Los robos a pie superan a los que se ejecutan en moto
Esa modalidad tiene una mayoría del 68 %. La efectividad de la restricción de dos hombres en moto disminuyó. Se lo atribuye a la falta de control.
Un análisis de las cifras de robo y su movilidad, enviado por el Ministerio de Gobierno a este Diario, indica que desde 2016 hasta febrero de 2020, en promedio, el 68 % de robos en Guayaquil han sido ‘a pie’. Mientras que el uso de motos para robar es del 19 % y del 11 % a bordo de carros. Este tipo de delito es importante, debido a que según la Policía Nacional y la Fiscalía del Guayas es el más frecuente en el cantón.
“Esto muestra que se debería establecer un golpe a la disminución de robos a pie. Pero también existe el efecto psicosocial de que la moto es el elemento que usan los sicarios para perpetrar crímenes violentos; y eso ya tiene que ver con una necesidad de protección que tiene la ciudadanía”, sostiene Daniel Pontón, decano de la Escuela de Seguridad y Defensa del Instituto de Altos Estudios Nacionales (IAEN).
El comandante de la Policía Nacional Zona 8, Víctor Aráus, confirma que la preocupación por robos en moto surge a partir de la tendencia a que tanto las tentativas como los homicidios se dan en ese vehículo.
El comparativo de los datos indica, además, que si bien la restricción actual de que dos hombres circulen en moto (19:00 a 04:00) ha disminuido el número de delitos; esta también perdió efectividad al año siguiente de su aprobación. Este dato se refleja (ver gráfica), por ejemplo, en el comparativo 2016 (sin norma) y 2018 (con norma). Hace cuatro años, en el horario en el que no se permite circular a dos hombres en moto se registraron 1.613 robos. Cuando arrancó la norma, la cifra bajó a 875. Una eficacia de disminución de robos del 46 %. No obstante, si se compara con 2019, la efectividad descendió al 27 %. Ese año hubo 1.179 robos en motocicletas.
Según Ricardo Camacho, exasesor del entonces Ministerio del Interior, esta reducción de la efectividad de la normativa responde a una falta de control sumada a la pérdida del temor a la ley de los delincuentes.
“Es probable que no hayan existido los controles necesarios, que se descuidaron. En la práctica, los delincuentes pierden el miedo al control. Se dan cuenta una vez de que no pasa nada, que nadie los controla, y vuelven a las calles a delinquir”, señala.
La cifras también muestran que en el horario de la mañana y la tarde (06:00 a 18:00), cuando no rige la norma, los delitos son mayores que en el periodo en que sí se prohíbe. Pero incluso antes de la restricción, esto ya sucedía. Por ejemplo, en 2016 (sin norma), los robos de 18:00 a 06:00 llegaron a 1.613 y de 06:00 a 18:00, a 2.074. En 2019 sucedió igual, fue mayor. De 18:00 a 06:00: 1.179 y de 06:00 a 18:00: 1.998.
Camacho, también exsubsecretario de Rehabilitación Social, insiste en que la falla está en las tácticas de los operativos policiales. “Deben hacerse operativos sorpresa y constantes. Insistir en la identificación de los vehículos y no permitir que ningún vehículo circule sin la debida placa”, apunta. Asimismo, atribuye fallas a la vigilancia de armas de las Fuerzas Armadas.
Otro fenómeno que muestran las cifras es el incremento de la modalidad de robo en carro. En 2016 hubo 1.103 robos así, mientras que en 2019, en el horario en que se controla a las motos, la cifra subió a 1.500.
Según Camacho, hay ejemplos que se pueden seguir y cita a la inteligencia policial inglesa. “No es como aquí. Que la policía llega un día a Socio Vivienda y luego muestran a los detenidos en cámaras y se van. No, allá se hace una vigilancia permanente, día a día, hasta que los delincuentes salgan del sector. Con la misma inteligencia, se detecta cuál es el nuevo punto al que migraron, y se sigue controlando”, relata.
El debate de estas cifras respecto a la modalidad de robos surge a partir de la coyuntura mediática que han protagonizado autoridades municipales y de Gobierno, respecto a la posibilidad de ampliar el horario de restricción de dos hombres en motocicleta.
“Hay que detectar las áreas del delito, con patrullaje combinado con estrategias de diseño urbano (mayor iluminación), tecnología. Lo que se busca es que se coordine un trabajo entre el Municipio y el Gobierno, más allá de las diferencias políticas que puedan existir, para orientar estrategias no solo penales”