Clases por whatsapp
Las tareas de los estudiantes de los planteles fiscales llegan por mensajes de whatsapp. Los padres intentan ayudar en la jornada.Christian Vinueza / EXPRESO

Educación: Así es una semana de clase por whatsapp

Alumnos de colegios públicos ya no tienen ni sesión virtual. Más de un año en un sistema educativo superficial con vacíos de conocimiento

Matilde (11) estudia el sexto año de educación básica en una unidad educativa fiscal, ubicada en la Cooperativa Santiaguito Roldós, en el sur de Guayaquil. Desde la suspensión de las clases presenciales en marzo de 2020, por la pandemia de COVID-19, ella ha tenido que lidiar con varias dificultades en su aprendizaje, al igual que el 74 % de la población estudiantil ecuatoriana que se educa en el sector público.

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Todos los lunes, su maestro le envía a través de WhatsApp una agenda y guía semanal en las que constan las actividades escolares que deberá desarrollar cada día, desde su casa y con la ayuda de sus padres.

Esta herramienta ha sido la única alternativa de apoyo para los 165.000 docentes del sistema de educación pública, en el intento de continuar impartiendo enseñanza a sus alumnos que no cuentan con internet ni equipos tecnológicos para recibir una clase virtual, como sí lo hacen los colegios particulares que usan sus plataformas digitales para este proceso.

Y si bien es cierto que ya hay un anuncio para el retorno presencial progresivo a las aulas; no se debe olvidar que los niños vienen arrastrando un año y medio de déficit de aprendizaje que habrá que ver cómo se compensa.

Diario EXPRESO ha informado sobre esta realidad en ediciones anteriores. Ahora muestra un día a día de la forma en que se educan los niños del área fiscal. Un aprendizaje que es cuestionado por estudiantes, padres de familia, expertos educativos y hasta por los propios docentes.

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Son las 08:00 del lunes 31 de mayo y Matilde tiene listo en sus manos el teléfono celular de su madre, para recibir la información que le llegará a través del grupo de WhatsApp, creado por su maestro en mayo pasado, en el que están incluidos 20 compañeros de grado, así como los representantes de cada uno de estos.

“No existe una retroalimentación óptima entre alumnos y maestros. No es solo mandar capturas de una agenda de tareas, lo importante es saber si el niño entendió cómo hacerlas y darle seguimiento”.

Concepción Maridueña, exdirectora provincial de Educación

Un mensaje en el chat ‘sexto básico’ da la bienvenida a los integrantes. “Buenos días niños, empezamos la semana. Hoy trabajaremos la asignatura de Lengua y Literatura, con el tema: Los Sinónimos. Y Matemática, con el tema: Escritura de números romanos”, señala el maestro, quien adjunta la captura de la agenda y guía de trabajo de ese día.

La comunicación entre la estudiante y maestro es escasa. Hay poca retroalimentación y muchas dudas para el desarrollo de las tareas. La escueta explicación que recibe es insuficiente para ejecutarlas.

“Es una alternativa que no ha dado los resultados esperados, porque no presta las facilidades para que el niño y el maestro puedan realizar un proceso de enseñanza y aprendizaje directo”.

Ivo Orellana, exministro de Educación
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Entonces, a Matilde le toca ser autodidacta y buscar las formas para cumplir con la actividad encomendada. Como no puede hacerlo, escribe al chat personal del maestro pidiéndole mayores directrices. El docente le envía dos vídeos que ha bajado de YouTube en donde hay una explicación que podría servirle. Después de varias horas de intento, ella logra el objetivo, pero finalmente no sabe si lo hizo bien o mal; pues lo único que sabe es que el trabajo deberá archivarlo en una carpeta (portafolio) que entregará al finalizar el quinquemestre.

“La educación desde casa es muy complicada, me envían la tarea por WhatsApp y el maestro no explica del todo bien. A veces me llegan vídeos que no puedo abrir desde el teléfono porque llegan en formatos digitales y las páginas no cargan adecuadamente, ya que son pesados y no tengo un buen sistema de internet ni las herramientas tecnológicas necesarias para eso”, lamenta la menor, quien durante un año y medio no va a las aulas.

“Durante un año y medio los niños han perdido el tiempo y no han aprendido nada con los mensajitos que el profesor les envía. Yo quisiera saber qué harán para solucionar las falencias de aprendizaje”.

Antonio Cantos, padre de familia

Es martes 1 de junio y la estudiante nuevamente espera las actividades del día. El maestro envía un saludo especial por el Día del Niño y un folleto que contiene la Declaración de los Derechos de los Niños. Deberá leerlo y luego escribir en un papel tres párrafos de eso.

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El profesor también le recuerda que en el mismo chat está la guía para la clase de antónimos que verán en Lengua y Literatura; y los números decimales, que será la tarea de Matemáticas.

Pero la niña no entiende y no tiene en casa a quién preguntarle, ya que su mamá ha salido a trabajar. Otra vez pide ayuda por interno, pero el profesor solo le comparte un tutorial bajado de Google, que podría servirle como guía.

“Ayudo a mis hijos en las tareas, pero los mensajes que reciben por WhatsApp no siempre son claros. El maestro hace su esfuerzo, pero no es suficiente para una buena enseñanza”.

Susana Bustamante, madre de familia

“Es absurdo estudiar de esta manera. Esto no brinda ninguna utilidad a los niños, quienes no están aprendiendo lo que deberían saber en cada uno de sus niveles, ya que no tienen una buena guía que los acompañe en su proceso de formación”, menciona preocupada Ana Tixe, madre de Matilde.

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Ella tiene dos hijos más: uno de 9 y otro de 7 años, a quienes también les envían las tareas y unos vídeos por WhatsApp. “A veces no los ven porque no los entienden. No es lo mismo que el profesor les explique personalmente”, reconoce esta madre que desea que sus hijos vuelvan pronto a las aulas.

De miércoles a viernes el maestro no cambia su rutina en la forma de enseñar (ver infografía). Tampoco lo hace la estudiante que vive momentos de angustia al no poder cumplir con sus tareas que -a veces- las relega a sabiendas de que no existe un control apropiado por parte del docente.

“Trato de enseñar con los pocos recursos que tengo o he adquirido por mi cuenta. Sé que es complicado para los niños estudiar de esta manera, pero también lo es para nosotros porque no recibimos los implementos que se requieren para una educación virtual”, explica Camilo Yagual, maestro de un plantel fiscal.

En los sectores periféricos la situación es más complicada, ya que las tareas llegan a través de fichas pedagógicas que entrega el Ministerio y que los niños y padres tampoco pueden desarrollar, sin una guía presencial. La radio y la televisión es otro mecanismo adoptado por el Ministerio para ofrecer educación desde casa, pero esto tampoco ha funcionado, aseguran los padres.

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A los expertos educativos también les preocupa que los niños continúen recibiendo este tipo de enseñanza poco útil.

“Pensar que por medio de mensajes de WhatsApp un niño pueda aprender solo, es como creer que una persona ciega lo haga sin tener una guía y asesoramiento adecuado”, señala Carmen Rosero, psicóloga educativa y asesora pedagógica.

Carlos Benítez, psicopedagogo, recalca que el problema se acentúa para quienes no cuentan con un teléfono inteligente, megas o internet para poner a funcionar el dispositivo.

Por ello, cree que el retorno a las aulas debe darse para todos los niños, quienes deberán recibir una nivelación verdadera y que se ponga en marcha una educación que llene los vacíos de aprendizajes.