Los rezagados, recelosos por nuevo proceso de admisión
Los bachilleres de años anteriores no serán prioridad en la entrega de cupos. La cifra de aspirantes supera la oferta de plazas. Se rinde último test Transformar
El último examen Transformar que tomará este 2 de septiembre la Secretaría Nacional de Educación Superior, Tecnología e Innovación (Senescyt) ha originado incertidumbre y preocupación en los bachilleres de promociones anteriores, ya que ellos no estarán en la lista prioritaria al momento de la asignación de cupos para acceder a universidades, escuelas politécnicas e institutos tecnológicos del país.
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Leer másPara este proceso hay inscritas 189.000 personas que terminaron el colegio en otros periodos lectivos y 73.000 bachilleres recién graduados. Estos últimos tendrán ventaja en la entrega de las plazas, con la finalidad de que no pasen un semestre sin estudiar.
Ante este panorama, la preocupación de los bachilleres rezagados se vuelve más evidente al conocer que el número de cuotas disponibles para este ciclo académico, todavía no logra cerrar la brecha entre la oferta de cupos (125.000) y la demanda (262.000) para el sistema de educación superior, por lo que todavía habrá 137.0000 personas que no logren acceder a uno.
“No tengo la certeza de si podré obtener un cupo para estudiar algún día en la universidad pública. Cada año vuelve la incertidumbre porque sabemos que no hay cupos para todos. Y ahora esta preocupación es más grande porque estaremos en desventaja frente al recién graduado”, manifiesta Melissa Montalván, de 23 años, quien está cansada de pertenecer a la lista de los rezagados.
Ella lleva tres años buscando un cupo para estudiar Medicina, pero a pesar de obtener buenos puntajes (990/1.000, 995/1.000 y 997/1.000) en las pruebas de admisión anteriores, no ha logrado su objetivo, indica abrumada en el aula de la academia del grupo preuniversitario Hawking, donde se prepara desde hace tres meses para rendir este viernes nuevamente la evaluación.
“Será la cuarta vez que me presente a dar la prueba y espero que sea la última, ya que el próximo año académico cada universidad será la encargada del proceso de admisión y supongo que si llegaran a tomar alguna prueba, esta se basará en las áreas de conocimientos que abarque la carrera”, señala.
Todos meceremos las mismas oportunidades. Yo estoy luchando por un cupo desde hace tres años. Creo que la prioridad deberían ser los rezagados y no los recién graduados.
Pero los centros de estudios aún no tienen bien definido cómo será el ingreso de los nuevos estudiantes, lo cual aumenta las dudas de Montalván y otros jóvenes consultados por EXPRESO, que ven muy lejano acceder al sistema de educación superior para seguir la carrera que desean y no las que la Senescyt les ofrece porque tienen poca aceptación de los postulantes.
El Gobierno debería apoyar más al sistema de educación superior para que este pueda incrementar la oferta de cupos, cada semestre, para que los estudiantes tengan más oportunidades de acceso.
En el universo de los rezagados también está Antonio Miranda, de 20 años, quien se graduó hace dos años y hasta el momento no logra entrar a la universidad, a pesar de dos intentos realizados.
Junto a otros rezagados hemos realizado varias pruebas. No hemos alcanzado el puntaje para la carrera que queremos y nos han querido ofrecer otra. Realizamos otra vez el intento.
Él considera que la prueba Ser Bachiller que rindió en el 2020 y la Transformar que dio el año pasado no le han permitido obtener un cupo para estudiar Ingeniería Comercial. Y duda poder conseguirlo ahora, tomando en cuenta que los cupos aún son esquivos, incluso para los recién graduados, e insuficientes para el grupo al que pertenece.
“Cada año se incrementa el número de bachilleres que no logran cupos y ellos engordan la lista de los rezagados, para quienes ahora las oportunidades se achican porque la prioridad la tienen los nuevos graduados”, anota, al expresar que se siente un poco frustrado por no haber logrado su objetivo, pero menciona que sigue luchando por su ideal. Se ha preparado para la prueba y cree que esta vez será la definitiva.
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Leer másCon este criterio coincide Julissa Salazar, quien está por cumplir 21 años y se graduó hace tres años en un colegio fiscal del norte de la ciudad, pero no ha logrado superar las pruebas de admisión para ingresar a estudiar Veterinaria.
48 % de los inscritos.
“Mis padres no tienen para costearme un centro pagado y mi meta es entrar a la universidad pública, pero mi puntaje en las pruebas que he rendido anteriormente no me han permitido acceder”, argumenta.
La joven siempre estuvo de acuerdo con la eliminación del examen de ingreso; pero ahora que este proceso estará en manos de las universidades a partir del 2023, cree que nadie garantizará que el panorama vaya a mejorar, debido a que todavía no se conocen los mecanismos que implementará cada centro de estudios superiores para acoger a los alumnos en sus aulas.
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Leer másMariana Abad, quien también se preparó para rendir la última prueba Transformar, está convencida de que el problema de acceso no está en la prueba, sino en la falta de cupos.
“Las plazas no crecen en las universidades debido a que no cuentan con recursos suficientes para ampliar su infraestructura y contratar más maestros”, analiza la joven de 22 años, quien se graduó hace tres años pero aún no puede estudiar la carrera de Arquitectura. Por ello, cree que es importante que se entreguen los recursos necesarios a las instituciones educativas para que estas puedan incrementar la oferta de plazas.
Datos oficiales de la Senescyt señalan que, históricamente, no todos los que se registran asisten a rendir la prueba. Hay un ausentismo del 20 % al examen y un 25 % más no concluye el proceso de ingreso. Solo seis de cada diez lo completan.