abrir mecánicas y más despensas, comedores, boticas, que cubran las necesidades de su gente”. Allí la economía entonces da la vuelta y se queda en el barrio, explica. “Es un ganar-ganar, que surge como consecuencia de tener vecinos comprometidos con su vecindad”.

EL IMÁN PARA NO MIGRAR

Para la máster en Ciudad y Arquitectura Sostenible, vivir en vecindarios donde prolifera el comercio influye en el hecho de que los residentes eviten también migrar hacia otros lados.

Asegura que hoy más que nunca, quienes en el pasado se trasladaron a espacios cerrados añoran no estar en los barrios donde crecieron. “Fue tal la necesidad, que en varias ciudadelas cerradas se permitió el ingreso al comerciante independiente, que ingresaba con su carreta a abastecer al ciudadano”.

Entonces, vivir en zonas donde fluya el comercio tradicional de proximidad, piensa, confirma que es residir en un sector privilegiado. En una zona donde es posible resistir con más resiliencia las cuarentenas.