Santay: un paraíso salvaje a la espera de resultados efectivos
La destrucción de otro puente basculante y la demora de las nuevas camineras son parte de la realidad de la ecoaldea.
A las cuatro de la madrugada, mientras el Gran Guayaquil duerme, la jornada de Julián L. ya ha empezado. A veces, no alcanza a cepillarse los dientes: tiene que correr para no perder su transporte, una canoa que atraviesa el Guayas, desde Santay hasta Guayaquil. Ya de este lado del río, toma un bus urbano que lo lleva a su destino final, Durán, donde trabaja como bodeguero. El tráfico inclemente de la Perla del Pacífico a veces lo atrasa y llega tarde a laborar.
Desde el 12 de agosto pasado, este periplo fluvial es su aventura. El puente peatonal que conecta la isla con Durán está inhabilitado: Un buque a la deriva chocó contra la estructura y una parte de la pasarela del puente se precipitó al río.
“Es la segunda vez que los pobladores (de Santay) tenemos que cambiar horarios, madrugar, llegar tarde e ingeniarnos la forma de sobrellevar la falta de accesos peatonales y de ingresos económicos”, cuestiona mientras amarra una canoa a un palo de caña.
Julián es parte de las 35 personas que tiene trabajo en Guayaquil y Durán, según Alberto Domínguez, presidente de la comunidad, quien explica las dificultades de estos habitantes para movilizarse.
“Ahora les toca ir en canoa y eso es complicado sobre todo por el peligro de la corriente y la marea, que es inestable”, opina el dirigente y agrega que este segundo choque tiene efectos negativos en la economía de la isla. No solo a los comuneros les resulta complicado ingresar y salir de su pequeño rincón verde. Según Domínguez, los turistas escasean en la ecoaldea, parte del Sistema Nacional de Áreas Protegidas.
“Los visitantes que llegaban de Durán generaban un ingreso para las familias que trabajan vendiendo comida o artesanías en esa zona (puente afectado que unía Santay-Durán). Ingresaban 300 turistas diarios, pero desde el choque la economía ha vuelto a decaer en un 50 %”, detalla Domínguez.
Las cifras sorprenden a Nelson Zambrano, subsecretario de Gestión Marina y Costera del Ministerio del Ambiente (MAE): “(El puente de Durán) es el lado donde había menos llegada de visitantes hacia la isla. El centro donde está la infraestructura para los recorridos turísticos está mucho más cerca del puente que la une con Guayaquil. La economía de la comunidad no se ha visto mayormente afectada porque tenemos registros de que en el feriado del 10 de agosto hubo unos seis mil visitantes que entraron por el puente de Guayaquil”.
Sin embargo, Domínguez solicita la apertura del muelle María Piedad, ubicado en Durán, para que turistas y habitantes tengan otra alternativa de acceso. “No hemos sido citados a ninguna reunión, no sabemos cómo va el proceso de arreglo del puente. Por ese lado, la isla registraba unos cuatro mil dólares de ingresos que nos permitían sostenernos como asociación y habitantes”, afirma.
Sobre la reconstrucción de este puente, Jorge Wated, director del Servicio de Contratación de Obras (Secob), informa que Adelca —empresa dueña del buque que dañó parte de la estructura del puente— se hará cargo a través de su seguro. Esto tomará de cinco a seis meses, según el funcionario.
La empresa constructora de esta obra, que antes del choque no estaba finalizada, es Bueno y Castro. Wated afirma que con esta compañía se firmó el Acta de Entrega de Recepción Definitiva sólo en el tramo Guayaquil-Santay, que incluye en puente peatonal y las camineras.
“El Contratista Bueno y Castro sigue siendo el único contratista del tramo del Puente Durán-Santay, según contrato suscrito con SECOB (LICO-ICO-012-2013) y, de acuerdo al Contrato de Obra, el Contratista debe mantener vigentes las siguientes garantías: Garantía de Fiel Cumplimiento del Contrato y Garantía del Buen Uso del Anticipo. Las mismas que salvaguardan los intereses institucionales”, dice el funcionario.
Este diario solicitó una entrevista con la constructora Bueno y Castro para conocer detalles sobre el proceso de entrega de la obra, pero hasta la fecha de cierre de esta edición no concretaron la petición.
Aunque la adecuación del puente es competencia del Ministerio de Desarrollo Urbano y Vivienda (Miduvi) existe la posibilidad de endosar esa tarea a otra entidad, según el titular del Secob. “Estamos revisando a ver si esa operación se la pasamos a una institución que sea más adecuada o que tenga mayor competencia para poder operar los puentes. Una cosa es operar los puentes y otra es operar una aldea dentro de un área que es una reserva natural”, dice Wated.
Persisten otros problemas
La situación actual de la isla del mangle negro, considerada humedal de importancia internacional, no solo se reduce al daño de este acceso. También se observan huecos en las camineras que conducen a la aldea desde Guayaquil y Durán. Una turista se detiene frente a una de las cavidades y mueve la cabeza en señal de crítica.
“Llevo un mes sin poder andar en bici por los huecos que hay. Tengo miedo de caerme y lastimarme”, cuenta la mujer de 45 años con cierta molestia y continua a pie su visita a las cocodrileras, por el tramo Guayaquil-Santay.
Este inconveniente se registra desde 2014, cuando se inauguraron las rutas. El cambio -de un material de mejor calidad para las camineras- aún no tiene una fecha de entrega. La constructora Bueno y Castro es responsable sólo del cambio de camineras del tramo Durán-Santay.
“Hemos pedido el cambio al contratista para que inmediatamente lo resuelva. Mientras tanto nosotros no podemos recibir su obra y si no llegamos a un acuerdo tendremos que irnos por vías legales”, asegura Wated y agrega que, entregada la obra de cambio, existe un contrato tripartito entre el MAE y el Miduvi para que la ejecuten. Hasta entonces, ninguna institución pública puede darle mantenimiento a las rutas.
Preguntamos al Secob sobre la constructora actual contratada para el cambio de camineras del tramo Guayaquil-Santay, pero no obtuvimos respuesta.
“Este es un estudio que le perteneció desde el principio al Ministerio de Vivienda. Este Ministerio le pidió al Secob que construya esto y le entregó unos planos que incluían los puentes y el proceso de las camineras. El Secob construyó tal cual estaban los estudios. Si estos estaban mal o bien hechos es un tema que le compete estrictamente al Miduvi”, resalta el director del Secob.
Este diario solicitó una entrevista con el Miduvi para abordar los detalles del proceso realizado en la implementación de la obra, pero hasta el cierre de esta edición no contestaron nuestro pedido.
A la entrada del puente Guayaquil-Durán, cerca de la ribera del Guayas, se encuentra apilada una bicicleta camilla sin ruedas. El incandescente sol de la urbe golpea contra este transporte haciendo evidente el daño ocasionado por el óxido.
Zambrano asegura que el MAE debe hacer una evaluación del estado de las bicicletas. “No cuento con un reporte del estado de esas bicicamillas. Cuando hemos tenido accidentes han servido de mucho. Si ameritan un mantenimiento lo vamos a hacer”, resalta el subsecretario de Gestión Marino y Costera.
Desde el otro lado del puente peatonal, el dirigente comunal solo pide una cosa: “que al menos se comuniquen con nosotros, que nos hagan parte del proceso. Para saber hacia dónde vamos”.
Mientras tanto las 57 familias que viven en esta isla de 2.214 hectáreas deberán seguir esperando por soluciones. Julián continuará con su aventura por el Guayas y los turistas añorando volver a andar en bicicleta apreciando las especies endémicas de este rincón natural.