El reto de vigilar (y de rendir) un examen virtual
La prueba escrita de la clase presencial también ha pasado a la modalidad ‘on line’, pero con adaptaciones, reparos y propuestas.
En estos días, la temida orden “saquen una hoja que tenemos lección”, ha dado paso a la de “enciendan la cámara que tenemos examen”. Y en lugar de un profesor que se pasea por el aula vigilando que los alumnos no copien o se compartan las respuestas, un teléfono o la computadora del estudiante le permiten al docente observarlos en el lugar y el entorno donde realizan la prueba.
La tradicional lección escrita de la educación presencial, aplicada desde el primer año de la escuela hasta el último de la universidad, ha pasado también a la modalidad virtual como parte de este sistema educativo que impuso la pandemia en el país y todo el mundo.
La forma imprevista en que lo hizo, sumado a la falta de experiencia y familiaridad con la modalidad virtual de la mayoría de colegios y universidades locales, ha causado dificultades y reparos a la evaluación de parte de estudiantes y educadores.
Según se desprende de los testimonios de los alumnos, la vigilancia durante el examen es uno de los puntos polémicos. A ello agregan las desiguales condiciones tecnológicas y de entorno en que las rinden.
Tomando examen de Algoritmos, ayúdenme a ver quién está copiando! XD pic.twitter.com/IHZgIUOSBj
— Jorge Isaac (@jorgeisaac) August 21, 2020
1. LOS ESTUDIANTES, CON VIGILANCIA REMOTA A TRAVÉS DE UNA CÁMARA
Los jóvenes consultados ven un énfasis de algunos maestros en la vigilancia mediante imágenes o sonido.
Jéssica Gualli, estudiante de Periodismo de una universidad que ya tomó los primeros exámenes virtuales, dice que la metodología común incluyó la condición de contar con una cámara, utilizar la plataforma educativa de la entidad y ajustarse al tiempo dado para el examen. “En otras universidades piden una computadora y un teléfono; o una cámara más el audio. En mi universidad, solo la cámara”, afirma.
Ninoshka Rugel, estudiante de Auditoría, corrobora lo primero: “En una materia, el tutor nos hace utilizar una cámara adicional, debemos colocarla en un ángulo que permita ver lo que estamos realizando y la computadora, cabe recalcar que las manos siempre deben estar visibles. En las otras materias lo único que nos solicitan es prender la cámara”, cuenta
Ariel Haas, estudiante de Economía, reflexiona sobre las implicaciones. “La virtualidad elimina la homogeneidad que existe en un aula de clases a la hora de rendir una prueba, no todos tenemos la capacidad de tener un internet estable o un aparato electrónico 100 % funcional, o incluso, desafortunadamente, un entorno seguro y tranquilo en la casa”, expresa.
Y claro, reconoce que al estar solo, siempre existe la tentación de abrir el archivo de la clase y comprobar la respuesta.
Rugel destaca por ello a un profesor que más bien apeló a la ética. “Dijo que en esta modalidad hay 10.000 maneras de copiar y que él no sería exigente pidiendo cámaras extras u otros métodos, que nosotros debemos reflexionar sobre la clase de profesionales que queremos ser: si copiamos ahora, cómo podríamos sentirnos orgullosos de nuestro título si no fue conseguido de forma honesta y recalcaba que una nota no nos define, esto me llegó muchísimo, además de inspirarme y hacerme reflexionar”.
La herramienta principal de mis profesores es de cierta manera la confianza. Si damos pruebas, nos piden solamente prender la cámara y nada más.
2. LOS PROFESORES DEFIENDEN SU LIBERTAD PARA DECIDIR CÓMO EVALUAR
Este Diario consultó sobre el tema a profesores y directivos. Les preguntó si los centros de estudios deben fijar un procedimiento específico para tomar el examen virtual o si el catedrático puede adoptar por su cuenta algún método particular.
También si es posible asegurarse de que el alumno “no hace trampa” o es ayudado. Y si el examen virtual debe tener el mismo peso que el presencial.
Los profesores que respondieron defienden su libertad a decidir la forma de evaluar. Yal igual que los alumnos, también apuntan aspectos relacionados que se deben tener en cuenta.
