Respeto, la deuda eterna de los choferes de buses
Ante una inminente alza del pasaje, los usuarios recuerdan las obligaciones no cumplidas por el gremio Mañana, otro ajuste del precio del combustible
Mañana es 11 otra vez. El día en que se espera un nuevo ajuste del precio del combustible, medida que los transportistas del país no han podido esquivar, pese a la presión que devino de acciones como paralizar parcialmente el servicio urbano.
El ministro de Transporte y Obras Públicas, Marcelo Cabrera, ha sido claro en que el tema del ajuste al precio del combustible mensual no es negociable, pues se trata de un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, y que los diálogos que se llevan a cabo buscan, más bien, amortiguar ese impacto económico en el quehacer del profesional del volante.
Para eso hay toda una lista de requisitos. Un ‘check list’ que impuso el gremio para quejarse de su crisis, de sus deudas, de la vulnerabilidad, una lista de tareas en las que, como en las negociaciones, el usuario del transporte es el gran olvidado, pues en ninguno de los puntos hay temas que atañen a la mejoría del servicio.
Los transportistas quieren pedir refinanciamiento de sus deudas, que se les eliminen o disminuyan aranceles a las importaciones de vehículos y repuestos, y, por supuesto, quieren vacunarse contra el virus.
Por sobre todas las cosas, su anhelo es que se congele el reajuste mensual al precio de combustible. Como eso no se puede, buscan subsidio focalizado, un subsidio que, tarde o temprano, ha adelantado el ministro Cabrera, tendrá que ser revisado por los municipios, a través de una actualización de la tarifa del pasaje. En definitiva, entonces, un subsidio que terminará pagando el olvidado usuario de los buses.
El usuario, el que nadie ha invitado a sentarse a la mesa y que, sin embargo, ha buscado mediar, con reuniones bipartitas (observatorios y transportistas), el problema del descontento económico del gremio para que nadie salga del todo golpeado. Ese usuario recuerda hoy a los administradores de buses, que también tiene un ‘check list’ de los pendientes de los buseteros, ahora que es probable que sobre él recaigan los impactos del reclamo de los transportistas.
El Observatorio Ciudadano de Servicios Públicos solicita a los municipios no subir el precio del pasaje y al Gobierno, que se incluya al usuario en las mesas de diálogo implementadas.
A través de la coordinación del Observatorio Ciudadano de Servicios Públicos, este Diario pudo conocer los temas que los usuarios consideran que necesitan mejoría por parte de los transportistas.
Líderes de diferentes sectores coinciden en que hay acciones en las que no se ha trabajado a fondo en lo que respecta al transporte urbano, como el servicio al usuario, la aplicación irrestricta de las medidas de bioseguridad para choferes y usuarios, la conducción moderada y sin competencias, respeto al aforo emitido por la autoridad o el respeto a las paradas.
A eso se suma el mantenimiento adecuado y oportuno de los vehículos, la limpieza, instar a que se respeten los asientos amarillos, de uso exclusivo para adultos mayores y mujeres embarazadas, entre otros puntos.
Los choferes manejan como locos en disputa por tiempo y por pasajeros.
No exigen normas de bioseguridad y ni siquiera tienen provisión de alcohol en las unidades.
El control del aforo durante la circulación es otro gran pedido que parece imposible de cumplir, pues a diario, buses, e incluso metrovías, ruedan repletos por la urbe.
La directiva de la Asociación de Trabajadoras Remuneradas del Hogar extendió entre sus pedidos el que no se discrimine a los adultos mayores. “Aunque esperan en las paradas autorizadas, algunos choferes les impiden subir”, afirman.
En Guayaquil hay unos 2.800 buses. Durante la pandemia, por la crisis que reportaron, las deudas, la imposibilidad de dar un servicio integrado y otras razones, se sumó -o se agravó, más bien- el desabastecimiento del servicio en algunos sectores de la urbe.
De allí que Xiomara Jara, presidenta de la cooperativa El Triángulo, de Monte Sinaí, se queje de la carencia de líneas en su sector. “Solo la 123 nos lleva al centro y nos demoramos hasta dos horas de recorrido. Y ni se diga de tener al sur como destino, no llegamos sin coger dos o tres buses”.
Jenny Pinto, defensora comunitaria de la Isla Trinitaria, apunta al estado de los buses. “Hay asientos rotos, deteriorados, agarraderas oxidadas. Los hierros al subir no están pulidos y muchas veces lastiman a los niños, con puntas que sobresalen”, describe.
Ella cita como tema, también, el esmog de los carros por no tener un buen escape. “Ingresa dentro de los vehículos y esto perjudica tanto a niños como a adultos mayores”, dice.
La mesa de diálogo está abierta. El ministro Cabrera ha prometido escuchar a los usuarios. Se espera que la siguiente semana se instale una comisión en la que se determinarán rutas para mitigar el impacto de la liberación del precio del combustible.
Este Diario ha intentado comunicarse esta semana y la anterior con el presidente de la Federación de Transportistas Urbanos de Guayaquil, Cristian Sarmiento, para tratar temas que atañen a los diálogos, pero no ha habido respuesta. El asambleísta Daniel Noboa, presidente de la Comisión de Desarrollo Económico, anunció ayer que hoy el poder Legislativo recibirá al gremio.
