Marthita, el cangrejal que se apoderó de Sauces
Una sola familia regenta 10 de los 25 negocios de cangrejo en la ciudadela de Guayaquil.
Sauces VI es famoso por los cangrejales que se asoman a lo largo de la avenida Isidro Ayora. Son alrededor de 25 locales, de los cuales diez guardan el legado gastronómico de una sola familia, los Vilaña, propietarios de los cangrejales Marthita.
En la misma calle trabajan primos, tíos, sobrinos, hijos y madres que a diario extienden la historia de este grupo familiar. Llegaron al sector hace 20 años, pero 36 antes de aquello estaban ya dentro del negocio de la cocción de cangrejos, platillo emblemático de la ciudad.
La historia empieza en la década de los ochenta, cuando Blanca Ron de Vilaña compró un atado de cangrejos y vendió los crustáceos listos para consumir; pero al poco tiempo enfermó, se aisló completamente del negocio y su hija Martha tomó la posta, en 1984.
Con el propósito de cuidar de su madre, Martha Vilaña renunció a su trabajo en una importante industria de caramelos de Guayaquil. Fue allí cuando invirtió 20 sucres, compró una plancha de cangrejos y empezó a venderlos en un local de Clemente Ballén y Quito.
“Mi mamá me dio la receta inicial, pero yo la mejoré. En esa época, en ese sector estacionaban los buses interprovinciales y eso aseguraba el tráfico de personas. Empecé con cuatro mesas y bancos de madera”.
Martha habla con orgullo del negocio. En octubre de 1985 los buses se fueron a la terminal terrestre, al norte de Guayaquil. Entonces alquiló el espacio que tenía transportes FBI, donde había quedado un letrero en forma de rueda. “Ponle tu nombre al cangrejal”, pidió su madre, sin saber que ese momento marcaría el inicio de todo un legado gastronómico.
La primera razón social fue Marthita 1. En este primer local trabajaban Martha y sus hermanas: Carmen, Marlene y Gladys. Con el tiempo, la fundadora motivó a Carmen a que abriera el Marthita 2. La historia empieza a forjarse.
“Mis clientes siempre me pedían una sucursal en el norte. Entonces encontré un local en Sauces VIII y le pedí a mi hermana que lo administre. Ella y sus hijas son las dueñas de este local en la actualidad”.
Fue Martha también quien ayudó a abrir los otros negocios en Sauces VI, en la avenida Isidro Ayora, esto hace unos 12 años. Poco a poco todos lograron estar en la misma zona. Paradójicamente, recién hace cinco años llegó al lugar la fundadora del clan de los cangrejales. Dejó el centro de la ciudad porque poco a poco ha dejado de ser comercial.
Mario Silva Vilaña, hijo de Carmen, recuerda que su tía Martha ayudó a su mamá a abrir un local y luego su progenitora lo apoyó a él. Desde los cinco años de edad iba al local y durante la adolescencia ya hacía trabajos allí, solo por el gusto de colaborar.
Y aunque fue a trabajar en una empresa cuando fue adulto, extrañaba estar en un cangrejal. Allí nacieron Marthita 7 y 8, que luego cambiaron su nombre por Cangrejeando y Maritho 8, por una estrategia de marketing.
Mariuxi Torres Vilaña, hija de Marlene, recuerda también que cuando salía del colegio le gustaba ir al cangrejal a ayudar y hoy es la dueña de Marthita 5.
Cada local tiene su propia administración y facturan por separado, pese a compartir la misma razón social. Todos los sobrinos de Martha aprendieron desde la infancia el manejo de los cangrejales.
En un mismo local trabajan varios miembros de la familia. Por ejemplo, en Marthita 2 laboran Carmen y su hija Gabriela. En Marthita 1 hay otros miembros de la familia. Entre dueños, administradores, chefs y meseros suman 40. Todos del mismo clan.
Blanca murió hace tres años y pudo ver cómo aquello que empezó con un atado de cangrejos se convirtió en toda una dinastía de la pata gorda.
Martha destaca que se siente orgullosa de su familia y que cada uno le ha dado un toque diferente a los cangrejos. Nunca ha temido a la competencia. Para ella, lo más importante es ayudarlos.
Ese apoyo se sintió mucho más cuando resistieron juntos la depresión económica generada por la pandemia, así como lo hicieron en el feriado bancario (1999) y en el paro de octubre de 2019. Los Vilaña hoy caminan junto a Guayaquil en el año de su Bicentenario y siguen haciendo historia.
EL BARRIO QUE ES TODO UN REFERENTE
Sauces es una ciudadela que, aparte de los asaderos, se destaca por sus negocios de cangrejos. Los hay en sus diferentes etapas. En esa zona, además de la sazón de los Vilaña, también hay otros reconocidos locales; por ejemplo, Ochipinti.
Por los balcones, en Sauces IX, están cangrejales como Krabby y Mundo Cangrejo. Todos están preparados para celebrar a Guayaquil por su fundación. Para esto ofrecerán ofertas y combos con bebidas. Algunos con propuestas de precio fijo para todo lo que puedas comer en un tiempo determinado. Cada cinco minutos el mesero mira si se han terminado los dos cangrejos que le han servido; si es así, pone otros dos. Las ventas durante la cuarentena se mantuvieron con entregas a casa. En el semáforo amarillo, los clientes empiezan a ir cada vez más a comer al mismo restaurante, según los dueños de los cangrejales.