“Debería ser libertad del profesor, siempre y cuando se evalúen los objetivos de la materia. En mi caso, el bimestre pasado enseñé Sociología Introductoria y cambié los típicos exámenes de opción múltiple por ensayos de reflexión aplicando lo aprendido”, dice el catedrático Marco Faytong-Haro.
Cree posible asegurarse de que el alumno no comete algún acto deshonesto, pero solo hasta cierto punto. “Saber usar los recursos tecnológicos ayuda bastante”, agrega.
El economista y lingüista Alonso Quijano defiende el examen como herramienta de evaluación, pero hace una autocrítica. “Lo que he observado es que muchos profesores no saben diseñar exámenes, dan más importancia a la memorización que a la reflexión”, dice.
“Pueden usarse diferentes modalidades. Yo tomé a mis estudiantes de Idiomas un examen oral en que reflexionaban lo que habían aprendido. Este método disminuye la probabilidad de copia, pero desfavorece a los que se ponen más nerviosos”, agrega el catedrático.
Jennifer Yépez, magíster en Informática Forense y Ciberseguridad, opina que las preguntas de este Diario son difíciles de responder pero necesarias de debatir. “Quizás debamos buscar la forma de que los alumnos tomen conciencia de que no se trata de una calificación, sino de aprender. Creo que si fuéramos formados en valores no deberíamos preocuparnos por si los alumnos hacen trampa o no”, manifiesta.
Lo que he observado es que muchos profesores no saben diseñar exámenes, dan más importancia a la memorización que a la reflexión.
3. DIRECTIVOS DICEN CAPACITAR AL DOCENTE, PERO LES PIDEN BUSCAR ALTERNATIVAS
Directivos consultados coinciden en una doble postura: el respeto a la libertad del profesor para decidir la forma de evaluación, pero a la vez capacitarlo en el uso de herramientas de evaluación en la modalidad virtual.
Aparte de ello, Rodrigo Cisternas, decano de Comunicación de la Universidad Casa Grande, cree que la necesidad de vigilar al estudiante en un examen suele estar relacionada con una prueba memorística. Y recuerda que, siendo el examen una herramienta para validar el aprendizaje del alumno, eso también se puede hacer con una tarea que implique utilizar de manera práctica el conocimiento adquirido mediante el desarrollo de un proyecto o la solución de un problema.
“Es cuestión de cómo estamos entendiendo la educación. Docentes y alumnos deben comprender que la forma de aprender es otra”, afirma.
Paúl Herrera, vicerrector académico de la Escuela Superior Politécnica del Litoral (Espol) concuerda en que si bien existen múltiples herramientas para detectar comportamientos antiéticos, “la mejor forma de asegurarse de aquello es cuando el estudiante entiende que la honestidad académica es una herramienta fundamental para asegurarse un aprendizaje fructífero, que además cultivará su comportamiento ético durante su vida profesional”.
Es lo ideal. Pero tampoco era común en modalidad presencial y por eso el examen saltó a la virtual llevando consigo a la vigilancia.
#TechEduTips - Por qué no debemos obligar camera web de alumnos (nuevo) https://t.co/Dqd8xzK8zf via @YouTube @ken_bauer compartiendo en su canal ! interesante información para reflexión de nuestros profesores en @espol
— Cecilia Paredes Verduga (@cparedesverduga) August 11, 2020
LA ESPOL LE QUITÓ PESO AL EXAMEN
Antes de la pandemia, en la Espol el examen tenía un peso de entre el 40 % y 70 % de la evaluación total. En abril pasado, para la adopción del sistema virtual, aprobó un reglamento académico que redujo ese peso hasta un máximo de 35 %.
Estableció que los componentes y pesos de los instrumentos de evaluación debían relacionarse con los componentes de organización del aprendizaje, que son tres: 1) Aprendizaje en contacto con el docente (presencial o virtual); 2) Aprendizaje práctico-experimental; 3) Aprendizaje autónomo.
“Considerando que el examen es la principal herramienta de evaluación de la actividad que se desarrolla en contacto con el docente, significa que su peso puede ser mucho menor o incluso cero”, explica a EXPRESO el vicerrector académico, Paúl Herrera.
La mejor forma de asegurarse de aquello es cuando el estudiante entiende que la honestidad académica es una herramienta fundamental para asegurarse un aprendizaje fructífero.