920 atenciones en 2024: ¿Están los consumidores quedando fuera del sistema de salud?
La rehabilitación en la urbe enfrenta problemas económicos y psicológicos, aunque Salud registra menos primeras consultas
Fue a los 12 años que la hija de Carmen P. probó la “maldita” H. “Una compañera suya se la daba en noveno de básica. Ella se ponía rara, le dolía demasiado la cabeza y no quería comer. Mi instinto de madre me decía que yo tenía que hacer algo para que ella esté bien. Decidimos buscar ayuda”, narra la madre de familia con frialdad, pues afortunadamente este es un problema que lograron superar hace diez años con una intervención oportuna.
Incautan más de 32 millones de dosis de cocaína con destino a Europa
Leer másLas cifras
El Ministerio de Salud Pública compartió con EXPRESO una comparativa de datos sobre atenciones a personas con problemas de consumo de drogas. En la Zona 8 (Guayaquil, Durán y Samborondón), en el primer semestre de 2023 registraron 2.000 primeras atenciones; en 2024, solo 920, representando una caída del 54 % de consultas para personas con problemas de adicción.
La cifra se puede interpretar como un triunfo, asumiendo que las acciones para la prevención del consumo han sido efectivas. O, en su defecto, abre otro debate importante: ¿acaso los consumidores han optado por no hacerse tratar o han buscado alternativas distintas a la salud pública?
Porque en las calles de la urbe todavía se palpa la degradación social del consumo indiscriminado. “Esto es dormitorio de ‘fumones’. Avance por toda la 6 de Marzo y ve lo peor”, denuncia John Chiriguaya, morador del sector. Y así el panorama se replica en barrios, ciudadelas y hasta en instituciones educativas.
Las voces de la rehabilitación
Rómulo Bermeo, vocal principal del Directorio del Colegio de Médicos del Guayas y experto en psiquiatría y temas de adicción, conversó con EXPRESO para brindar su análisis de esta coyuntura. “La prevención y la promoción de salud en el consumo problemático de sustancias deben ser referentes en la política sanitaria del Ministerio de Salud. Sin embargo, una caída en dicha cifra también nos invita a tener en cuenta que las personas asisten a un centro de salud no por voluntad, pero sí por sintomatologías que les afectan”, explica Bermeo.
Él atribuye la dificultad de la rehabilitación al síndrome de abstinencia y al ‘craving’, que es cuando el deseo de consumir es más fuerte que la voluntad. Situaciones críticas impulsan a familias a diferentes centros de rehabilitación, normalizados o no. “El problema de las clínicas clandestinas es que no tienen un control, no se puede determinar ni siquiera dónde están. Cuando son descubiertas, por lo general es cuando pasa un hecho lamentable allí”, comenta.
Estudiantes valientes diseñan acciones contra la violencia en Guayaquil
Leer másA propósito de esto, en los primeros días de diciembre se clausuró una, porque un joven fue ahorcado hasta la muerte. Agrava el problema también que una clínica ‘con todas las de la ley’ suele costar entre 800 y 1.500 dólares por mes, según Bermeo, valores que no pueden cubrir las familias de bajos recursos económicos.
Finalmente, el vocal del Colegio de Médicos atribuye el problema de la falta de rehabilitación a que siempre primará el factor de la voluntad, pues en aras de no criminalizar el consumo, el Estado no puede retener a la fuerza a pacientes de adicción
“Son tres pilares fundamentales: compromiso del paciente, medicación oportuna y apoyo de los familiares. Según estudios, entre 80.000 y 120.000 jóvenes han probado sustancias (sujetas a fiscalización) en la Zona 8 (Guayaquil, Durán y Samborondón). Internarlos a todos es una utopía. Hay que entender que esto es una enfermedad, se necesita el soporte. Esto no se cura con insultos, golpes, encadenando. No. La mejor medicina es la prevención”, asevera Bermeo.
Sobre esta lucha conversó con EXPRESO Miguel, quien compartió la proeza de mantenerse ya tres décadas años sobrio, después de una mala racha de 24 años encerrado en la adicción.
Caminar hacia Urdesa Norte es un desafío para los peatones
Leer más“Ya no funciona ni siquiera la voluntad en esos casos, porque la droga siempre será más fuerte. Eso tienen que entenderlo todos. Estuve con psiquiatras, en centros de rehabilitación, en cárceles… Yo tuve que tocar fondo para recuperarme”, contó con seguridad Miguel, alegando que en ‘su época’ no había información como hoy sobre los estupefacientes y sus perjuicios.
Aún así, encontró esperanza en grupos de apoyo, como Narcóticos Anónimos, donde encontró “la libertad para recuperarse”. “Cuando llegué a ese grupo, yo era ‘muchachito’, sentía que ese no era mi lugar, no me reconocía como un adicto. Pero entendí cómo las sustancias nos llevan a estos sitios para sanar, porque hay gente que pasan días y años, mueren en el camino. "Todo el mundo quería que yo pare, y solamente con ese grupo, sin ser más ni menos que nadie, encontré el lugar donde pude sanar”, relató.
Miguel concluye que la importancia de sanar radica en encontrar un espacio adecuado, donde no te sientas obligado y se entienda que no se está solo. Porque salir de las drogas "es muy posible”, si se aprende a gozar la libertad de querer sanar.
Supuestas clínicas de rehabilitación se utilizaban como escondite de criminales
Leer másUn problema de siempre
Sin embargo para las familias de los consumidores, una de las mayores barreras a la hora de rehabilitarse recae en que no exista en la ciudad un centro de rehabilitación público.
“El Ministerio de Salud (MSP) y el Gobierno siempre han creído que pueden ayudar a un adicto atendiéndolo un día en un consultorio y no es así. Ahí les dan apenas paracetamol y un suero de vitamina C y eso ya no es suficiente porque la vida de los consumidores a veces está ya perdida. El Estado debe tomar en serio esta problemática. Aquí vemos gente consumiendo en todos lados, convirtiéndose en especies de ‘zombies’ urbanos y nadie mueve un dedo. Las autoridades de Gobierno miran para otro lado”, señala Rosario Mena, familiar de un joven que permanece hoy internado en un centro de rehabilitación clandestino. “Es la única opción que tuvimos. Para pagar un centro privado no teníamos”, señaló.
A Nadie Monserrate, psicóloga que ha trabajado por personas en situación de calle y con adicciones, que los municipios y el Gobierno no trabajen de la mano en la recuperación de los pacientes complica la situación.
“En la administración pasada hubo clínicas móviles para tratarlos. Hoy desconozco qué ha pasado. Sin embargo, en conjunto, se podría construir centros de rehabilitación, que es lo que urge en escenarios críticos. Incluso la Asamblea debería abordar el problema, pero pasa de largo”, añadió. ¡SUSCRÍBETE A EXPRESO!